El día lunes, llegué a la universidad, muy animado. No les voy a mentir, lo primero que hice al salir de mi primera clase, fue buscar a Anabel. De nuevo, no quiero que me juzguen, tampoco crean que soy un acosador, pero ya conocía sus horarios y sabía dónde podía encontrarla a esa hora. Nada más soy muy previsivo. La vi de lejos en el pasillo, justo donde esperaba encontrarla y la saludé con mucho entusiasmo. Mi alegría fue sin igual cuando, por primera vez, vi que ella me respondía el saludo con el mismo ánimo. Me terminé de acercar y Anabel emprendió el camino hacia su siguiente clase, caminando a mi lado. — ¿Qué tal te fue, león?. — Comentó con un tono bajo y una sonrisita llena de complicidad, tal como una niña compartiendo un secreto, solo para que yo la escuchara. Lo que me pareci