Maicol salió del edificio La Justicia hecho una furia por aquel desplante que le había hecho la supuesta prometida. —Maldita mujer prepotente— masculló las palabras mientras bajaba del ascensor y buscaba la salida y llegar hasta su auto. Sacó su teléfono y marcó los números que conocía de memoria antes de subir al auto. Mientras esperaba que le respondiera la llamada caminó hacia la puerta del auto e ingresó dentro de él. —Esa mujer no va a ir al almuerzo — dijo cortante y malhumorado. — ¿Cómo así? — respondió la mujer en la línea— debes hacer todo lo posible para que te vean con ella en público. El hombre arqueó sus ojos y dejó escapar un suspiro de desagrado. —Acaso no crees lo insistente que fui con esa mujer— comenzó a hablar con furia— le he mandado flores, regalos, invitaciones