Todos enfocaron su mirada en Rodrigo ante el cuestionamiento de Giovanna. Arismendi la miró y resopló. «Una monja poseída, me atacó» pensó él en la mente, y se mordió la lengua para no soltar eso mismo que estaba pensando, sin embargo, no podía comportarse como un sinvergüenza, y acusarla, debía ser un caballero, aunque en el fondo él nunca había sido uno, sino más bien siempre irreverente. —Alguien me atacó en la oscuridad, se llevó toda mi ropa. —¿Hasta los calzones? —preguntó Rosaura y todos estallaron en sonoras carcajadas. —Hay que llevarte a casa y curarte esas heridas —propuso Roxana. —Puede ir a casa del tío Franco, ahí están sus primos, pueden ayudarlo —comunicó Giovanna, y apretó los labios, no se estaba comportando como una religiosa solidaria—, claro estamos más cerca