4. ¿Qué me estás haciendo, mi pequeña marimacho?

2221 Words
4. ¿Qué me estás haciendo, mi pequeña marimacho? Jared. ¿Qué demonios fue eso? Lamo mis labios, aun puedo sentir, probar, oler la teta de Lizzy en mi boca. Maldita sea. Restriego las manos por mi rostro mientras intento sacarme la imagen de su pequeño pezón fruncido visto a través de la tela casi traslucida de mi camiseta puesta en su cuerpo, como si ella fuera mía. Lo que empeora las cosas, la camiseta estaba húmeda por mi saliva, de cuando chupé esa pequeña y turgente teta en mi boca. ¡Maldición! — Abajo, amigo — susurro a mi pene dolorosamente duro y restringido en mis boxers. Lo juro, nunca había estado tan duro en mi vida y ella ni siquiera me tocó. Y es que mi pene tiene mente propia y parece olvidar que la dueña de esa deliciosa y bonita teta, odia mi alma. De hecho, nos odiamos mutuamente, me dice una molesta voz en mi cabeza. Cristo en una cruz, restriego nuevamente las manos por mi rostro. Nunca en mi vida había estado tan caliente, ni siquiera cuando era un adolescente recién descubriendo el porno. Gruño desde lo profundo de mi pecho cuando de repente a mi mente viene la imagen de Lizzy vistiendo la ropa de alguien más. No me importa saber quién es ese hijo de puta porque seguramente lo estrangularía con mis propias manos, pero la imagen no deja de repetirse en mi cabeza. Peor aún, recuerdo que la ropa quedó a un lado, tirada y con la posibilidad de que su dueño o alguien más la recoja. A la mierda. Me devuelvo y no sé si me alivia o me decepciona que Lizzy ya no esté. Pero la ropa está allí, tirada en la grava. Me agacho y tomo las prendas, llevo la tela a mi nariz y gruño cuando encuentro el olor de Lizzy en la ropa de alguien más. Oh, maldición, no. Lo único que logra calmar mi ira es reemplazar todas esas imágenes con la imagen de ella vistiendo mi ropa, su teta húmeda por mi boca, su pequeña, deliciosa y jugosa teta. Joder, joder, joder. Me levanto bruscamente y con las prendas hechas puño en mi mano, entro de nuevo a la fiesta. Sé que estoy llamando la atención más de lo normal, ya sea por el lodo aun bañando mi rostro y cuerpo o por la ira que se desprende de todo mí. Ignoro a todos porque tengo una tarea muy específica por hacer. Paso por el lado de un grupito fumando hierva y arranco el encendedor que está cerca del cenicero. Tomo un vaso de vodka, voy a un lado seco del jardín, tiro las jodidas prendas al piso, le echo la bebida encima y le lanzo fuego, quemándolos para que no quede ni la huella del olor de Lizzy en la ropa de alguien más. Escucho jadeos a mi alrededor, alguien intenta venir a apagar el fuego, pero lo miro mal y el imbécil vuelve a su asunto. No me muevo de allí hasta que el fuego se va, también la ropa, quedando sólo cenizas y un poco de humo. Bien. — ¿Qué estás haciendo? — Escucho que Thomas pregunta detrás de mí. — Dejando las cosas en su lugar. ¿Dónde está mi hermana? — Bailando con algún imbécil — gruñe. — ¿Y por qué no lo evitaste? — ¿Qué quieres, que la amarre para que no lo haga? — Cuando lo miro fijamente, él ríe lleno de amargura —. Tú eres el neandertal, no yo. Ella es su propia persona y por mucho que quiera, no puedo prohibirle que baile o coquetee con chicos, Jared. — Soy su hermano mayor, prácticamente tú también lo eres, ella debe obedecernos. — Yo no soy… No escucho sus palabras, en cambio voy en busca de Jade. En efecto, está bailando con un chico. Con Jeremy Mathelson. Oh no, sus mugrosas manos no llegaron a tocar a mi pequeña marimacho y tampoco lo hará con mi hermana. El tipo es un imbécil que jode y tira. Jade no va a ser una más de su montón. — Una te rechaza, así que vas en busca de alguien más, como si las chicas no fueran más que objetos intercambiables y sin valor entre sí — digo, cruzándome de brazos frente a ellos. De inmediato, detienen su baile y me miran. Puedo sentir a