Para Ivana fue la semana más tediosa que había pasado en su vida y eso que ya tenía experiencias previas de su antiguo trabajo, un día llegaba Jace a cuidar de ella y al otro llegaba Antoni e incluso cuando ninguno de los dos pudo llegar a verla James lo hizo, un tablero de Bancopoli fue el pasatiempo de aquel peculiar día donde hasta Víctor estuvo jugando; Ivana no había olvidado lo que hablo con Jonathan y su mente seguía pensando en la venganza, de esos sentimientos prefirió guardar silencio porque algo le decía que sería juzgada duramente por estar considerando algo tan drástico apenas despertando de un estado comatoso. Una semana se pasó lentamente frente a ella, pero cuando tuvo el alta de los médicos estaba ansiosa por volver a la comodidad de una casa con olores más agradables que el limpia pisos de pino que usaba el conserje, estaba ansiosa, casi comiéndose las uñas porque ellos estaban tardando en ir a recogerla.
– Muñeca. – Jace fue el primero en entrar.
– ¿Por qué tardaron tanto? – pregunto bajando de la camilla ya sin catéter.
– Dieron los papeles a las nueve en punto y son las nueve con cinco. – respondió Antoni viendo su reloj de muñeca.
– Ustedes podían adelantar todas esas cosas. – frunció el ceño.
– Ven aquí y deja de estar tan amargada... – Jace extendió los brazos – Hoy es el último día que pasas en este lugar, pronto vas a estar en casa solo debes ser un poco paciente. – le dio un abrazo cuidadoso y le robo un par de besos en los labios.
– No sabíamos muy bien qué tipo de ropa traerte, un vestido y sandalias bajitas fue lo que sugirió Nanava. – Antoni sacó la ropa de la maleta que llevaba.
– ¿Se han peleado con ella? – pregunto Ivana sentándose de nuevo en la camilla.
– No... – su respuesta tan seca la intrigó mucho más – Ponte la ropa y nos vamos a la villa para que descanses apropiadamente. – le robo un beso también.
– Algo me dice que no veré a mamá en casa y que ustedes dos se han vuelto a encaprichar con manejar su vida. – vio a cada uno.
– A estas alturas ya no importa eso, está viviendo su calentura del momento. – Antoni se encogió de hombros como si nada.
– De verdad que son egoístas. – puso los ojos en blanco antes de tomar sus prendas.
– ¿Qué harías tú si tu padre se empata con la hermana de tu madre que tuviera la misma edad que tú? – cuestiono Jace.
– Desearle la mejor de las suertes porque soy una buena hija y lo que haga con su vida no me compete a mí. – hablaba con toda la sinceridad que podía tener y eso se notó en cada una de sus palabras.
– Lo dices solo de dientes para afuera. – el hombre paso los dedos en su cabello para hacerse una colita.
– Va a volver a casa después del trabajo y se va a quedar dos semanas con nosotros ayudándonos a cuidar de Ivana. – susurro Antoni mientras esperaban a que se cambiara.
– ¿Y Dmitry? – alzo una ceja sentándose en la camilla.
– Ha descuidado mucho sus negocios en Rusia y tiene que viajar por dos semanas, Nanava decidió quedarse para cuidar a la pecosa y porque Daniel no se quiso ir con ella cuando le propuso un viaje. – se rasco la nuca esperando que esas dos semanas fueran suficientes para que su madre recapacitara las cosas.
– Chicos... – Ivana salió del baño – ¿No pudieron buscar bragas más cómodas en mis maletas? además me falta un sostén. – llevo su cabello al frente pues se le habían marcado los pezones.
– ¿Qué tiene de malo la ropa que te trajimos? – pregunto Jace que no había visto lo que era.
– Que es una maldita tanga brasilera. – Ivana se dio la vuelta y levanto el vestido.
– Perdón, fue mamá quien nos ayudó a armar la maleta, la verdad a mí se me estaba olvidando traerte ropa interior. – Antoni se sintió un poco apenado de no cumplir la comodidad de Ivana.
– No puedo quejarme, al menos llevo algo debajo del vestido y no la selva al aire. – ella se lo tomo todo con humor.
– Si quieres me puedo quitar el bóxer y te lo pones para que no te sientas tan incómoda. – el ofrecimiento de Jace fue con las mejores intenciones.
– Así me iré, gracias... – camino hacia la camilla para arreglarse bien las cintas de la sandalia – Solo me prestaras tu chaleco para cubrirme el pecho, el vestido es un poco transparente del pecho. – se movió el cabello.
– No hay problema en eso. – Antoni le tomo el pie para ayudarla.
