Rodrigo quiso deshacerse de Irene, y quedarse a almorzar en el convento, pero esa mujer era como una piedra en el zapato, así que tuvo que disculparse con las religiosas, e irse con su amiga. En el camino hasta el edificio en el cual había instalado su oficina, Rodrigo, no pronunció una sola palabra, al igual que Giovanna se sentía confundido. «Tanta cercanía con esas monjas me está volviendo loco» Miró las largas piernas de Irene, pensó que, teniendo sexo con una mujer, podría sacarse de la mente a la hermana Caridad. —¿Por qué tan callado? —cuestionó la mujer que iba junto a él en el auto—, estás muy frío. —Colocó su mano en la entrepierna de él. —Tanta cercanía con esas monjas te está haciendo mal. Rodrigo respiró agitado, cuando la mano de la mujer rozó cierta parte de su cuer