Giovanna de nuevo sintió ese temblor en su cuerpo, y él como siempre era la tentación en persona, se veía muy atractivo, como si hubiera llegado a tentarla. No sabía que hacía ahí, ni quién lo invitó. «El demonio en persona» pensó Giovanna. «Seguramente ahora que me ve con este atuendo desistirá de su estupidez, y se dará cuenta que no me ama, que lo de él es un capricho» Sin embargo, no tenía tiempo de pensar en él, buscó con sus ojos a Lulú, y su corazón se estremeció, andaba de la mano de Gianpiero y Gianfranco, correteando, se veía como una princesa con la ropa que Rodrigo había escogido. «Es tan linda, se ve tan feliz, así debió ser siempre, si yo…» —¿En qué piensas sobrina? —preguntó Franco. Giovanna se aclaró la garganta, limpió las lágrimas que brotaron de sus ojos. —En l