– Me da mucho gusto que ya vayamos a tenerte de vuelta en casa, solo te quedara descansar y recuperarte. – Jace le acaricio el cabello.
– Estaba pensando en quedarme con ustedes una semana antes de volver a Nápoles, todas mis cosas están ahí. – bajo los pies de las rodillas de Antoni que le había estado arreglando los zapatos.
– Podrías darnos las llaves y mandamos a unos cuantos hombres por tus cosas, las mudas a casa. – se levantó y se quitó el chaleco.
– No tienes por qué volver a Nápoles, ya no tienes trabajo y nosotros podemos mantenerte viviendo como una reina. – Jace la vio a los ojos.
– Por lo que me están diciendo asumo que no van a ayudarme a conseguir mi venganza en contra de Ámbar. – ladeo la cabeza entendiendo las palabras de Jonathan.
– Ámbar desapareció, no tiene forma de obtener ingresos para molestarte y la verdad es mejor dejar las cosas por la paz. – de milagro no se mordió la lengua por esa mentira tan grande.
– ¿Paz? – Ivana alzo una ceja – Jace, casi me matan y de verdad que yo no comparto tu opinión, yo no quiero dejar las cosas por la paz porque sé qué clase de mujer es Ámbar y ella va a querer cobrar venganza, estoy segura que esto solo fue el comienzo. – se tocó el abdomen donde tenía la cicatriz.
– No creo que sea prudente conversar eso en estos momentos, todavía tienes mucho que recuperar, te tambaleas un poco mientras caminas y aunque trates de disimularlo te duelen las piernas. – Antoni la ayudo a bajar de la camilla.
– Ya vámonos a casa, no quiero volver a pisar un hospital en mi vida. – tomo la maleta urgida por irse.
– Toma las cosas con calma, recuerda que fueron cuatro semanas en las que no usaste las piernas. – tuvo que agarrarla porque se fue hacia un lado.
– No sé porque mi cuerpo esta tan inútil, me dieron una semana de rehabilitación y todavía no tengo la fuerza suficiente para correr por mi cuenta. – se sintió un poco frustrada.
– Estas intentando sanar cuatro semanas en una sola, eso es algo casi imposible. – Jace le tomo la maleta.
– Mi cuerpo debería recuperarse rápido, siempre lo hacía. – tuvo que sentarse de nuevo porque las piernas le comenzaron a temblar.
– Esto no es una gripa muñeca, tienes un hueco que todavía no se cierra entre tu pecho y has estado en cama sin mover un solo musculo, iré por una silla de rueda. – Antoni le acaricio la mejilla.
– ¡No, silla de ruedas no por favor, ya mucho perdí la dignidad! – se levantó rápidamente.
– Loquita. – Antoni rio mientras se quitaba el chaleco para dárselo.
– Gracias por venir a recogerme y por estar cuidando de mi todo este tiempo... – le dio un beso en los labios a Jace – Sé que les ha sido muy difícil teniendo su trabajo, gracias por no dejarme sola. – dio otro beso en los labios de Antoni.
– No tienes nada que agradecer, siempre se encuentra tiempo para estar con las personas que se ama. – Jace la abrazo por la espalda.
– Ahora que vas a estar en casa vas a poder recuperar la fuerza en tus piernas, podremos ponerte a hacer ejercicio para que te recuperes más rápido. – Antoni le tomo las mejillas para continuar con el beso.
– Oye, oye... – lo empujo con suavidad – Estamos en el hospital todavía, con gusto podemos hacer ejercicio cuando estemos en casa y cuando me haya quitado los pelos de todo el cuerpo. – aunque fuera un poco lampiña de los brazos no era igual en todo el cuerpo, los vellos en sus piernas eran bastante notorios al igual que los de sus axilas.
– Lo dices como si fuera raro que tuvieras vellos corporales. – Jace arrugo la nariz sin entender cuál era la incomodidad de Ivana.
– Que nos paramos los tres detrás de una cortina y cualquiera se equivoca pensando que solo somos tres hombres. – camino hacia la puesta.
– Es ridículo, a mí no me molesta el vello corporal. – vio a su hermano mayor.
– A mí tampoco, pero esas son las cosas de mujeres que nunca vamos a comprender. – se encogió de hombros con intenciones de seguirla.
– No son cosas tan difíciles de entender, no es algebra la que les estoy enseñando niños... – Ivana volteo a verlos con una sonrisa burlona – A mí no me gustan los vellos en mi cuerpo y estéticamente a mi parecer no se ven bien cuando se usa falda, tampoco me gusta andar las axilas peludas. – se encogió de hombros.