Thomas detrás mío, respaldándome. — Jared — mi hermana dice, rodándome los ojos. — ¿Tú qué eres? ¿Mi bloqueador de pollas o qué carajos? — Me gruñe el imbécil, avanzando un paso hacia mí hasta que está en mis narices. Miro hacia abajo ya que, al igual que con la mayoría de las personas, le saco varios centímetros. Él parece enfurecerse aún más cuando lo comprende, la diferencia de estatura lo jode. — Me vale mierda con quién coges, pero ni mi hermana ni su amiga harán parte de tu harem. — Jared — la pequeña pulga con mis mismos ojos se atreve a gruñirme. No la miro, no aparto la mirada del imbécil. — ¿Tu hermana? — Él retrocede un paso y mira de Jade a mí, una sonrisa burlona en sus labios —. Ahora se me hace más apetecible la pequeña perra. — Este hijo de puta — escucho a Thomas detrás de mí y lo siento avanzar un paso, pero atravieso mi brazo y lo detengo. — ¿Repítelo? — Giro mi rostro, mi oreja en su dirección para que se atreva a volver a decirlo. Para que se atreva a tratar a mi hermana como si sólo fuera un pedazo de carne y ya. Pero entonces Jade agarra dos vasos llenos de bebida y se los lanza a la cara al imbécil, al mismo tiempo le grita —: Te acepté un baile, no abrirme de piernas. ¿Qué está mal contigo, puto misógino de mierda? Thomas la agarra antes de que yo pueda, interponiéndose entre Mathelson y ella. Mi mejor amigo me hace un gesto, la carga sobre su hombro y se la lleva mientras ella grita obscenidades en dirección del imbécil que tendrá una nariz rota en diez segundos. Trueno mis dedos y avanzo hacia él. — Vamos, lanza el primer golpe — soy generoso con el pobre inútil. Mathelson me mira con odio y lanza el puño, pero lo esquivo y es en cambio mi puño el que se estrella rápido y fuerte en su mandíbula. — Pequeña perra tú, imbécil — lo tomo del cuello de su camiseta y susurro con odio —: Te vuelvo a ver cerca de Lizzy o mi hermana y terminarás el día con un hueso roto. Ahora vete a la mierda de aquí. Lo lanzo al piso de un empujón, luego voy detrás de Thomas y Jade. Los encuentro discutiendo al lado del coche de él. Tan pronto Jade me ve, viene como una fiera hacía mí. — Vale, el tipo era un imbécil, pero tienes que dejar de espantar a todo el que se me acerca — me grita. — Si dejaras de acercarte a imbéciles que sólo te quieren para joder, lo haría. — ¡Pero si todos son unos imbéciles para ti! — ¡Ninguno te merece! — Grito, perdiendo el control —. Eres tan ingenua que te enamoras del primero que te coquetea y luego te llevas una decepción cuando descubres que no te quieren para nada más que un polvo. ¿Vamos a repetir de nuevo la historia? Me mira con ojos llenos de rabia y dolor porque sabe que tengo razón. Luego mira a Thomas y le grita —: ¡Y tú eres igual que Jared, me tienen harta, actuando como mis guardaespaldas! — Tu hermano tiene razón. — ¡Ya no soy una niña! Siempre será mi niña, no importa cuántos años tenga. La he cuidado desde que tenía cuatro, un niño criando a otro niño. No dejaré que otro imbécil le haga daño. Cuando se aleja, Thomas va detrás de ella. Es el único quien siempre consigue calmarla. Si voy detrás suyo, sé que terminaríamos discutiendo aún más. Sí, acepto que es fácil volarme la cabeza, exploto con facilidad y me he metido en más peleas de las que puedo contar. Pero es mi hermana, no dejaré que la usen como si de un pedazo de carne se tratara. Y no estoy en contra de que tenga una relación, puede tener novio si se le da la gana, pero ella no es material de una noche. Se le rompe el corazón con facilidad y se sentiría desechada al otro día. Sé que está sufriendo con el cáncer de Olivia, todos lo hacemos, pero no la dejaré hacer estupideces en un intento de huir del dolor. Me giro en busca de mi auto, acabando ya con la fiesta. Ni siquiera quería venir, estaba aburrido desde el principio y pensé que me divertiría cuando vi a Lizzy entrar, pero sólo quedé