Lord Warburton era mucho más alto que el griego, pero Corena recordó con horror que estaba desarmado. De inmediato, se preguntó cómo pudo haber sido tan tonto como para bajar a tierra sin ninguna protección. Por un momento se preguntó si le sería posible correr para interponerse entre él y Thespidos. De inmediato recordó a los demás hombres que los rodeaban y quienes de seguro estarían armados. Una agonía indescriptible le recorrió el cuerpo cuando pensó que nadie podía hacer algo que no fuera ver como el Señor Thespidos se llevaba a Lord Warburton. De pronto éste dijo, –¿Me está usted amenazando, buen hombre? –Quizá deba explicarle todo de una manera más completa y en un lugar más privado –respondió el Señor Thespidos–. Si Su Señoría quiere ser tan amable de caminar a través de aque