– Yo entiendo lo de las piernas y las axilas, pero ahí no es necesario. – Antoni le tomo la mano y Jace hizo lo mismo con la otra mano.
– Que bueno que les guste y me perdonan, pero yo me voy a pelar apenas tenga la oportunidad. – ella entrelazo los dedos con los de ambos.
– Podrías dejártelos un tiempo, solo por nosotros. – la propuesta de Jace la hizo reír.
– La respuesta es que no. – mantuvo la vista al frente mientras disimulaba una sonrisa.
Ivana estuvo recibiendo terapia rehabilitaría muscular para que sus piernas recuperaran la fuerza suficiente y no se cayera al caminar como le paso en dos ocasiones que quiso ir por su cuenta al baño, se agarró con firmeza de las manos de ambos porque tuvo miedo de caerse sintiendo que sus piernas comenzaban a temblar antes de lograr llegar a la salida del hospital, no le importo que las enfermeras se le quedaran viendo o los demás pacientes cuchichearan, sobre todo fueron mujeres las que se secretearon. Cuando estuvo dentro del auto pudo respirar con tranquilidad y relajar su cuerpo completamente, otros metros más y se hubiese caído al suelo porque sus piernas hicieron un gran esfuerzo para mantenerla andando, Antoni iba a su lado y Jace iba adelante en el lado del copiloto, la mano de Toni iba sobre su muslo y ella llevaba la suya sobre la de él mientras acariciaba las venas saltadas con sus dedos, levanto la vista viendo el tatuaje fijamente, los ojos del lobo llamaban mucho la atención y le costaba creer que hayan sido inspirados en los suyos.
– Estaba pensando en tatuarme tu nombre en el pecho. – Antoni noto que ella veía su antebrazo.
– Si lo haces no podrás volver a tener otra mujer en tu vida. – ella sabía que eso no sería impedimento para que cualquier mujer cayera a sus pies.
– No necesito otra mujer en mi vida, si esto va a un hasta que la muerte nos separe o si termina en algún momento, quiero el nombre de la mujer más maravillosa que haya podido llegar a mi vida impreso en mi piel porque la amo sin importar nada. – puso su vista al frente recostándose más sobre el asiento.
– Yo solo te digo que es una mala idea. – le agarro la mano.
– ¿Te arrepientes de tener nuestros nombres en tu piel? – Antoni volteo a verla.
– Es algo de lo que nunca me he arrepentido, lo pensé mucho y fue algo que hice sabiendo claramente lo que quería. – ella le vio directo a los ojos.
– Yo también estoy seguro de lo que quiero, quiero tu nombre en mi pecho y quizás abajo de tu nombre el de nuestros hijos. – la sintió tensar los músculos de todo el cuerpo.
– Lo de los hijos podemos olvidarlo por un tiempo, después de lo que paso no tengo muchas ganas de saber de esas cosas. – bajo la cabeza incomoda porque quería olvidarse de sus hijos, pero la vida misma se esforzaba por recordárselo.
– ¿Recuerdas algo de lo que paso? – pregunto Antoni.
– ¡Toni, cállate! – gruño Jace desde adelante.
– No recuerdo nada, supe lo que hizo porque me desperté con dolor en todo el cuerpo, me hizo daño interno y para rematar cuando me metió los dedos abrió las heridas. – esta vez fue Antoni quien tenso todo su cuerpo.
– No sigas hablando por favor. – puso la vista en la ventanilla enojado, no con ella, con Enzo.
– A estas alturas todo eso ya está completamente sano. – Ivana largo un suspiro.
– ¿Crees que sea así? – Jace se dio la vuelta.
– En este tiempo en el hospital pedí que me revisaran, quería estar segura que todo estaba bien conmigo y también que no me hubiese pasado alguna cosa. – levanto la vista para verlo.
– No quería hacerte recordar esos momentos. – Antoni le tomo la mano para darle un beso en el dorso.
– Tiene que llegar el momento en que hable de esto, guardarlo no me va a hacer bien y si ustedes no me quieren escuchar, lo hablare con otra persona. – Ivana tenía muchas cosas adentro de sí que le gustaría hablar y se sentia preparado para hacerlo.
– Si quieres hablarlo conmigo a solas yo te voy a escuchar, no te voy a juzgar ni me voy a molestar por lo que desees contar. – Jace sabía que tenía que escuchar y callar, aconsejar si era necesario, ese tiempo con ella hospitalizada lo utilizo para prepararse mentalmente.
– Yo no sé si pueda hacerlo. – Antoni se encogió en sí mismo.
– No es obligación que me escuches, me conformo con que me des amor cuando te lo pida... – Ivana se recostó sobre Antoni con una sonrisa – Que los dos me llenen de amor, porque creo que es lo que más necesito en estos momentos. – el abrazo de Antoni la reconforto mucho.
