Había sido un largo trayecto de una hora y media, tiempo que Arthur y yo aprovechamos para convivir un poco más, era una de esas pocas veces en que en nuestra conversación no había ningún tipo de humor n***o ni tampoco insultos, al menos de mi parte. Arthur se había comportado muy bien como para ser grosera sin ninguna razón, por lo que me atreví a regalarle muchas sonrisas y algunos chistes que me sabia. —Ahora quiero que cierres los ojos— me indico en cierto momento mientras el auto aún continuaba con su trayecto y aunque en esa petición no confiaba mucho en esa petición, aun así lo hice— cuando yo te diga, quiero que mires a tu izquierda. —Nunca me han gustado las sorpresas, sabes— dije algo incómoda, era la primera vez que alguien me daba una, pero durante el colegio siempre tuve mie