Donde las dan, las toman. Pasado el mediodía cuando entro al restaurante en el club de golf. Si Salvatore me ha citado aquí es porque necesita proyectar una imagen. Miro alrededor y lo encuentro al fondo del lugar con un hombre y una mujer mientras toman algo. «¿Acaso no pueden ir a un lugar más cercano?» No, ellos tienen que hacer gala de su dinero. Ajusto la americana de mi traje sastre mientras me acerco a la mesa. —Buenas tardes, lamento, la demora, —digo en modo de saludo. Salvatore se pone de pie y para mi sorpresa me da una sonrisa. Una que no podría ser más falsa. —¿Mucho tráfico? —inquiere mientras corre la silla para mí. «Eso en el lenguaje de este es: ¿Acaso no puedes mover el culo más de prisa?» —En realidad estaba algo liada con el trabajo. No parece feliz con mi res