– Te prometo que te daremos mucho amor. – Jace le tomo la mano y le dio un beso en la mano.
La camioneta entro a la calle privada que llevaba a la villa e Ivana no pudo ocultar una sonrisa en sus labios porque dentro de sí sintió un alivio de que por fin estaba en un lugar donde se sentia segura y donde no tendría visitas cada dos horas, bajo del auto y su sonrisa se amplió ya que Nanava estaba al lado de Daniel esperándola con los brazos abiertos, para la mujer fue un gran alivio verla correr con dificultad hacia ella y es que por más deseos que tuvo de ir al hospital a verla la presencia constante de Antoni hiso que se contuviera esos deseos, seguían molestos entre sí, pero a pesar de eso ella los seguía contemplando mucho porque eran sus hijos sobre cualquier hombre.
– ¡Mi niña, que gusto me da poder verte bien, te he extrañado tanto! – Nanava rompió en llanto acariciando sus mejillas, su cabello y la llenó de besos.
– ¿De verdad? – Daniel vio a su madre con una mirada juzgadora.
– La he extrañado mucho, aunque ustedes tres lo duden. – se molestó con Antoni porque era el que menos se reprimía para hablar.
– Yo no he dicho nada, no me veas así. – puso los ojos en blanco con algo de molestia.
– Creo que su relación no va marchando bien. – la tensión entre ellos dos era bastante palpable.
– Vamos adentro que tienes que descansar, ha sido un viaje largo desde el hospital hasta aquí. – Jace se agacho y la levanto de forma nupcial para llevarla adentro.
– Te voy a preparar algo rico para que comas, las cosas que dan en el hospital no son tan buenas. – Nanava apresuro el paso para entrar primero.
– Gracias mamá. – Ivana sonrió mientras era llevada a la sala.
– ¿Cómo te sientes? – Daniel se sentó en el sillón individual.
– Pues bien, ahora ya me siento mucho mejor, pero tengo un poco de problemas para mover las piernas. – Ivana se quedó recostada en el largo sofá.
– Enano, ve por una sábana que está a los pies de mi cama y tráemela, es mejor que descanse bien cubierta. – Jace le dio un beso en la frente.
– Gracias por las atenciones. – se acostó de lado sintiendo su espalda un poco adolorida.
Jace espero a su hermano para poder cubrirla con la sábana que le pidió, no era un día tan frio, pero usualmente Nanava solía tener el aire acondicionado encendido y a una temperatura bastante baja, Antoni había subido al cuarto de Ivana para dejar la maleta a pesar de que era suya y cuando bajo la vio acostada de lado en el sofá con los ojos cerrados, no la iba a interrumpir ya que imagino que debería estar muy cansada y solo se limitó a ir a la cocina por una cerveza, le dio la vuelta a la isla para no estorbar a su madre mientras se movía de un lado a otro preparando la comida que le daría a Ivana.
– ¿No vas a esperar el almuerzo? – pregunto Nanava al verlo destapar la bebida.
– Solo me voy a tomar una cerveza y ya después veré que me preparo para comer. – la vio arrugar la frente.
– Estoy preparando comida para todos, no solo para ella... – bajo la cabeza para centrarse en lo que hacía – Me parece muy mal que hayas comentado algo como eso frente a Daniel, no puedes dudar de que yo los quiero a todos por igual. – tomo la sal y condimento el pollo que se estaba friendo.
– Mamá, Daniel es un niño que tiene mente propia y no necesita ser influenciado por nadie, además cuando está cerca yo procuro no hablar nada relacionado con tus cosas. – se mantuvo serio mientras le daba el primer trago.
– ¿Podríamos llevar la fiesta en paz mientras Ivana está con nosotros? – pregunto en un susurro.
– Créeme que yo soy el más interesado en eso. – lo dijo con un tono que denotaba sarcasmo porque era ella quien comenzaba las peleas.
– Tu lo que quieres es que deje a Dmitry. – volteo a verlo y Antoni prefirió seguir su camino.
Prefería escapar antes de tener la misma pelea con su madre, al llegar a la sala vio a Ivana acostada hacia el otro lado muy cerca del borde del sofá y antes de que se fuera a caer decidió cargarla para llevarla a la otra área de descanso que tenía un sofá cama mucho más amplio, además que más cómodo para que ella pudiera dormir con tranquilidad.
– Estabas a la orilla y te ibas a caer. – comento cuando ella despertó asustada.
– Gracias... – le tomo la mano antes de que se alejara – Quédate un rato conmigo. – le hizo espacio.
