Edahi Mientras peino a mi hermana Salomé, me siento agradecido por la vida familiar que tengo. Salomé, una hermosa niña de cuatro años, es el alma de la casa. Sus risas llenan cada rincón y su sonrisa ilumina los corazones de todos. Hace tres años, mis padres adoptaron a Salo, que al igual que yo es una indígena, pero de la zona norte del país, de la comunidad Wayúu, y desde entonces, ha sido una parte fundamental de nuestras vidas. A mi lado, mi padre Carlos peina a Carla Luciana, mi otra hermana, que tiene ocho años, y es su hija biológica. A pesar de que somos hombres, aprendimos a hacer peinados para niñas para asegurarnos de que nuestras pequeñas princesas siempre estén listas para enfrentar el mundo. La escena en la que mi familia se reúne para peinar a las niñas es un recor