— Firme aquí y aquí y aquí – el rubio firmó donde le habían indicado el hombre – Bien señor García es toda suya un placer hacer negocios con usted.
— Gracias – sonrió Gustavo.
— Tenga lindo día.
— Igualmente – Gustavo suspiro y miró la gran casa vacía, tomó su teléfono e hizo una llamada – Hey Jax, es hora de estrenar ese camión de mudanza.
— ¿Qué recogeremos?
— Todo lo de mi casa, la antigua donde vivimos todos ¿la recuerdas? Esa casa donde casi nos morimos intoxicados por el gas.
— Joder ¿aun está esa casa?
— Así es.
— Dejamos todo nuevo, solo lo usamos para una fiesta en la que casi conocemos a Dios.
— Por eso, todo nuevo para mi nueva casa.
— ¿Ya es tuya? Genial, Nat se pondrá feliz de ver que la compraste.
— Ya sabes, complaciendo a mi chica – soltó una risita – Bien, cuand
