Antonella Estoy de pie frente al espejo triple, contemplando las dos opciones que se extienden ante mí. El vestido negr0, ceñido a mi figura, emana una sensualidad que me hace sentir poderosa, como si estuviera a punto de conquistar el mundo. Cada curva se destaca, y sé que este es el atuendo perfecto para la presentación como líder de la mafia. El segundo vestido, en cambio, es una oda a la elegancia. Su diseño impecable y su tono sobrio proyectan la imagen de una princesa moderna, lista para asumir su papel en la realeza. Mientras me pruebo el vestido de princesa, mi mente divaga hacia la noche en que seré presentada como la princesa de Italia, un destino que nunca imaginé para mí. Luciano, observando desde un rincón de la habitación, elogia mis elecciones, y no puedo evitar son