Janelle Hale.
Mantengo el paso, mis piernas queman mas no me detengo, me muevo un poco jadeando y riendo cuando Ares golpea amistosamente mi hombro, lo empujo manteniendo el ritmo, estoy cansada, todos lo estamos.
Estar fuera de la manada por tanto tiempo agota nuestros cuerpos, no tanto físicamente, también mental y espiritualmente. Nosotros casi nunca nos alejamos tanto de la manada por esa razón, sufrimos al estar lejos y más los que ya tienen mate, los cuales son todos, menos nosotros, el alfa y la beta.
Ares aúlla avisando al alfa de estar tierras nuestro paso, pronto su aullido llega dejándonos entrar.
Estar fuera de la manada por tanto tiempo no es nada cómodo, los necesito, necesitamos sentir nuestros lazos, los lazos con nuestra manda. Al llegar a tierra de nadie volvemos a juntarnos, cada uno cubriendo su espalda, estas tierras, la tierra de nadie es peligrosa.
Al estar repleta de rugues, lobos sin manada, algunos no son malos, solo aquellos los cuales perdieron su humanidad, aquí se encuentra desde demonios, hasta vampiros, por eso debemos permanecer juntos.
—Mantente alerta, siento presencias de demonios —
Asiento hacia él, yo no puedo hacerlo, por más que intente no puedo sentir presencias de otros seres, solo lo logro cuando estar a más de diez pasos de mí, si están escondidos. Creo que lo que sucedió aquel día con aquella vampira loca tiene que tener algo que ver.
Me mantengo alerta, si Ares lo dijo es porque debe ser así.
Salimos de aquel lugar y puedo respirar mejor, mantenemos el ritmo, hasta detenernos en un buen punto.
Aunque no pertenezca a nadie, estamos seguros.
Sin importarme nada dejo caer mi cuerpo lobuno al suelo, mi respiración acelerada me hace abrir mi hocico para inhalar profundo.
Estoy muerta.
Siento como alguien me toma por mis patas traseras y jala de a poco.
—Vamos cambia .—Gruño hacia Ares.
Con pesadez me levanto mirando mal a mi alfa, recojo la mochila que deje caer, camino con lentitud hasta llegar a un árbol, donde cambio a humana con pesadez y dolor por estar tanto tiempo en mi forma animal.
Deseo encontrar a mi mate claro que sí, pero hay algo en mi interior que me grita, que me suplica que vuelva.
—Para la próxima no te acompaño —
La risa de Ares me hace bufar.
Encontrar a tu mate es una dicha, pero para nosotros los que aún no lo encuentran es un suplicio. Tener veintiuno y aun no encontrarlo no es nada agradable y más saber que algunos de tu edad o menores ya la o lo hallaron.
Anhelo hallarlo, pero tristemente aun nada.
Un año, un maldito año lejos de la manada no es fácil, para nada fácil, deseo sentir los hilos, la conexión con la manada.
Y tal vez encontrar allí a mi mate, la manada es grande, tal vez me pase a alguien.
—Nuestros padres te mandan saludos —Él hombre que tengo por alfa, mejor amigo y hermano de otra madre se adentra a la carpa con dos platos de comida y el teléfono en su hombro.
En nuestro año fuera de la manada nuestros padres han estado pendiente de la manada, pero nos mantienen informados.
— ¿Cómo les fue la presentación hacia la luna? —
Recibo gustosa el plato de comida, hoy no comeremos juntos, estamos demasiados agotados.
—Dijeron que les fue bien, fueron algunas manadas vecinas y varios encontraron a sus mates. —Asiento feliz por aquellos que ya están con sus parejas destinadas.
La presentación hacia la diosa luna, es un acto que se hace con todos aquellos que aún no encuentran a sus mates, cada m*****o se viste de blanco con su cuerpo pintando de varias formas y se presentan ante la diosa. Es un acto donde se le brinda respeto a la diosa y donde la esperanza es dada a la diosa.
Este año por fin Ares y yo estaríamos presentes, pero al no volver a tiempo no fue así.
—Aun no comprendo porque la diosa no junta a los que están unidos desde antes de nacer, varios de los miembros encontraron a sus mates allí en la manada —
Termino de comer y me limpio mi boca con un trapo.
—La cosa es simple, la diosa es una perra —
Me encojo de hombros riendo abiertamente con Ares.
—Eres un caso, Jan, pero he estado pensando, te imaginas que tu mate sea mi hermano —
Parpadeo varias veces, lo miro, lo golpeo y me suelto a reír.
—Alfa no pienses tanto, que después se te queman las neuronas —
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Me mantengo alerta, otra vez entramos en terreno de nadie y desde que entramos me siento vigilada.
—Por favor, Janelle te conozco no te lances así sin más —
Asiento y me mantengo alerta, estamos en todo el centro del territorio, gruño y encajo mis garras cuando el maldito hedor de los demonios se hace presentes.
Estamos rodeados.
Sus cuerpos negros, en una forma nada terrenal, un cuerpo con un hedor putrefacto, es la única forma de poder pisar tierra.
Nos colocamos en guardia cada uno protegiendo al otro, sin embargo mi vista se torna roja, cuando uno de ellos se lanza hacia Ares. Sin importarme nada, pego un salto encajando mis caninos en su cuerpo, al caer lo lanzo lejos.
—Maldición, Jann cuidado —
Bajo mi cuerpo cuando uno de ellos se lanza, me muevo hacia la derecha alejándome de él. Corro golpeando a uno de ellos que iban por uno de nosotros. Ellos no pueden morir, los cuatro ya tiene mates.
Con el corazón a punto de estallar, con mi respiración acelerada y con los nervios a flor de piel me pongo frente a mi alfa.
Nací por él, nací para estar a su lado, para protegerlo y para sí en algún momento dar mi vida por la de él.
Sus rostros se mueven, van por Ares.
Muevo mi cuerpo, manteniendo la calma.
Mente en calma mejores resultados. Me mantengo alerta, manteniendo mi vista fija en todos.
Me muevo atacando cuando uno de ellos viene, entierro mis caninos moviendo su cuerpo de un lado a otro, lo dejo caer al suelo, jalando su cabeza, no para al tenerla despegada de su cuerpo, gruñidos y rasguño se escucha por todo el lugar, no soy la única dando pelea, cada uno nos protegemos.
Pero...
Algo me pasa, un hedor fuerte me hace quedarme quieta con la respiración acelerada, intento mover mi cuerpo, pero este se encuentra bloqueado, el hedor se intensifica, gruño encajando mis garras.
Quiero moverme, necesito moverme.
Todo me empieza a dar vueltas, gimo con dolor cuando soy atacada por varios.
Mi cuerpo poco a poco se queda sin energías.
— ¡JANNELE! —
El grito de Ares me aturde, el hedor desaparece muevo mi cuerpo, hacia un lado, pero es demasiado tarde, entierran algo en mi pata derecha, me muevo intentando zafarme y lo logro, sin importarme nada voy por él y no me quedo quieta hasta escuchar el crack de sus huesos al romperse.
Me irguió aullando con fuerza, Ares me observa y respira con tranquila, pero esta se va de su rostro al verme caer sin fuerzas al suelo.
Intento mantenerme despierta, pero es en vano, la oscuridad me reclama y yo solo me dejo ir por ella.
Denle amor y cariño.
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Saben que siempre el que deja voto lo leo...
Nos leemos pronto