Cuzco- Perú. Atardecía en la capital del antiguo imperio Inca. Iván y Paloma, caminaban tomados de la mano por las estrechas y adoquinadas calles del centro histórico de la ciudad. La pareja admiraba en la arquitectura de aquel antiguo pueblo los vestigios que aún quedaba de la era preincaica, hasta la republicana, entonces se detuvieron a admirar el monumento que se levantaba airoso en medio de una fuente en la Plaza de Armas. Paloma, como si fuera una niña pequeña, corrió a la pileta, cerró sus ojos, pidió un deseo y lanzó una moneda al agua. Iván enarcó una ceja, ladeando una sonrisa, entonces se acercó a ella. —¿Qué haces? —cuestionó, mientras la abrazaba por la cintura. —Dicen que si lanzas una moneda a una fuente debes pedir un deseo —comunicó, sonriente. —¡Interesante! —