Besos, caricias y mordidas, Mekeril se deshizo en pasión. Si bien había tenido a la mujer que deseaba siempre que lo quería, la que tenía desnuda, acostada en su cama, lo superaba absolutamente todo. Se sentía dominado por esas caricias, besos y mirada. ¿Cómo podía ceder a esa mujer sin siquiera conocerla?
―Tomaré esto como nuestra primera vez. ―Mordió sus labios al verla desnuda por completo, sonrojada por sus fuertes agarres―. No hay comparación alguna. ―Pasó su dedo índice a lo largo de su vientre y disfrutó sentirla vibrar bajo su contacto―. Ahora te me estás entregando porque me deseas y no por dinero.
Nahara cerró los ojos con fuerza. Estaba empapada, y él pretende seguir torturándola de esa manera.
―Mekeril… ―jadeó por aquel toque tan indecente en medio de sus piernas―. Dios. ―N
