Rodrigo sonrió en su interior, observó a Arnau, con una expresión triunfante en la mirada, se apoyó en el bastón, y siguió a Giovanna. —No sabía que las religiosas podían tener tanta confianza con los hombres —mencionó mientras caminaban por un oscuro pasillo. Giovanna apretó los dientes. —No sé a qué se refiere. —A su amigo, el psicólogo, veo que son muy íntimos. Giovanna detuvo su andar, giró su rostro y lo observó con esa expresión de ira contenida. —Mire ingeniero, no haga ese tipo de comentarios que dará lugar a malos entendidos, en segundo eso es algo que a usted no le incumbe, yo no ando averiguando sobre su vida privada, haga el favor de respetarme. Giovanna volvió a poner su cabeza de frente, y siguió el camino, de pronto sintió la mano de él en su brazo y sintió com