– ¿No quieres estar solita? – sonrió pasando a acariciarle la mejilla.
– No quiero estar sola. – era la verdad.
– Déjame ir por mi bebida... – se levantó rápido y volvió de la misma manera – Vamos a acomodar estas cosas aquí y ya está. – arreglo las almohadas antes de quitarse los zapatos y acostarse con ella.
– Me das un poquito. – Ivana sonrió viendo la cerveza en su mano.
– Por supuesto que no, todavía estas tomando medicamentos que no son buenos para mezclar con alcohol. – dejo que se acomodara a su lado.
– Me provocas antojo. – susurro pegándose más a su pecho.
– Entonces dejo de beber para que no te sientas tan antojada. – dejo la botella aun lado en la mesita.
– ¿Por qué hay tanta tensión entre mamá y tú? – pregunto Ivana levantando la cabeza de nuevo.
– Hubieron unas cuantas peleas mientras tú estabas en coma, se aferró a permanecer con Dmitry y al final él se fue, yo no me pude contener de burlarme de ella. – una sonrisa ladina se dibujó en sus labios.
– ¿Por qué son tan malos con ella? – se movió para quedar acostada sobre el cuerpo de Antoni.
– No es maldad, es que no me gusta Dmitry para mi madre, no es por su edad, es porque yo lo conozco y se lo zorro que puede ser, de cierto modo crecimos juntos, tenemos casi la misma edad. – Antoni tenía un muy buen punto en ese sentido.
– Las personas tienen derecho a cambiar y a corregir sus acciones que han sido malas. – apoyo el mentón sobre sus dos manos cruzadas.
– No quiero que le haga daño, es mi madre y sobre todo la amo. – comenzó a acariciarle la cabeza.
– Si fuera otro hombre, de la misma edad, pero sin relación con ustedes ¿La dejarías vivir su romance? – Ivana quería comprender los motivos por los que odiaban tanto a Dmitry.
– Desde que papá murió y después de que Daniel cumpliera los dos años ella ha vivido sus romances con cuanto hombre ha querido, a su manera, nadie le ha dicho nada, pero Dmitry no solo es familia, es un traidor a todos los conceptos que nos inculcaron a nosotros. – Antoni se sentia hipnotizado por los ojos de Ivana.
– En mi más humilde opinión, yo creo que deberías darle el beneficio de la duda y dejar que te demuestre que ha cambiado. – se deslizo hacia adelante para darle un beso en los labios.
– Deberías descansar un poquito más, ya dentro de poco va a estar lista la comida. – la agarró de las caderas para continuar con los besos.
Fue grato para ambos poder compartir besos después de tanto tiempo separados, Antoni subió sus manos arrastrando un poco el vestido hacia arriba y rodeo la cintura de Ivana con sus brazos cuidando de no apretarla mucho, tenía miedo de que la herida se abriera nuevamente porque tenía partes que todavía no habían sanado; la respiración de Ivana se comenzó a acelerar y separo las piernas para empujarse hacia arriba, sus manos se colaron bajo la cabeza de Antoni para que sus dedos se enredaran en su cabello apretándolo con un poquito de fuerza mientras el beso continuaba cada vez más intento.
El momento se les fue de las manos, Antoni le dio la vuelta con brusquedad tumbándola en la cama, abrió las piernas de Ivana y presiono su cuerpo contra ellas mientras una de sus manos iba desabrochando los botones del chaleco, al conseguirlo sus dos manos apretaron los senos hasta sacarle gemidos escandalosos y que sin querer llamaron la atención de Daniel que ingenuamente pensó que su hermano la estaba lastimando; Antoni no se alejó con brusquedad de ella porque tenía una parte de su peso sobre el cuerpo femenino y al hacerlo si la iba a lastimar, con toda la tranquilidad del mundo le dijo que solo le estaba haciendo cosquillas, con la inocencia de un pequeño de ocho años Daniel acepto esa explicación y volvió a la sala principal a ver una película.
Ivana se contuvo la risa hasta que el pequeño se fue y vio como la expresión de Antoni cambio completamente, se vieron a los ojos y ambos se rieron pensando que lo mejor era dejar las cosas como estaban, tomaron la posición de antes, ella acostada sobre su pecho y se quedaron dormidos sin darse cuenta, mientras Nanava estaba afanada preparando el almuerzo, a pesar de que faltaban casi dos horas, Jace salió de la oficina y fue a buscarlos, tras encontrarlos en aquella parte más escondida se acostó en el otro lado de aquel sofá cuadrado dejando a Ivana entre ambos ya que se había bajado del cuerpo de Antoni.