Agarro mi camisa del suelo y me la empiezo a colocar mientras que ella simplemente me mira —Señorita Vega, está bien que sea su empleado, pero creo que está cruzando la línea— Hablo firme. —Perdóname, pero ese idiota se merece morirse de los celos— Se defiende y respiro profundo. Me abrocho el cinturón y me acerco a ella —Yo entiendo que ese idiota se merezca retorcerse de los celos, pero entiéndame a mi también— Le pido y me mira con dudas. —¿Le molesto que lo besara?— Inquiere bajito. Agacho mi mirada —Le pedí que no me volviera a besar— Le recuerdo. —Le vuelvo a preguntar, ¿le molesto que lo besara?— Insiste y me siento en el borde de la cama. Mi mirada sigue fija en el suelo, puedo ver sus pies, parte de sus increíbles piernas —Entienda que hace seis meses falleció mi esposa… mej