9. Mi única.
Lizzy.
Se desmayó.
Jared se desmayó frente a mis ojos.
De un momento a otro, él sólo ¡pluf!, cayó.
Lo miro, su rostro sigue en mis manos, el rastrojo de su barba pica en mi piel y me quedo por varios incomodos segundos allí, mirándolo.
Parece un manso cordero así, dormido.
Pero sé que bastaría nada más que abra los ojos para que se convierta en el pequeño hijo de satanás que deseo devolver al infierno.
Golpeo su mejilla con mi mano, intentando traerlo a la vida.
— Despierta — llevo mi pulgar a su parpado e intento abrir su ojo a la fuerza —. Despierta, vamos.
Doy más palmaditas en su mejilla, su piel sigue ardiendo por la fiebre, y él no se despierta.
— Jared, no es gracioso.
Lo miro, lo miro un poco más, y otro poco más.
¿Por qué diablos no puedo dejar de m
