— ¿Puros? ¿Aún los tienes? — Claro que sí, son los mejores y solo saco de vez en cuando alguno y tenerte conmigo vale la pena – sonrió de lado. — Sin duda alguna Nancy – sonrió Gustavo dándole una calada al puro cubano que él mismo le regalo una vez a ella. — Fue lindo – suspiro pasando sus dedos sobre el pecho del rubio – Tenerte de nuevo conmigo. — Una promesa es una promesa – dijo Gustavo disfrutando de las caricias – Tenía asuntos pendientes que resolver y tú eras uno de los más importantes que tenía que resolver – suspiró – Está resuelto ¿verdad? – lo miró. — ¿Temes que arruine tu boda, verdad? — Algo así – sonrieron divertidos – Amo a esa mujer y… — Shhh – acaricio su mejilla – No tenía planeado arruinar tu boda y menos después de esto – suspiró – Sé cuando lo mío dejó de ser