Durante seis meses la relación laboral entre ambos abrió paso a una amistad cargada de respeto y de un nerviosismo sin sentido que embriaga a ambos al pasar demasiado tiempo cerca uno al otro. El dinero ayudaba bastante a desahogar las cargas económicas en casa de Marie quien era bastante feliz al ver comer a sus hermanos sin pensar en que sus zapatos estaban cada vez más rotos y sus sostenes tenían agujeros. No pensaba en comprarse ropa, no cuando tenía a su madre sobre su cuello exigiéndole ayudas para la renta y los servicios y así la chica veía su sueldo desaparecer. Mónaco, por su parte, había vuelto a pecar. Y esta vez Dios era testigo principal de su horroroso placer. La cruz sobre la pared detrás de la silla principal en su oficina rebotaba mientras él penetraba con fuerza a Ce