CAPÍTULO VEINTIUNO Cora miraba fijamente hacia fuera desde la proa de una barca de pesca rápida, dispuesta a ir a toda prisa por los fiordos. Nunca antes había estado más allá del reino de la Viuda y, si hubiera habido más tiempo, se hubiera tomado su tiempo para saborear la experiencia. Pero, por ahora, lo único que quería era que la barca llegara a Ishjemme. —No irá más rápido solo porque nosotros lo queramos —dijo Aidan, poniéndole una mano sobre el hombro. Cora se sorprendió de lo mucho que ese contacto la calmó. Había algo tranquilizador en tenerlo allí con ella. Pero no lo suficientemente tranquilizador como para apartar los pensamientos del peligro en el que estaba Sofía. —Sofía podría estar muriendo mientras hablamos —dijo Cora—. Siobhan… no sabes lo peligrosa que es, Aidan. —H
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