El reloj que estaba en mi escritorio marcaba las doce de la noche. Pero yo no puedo dormir, debo terminar el ensayo para quedar totalmente libre para el día siguiente. Sé que soy rara, un día detesto a Walter y otro lo quiero, y mucho. Bueno, tal vez mi concepto hacia él cambió cuando estábamos en el restaurante y se vio tan sincero, tan amable. En todo el día parecimos una pareja y me encantó esa sensación. Ahora voy a ir con él a un lugar que desde hace muchos años he deseado visitar. “Buenas noches, cielo, mañana te voy a recoger a las seis” fue el último mensaje que leí de Walter. Antes de acostarme alisté todo para… bueno, dentro de unas horas, porque ya es de madrugada. Busqué ese vestido de baño que tenía tiempo que no me ponía y que no salía en ninguna foto, porque ya con l