Visita inesperada. Estoy más allá del enojo, quiero cortarle las bolas a Salvatore, lo que me hizo sentir como una mierda y eso no lo espere. «No quiero que él tenga ese poder sobre mí». —¿Quieres ir a comer al club? —Pregunta Antonio mientras dejamos la empresa de los Di Sante. Me detengo en seco fuera de su auto en el estacionamiento, Antonio se detiene frente a mí y me mira con curiosidad. — ¿Estás bien? —asiento para después negar. Mi mirada recae sobre la cámara de seguridad del parking y es cuando una loca idea cruza mi mente. —Nada que no se pueda resolver, —respondo en voz baja antes de inclinarme y pegar mis labios con los de Antonio. Este al principio se queda helado, pero reacciona y mientras con un brazo me rodea apretando contra su cuerpo y con la otra me acuna el ro