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Luego de pagar el taxi y bajar, me detuve a observar la fachada del sitio, ya que la última vez que había estado ahí lo único que había apreciado había sido el piso. La puerta era de madera roja, por lo que supuse que había sido exportaba, quizás de Canadá o algún otro dio del norte de América. Era evidente que había sido tallada a mano y por los detalles que tenía seguro no había sido nada barato. Los muro también eran rojos, aunque su tono era mucho más opaco, quizás por la lluvia de temporada o el sol del verano pasado, porque la pintura no se veía tan gastada, para pintarla seguro costaría toda una fortuna. La casa constaba de tres pisos y solo uno de ellos contaba con un balcón, quizás aquel era la habitación principal de la casa. Los jardines, por supuesto ya los conocía, aunque no