La chica tembló al escucharlo, divisó a su esposo, con los ojos cristalinos, los labios le tiritaban tratando de contener las ganas de llorar. Iván se puso de pie, tomó el plato y se dirigió a la cocina, mientras Paloma, iba tras de él, entonces él vertió el contenido en el fregadero. —Ni los perros comerían esto. —Pero ¿Qué es lo que no te gustó? —averiguó Paloma, con la respiración entrecortada. Iván se acercó a ella de manera intimidante. —Yo solo me sirvo comida gourmet, y lo que tú preparaste es una porquería. Paloma se aproximó a la olla de la sopa, tomó una cucharada y saboreó su guiso, no comprendía nada, para ella estaba deliciosa su preparación. —Lo lamento —susurró—pero yo no sé elaborar comida gourmet. Salió llorando de la cocina, y de la casa, caminó por el jardín y se