Antonella Observo a mi alrededor en el salón de eventos del hotel mientras suena la música típica de las festividades de fin de año en Colombia. Sostengo un cóctel frente a uno de los grandes ventanales del salón y miro hacia el oscuro mar, que se extiende ante mí. Debería sentirme feliz en este momento, pues tengo la fortuna de estar celebrando el Año Nuevo junto a mis padres, hermanos y sobrinos. Sin embargo, siento que algo falta, o mejor dicho, alguien: Edahi. Mi corazón anhela su presencia. A lo lejos, veo los fuegos artificiales que iluminan el cielo y reflejan destellos de colores en el mar. Me pregunto si Edahi también estará observando el mismo espectáculo desde el Amazonas, aunque lo dudo mucho. La mitad de Colombia es selva, y allá no se ven estos espectáculos. La nostalgi