— ¿Cómo se ven las cosas? –preguntó Gustavo mientras abría el grifo del agua. — Tu chica parece muy alterada, oh mierda, le acaba de disparar a un maldito perro. — Parece que agitamos las aguas – sonrió divertido – Avisame cuando se vaya, necesito preparar mi encuentro con ella. — Perfecto – Armando guardó su arma – Ten cuidado. — Tranquilo, sé lidiar con chicas locas – los dos rieron. Cortaron la llamada y Gustavo salió del baño de aquella cafetería donde estaban comiendo un desayuno “francés.” — Nada comparado a comerlo en casa – dijo Jax. — Jax esto lo comes en casa – sonrió Gustavo – Tengo que comprar unas cosas ¿estarán bien solos? — Eso deberíamos preguntarte a ti cabron. — Yo estaré bien – se levantó – Dejen buena propina, no estamos en casa – camino a la salida y se acercó
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