más confundido que nunca cuando los acontecimientos terminaron con su teta en mi boca. Me siento endurecer de nuevo ante el recuerdo. Carajo, ¿por qué no puedo dejar de pensar en esa bonita teta? Siento que ya me estoy obsesionando. Sacudo mi cabeza y saco las llaves de la camioneta del bolsillo de mi pantaloneta. Cuando hago la alarma sonar, Stacy sale detrás de mi auto, una sonrisa en sus labios como si hubiera estado esperándome. Gimo, no esto otra vez. — Hey — digo, pasando por su lado en un intento de que capte mi indirecta de que no quiero hablar, mucho menos con ella. — Jared — su mano sale y se agarra de mi bíceps, deteniéndome antes de que pueda pasarle por el lado. Con resignación, me detengo y me giro a mirarla. — ¿Sí? — ¿Te vas tan pronto? — Avanza un paso hacia mí —. Ven, volvamos, ni siquiera ha anochecido. — Tengo afán, Stacy. Esta chica no entiende indirectas, ha intentado meterse en mis pantalones por todas las formas que existen y no importa cuánto me niegue, sigue insistiendo. Ya me estoy cansando, sólo quiero que me deje en paz. — ¿A qué vas a volver a casa? ¿A arreglar tú solo ese problema? — Pregunta con astucia, señalando el bulto en mis pantalones —. Yo puedo arreglarlo, prometo que será más divertido que usar sólo tu mano. Las pelotas que se manda esta chica cuando avanza y agarra mi erección en su mano. Siseo una maldición por lo bajo y me aparto, mirándola mal. Contrario a lo que ella creería, su toque ablanda mi pene, no lo endurece más. — Si yo hiciera lo mismo contigo, estaría siendo acusado de violación, Stacy, ¿sabes eso? — Oh, vamos. — No, no te di permiso de tocarme, ¿qué está mal contigo? — Olfateo en su dirección, el alcohol en toda ella me da su respuesta —. Vete a casa y déjame en paz, sabes que no me interesas. — ¡Jared! Subo al coche con rapidez y me alejo de allí. Y aunque el toque de Stacy bajó mi erección, la imagen de Lizzy vuelve a llenar mi mente, trayendo mi pene de vuelta a la vida. Y mi mente empieza a vagar mientras conduzco. Pienso en su olor mezclado con el mío debido a mi ropa en su cuerpo, su figura aplastada con la mía cuando nos revolcamos en el lodo como dos cerdos, su voz jadeando mi nombre cuando chupé su teta, su hermosa y perfecta teta mientras me amantaba de ella, su pequeño pezón fruncido contra mi lengua y dientes, sus ojos mirándome con deseo… Giro el volante cuando casi me estrello contra un coche, la imagen de Lizzy nublándome el juicio. Y no puedo, estoy demasiado duro para seguir conduciendo en estas condiciones. Estaciono al auto a un lado de la carretera y con manos rápidas saco mi erección, la sostengo en mis manos y trabajo mi pene en mi puño con fuerza, movimientos rápidos y desesperados mientras lamo mis labios, buscando más del sabor de su teta en mi boca. Agarro bruscamente el volante con mi mano libre, apretando con letalidad, aferrándome a mi vida en ese agarre. Mi puño sube y baja con más rapidez por mi erección, con más fuerza mientras jadeo sin aire. Siento pequeñas gotas de sudor bajando por mi frente y me masturbo, me masturbo como nunca, con intensidad, violencia y salvajismo mientras pienso en Lizzy y en su hermosa teta. No llevo ni cinco minutos jalándome cuando ya siento el cosquilleo, la adrenalina del orgasmo invadir mi cuerpo. Mis caderas se empujan con fuerza hacia arriba y grito su nombre con voz ronca, vaciándome en mi mano con fuerza, pero imaginando que es en esa hermosa teta en la que me corro, mi semen bañando su pálida piel, su pezón rosa y endurecido por mi boca de tanto chupar y chupar y chupar. Ah, joder. Apoyo mi frente en el volante, intentando bajar del subidón. Nunca me había corrido tan duro en mi vida, esta fue la primera vez. Y sólo necesité de una imagen de ella para que sucediera. Caaaaarajo. ¿Qué me estás haciendo, mi pequeña marimacho?
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