—¿Señor obispo sigue ahí? —inquirió Giovanna, al no escuchar a nadie. Un profundo silencio se hizo en el ambiente, se levantó y abrió el cubículo, se sorprendió al no encontrar a nadie. —Hermana Caridad, va a confesarse —preguntó el verdadero obispo. Giovanna sintió un escalofrío que le recorrió la espalda, giró su rostro a varios lados, buscando a la persona que había suplantado la identidad del sacerdote. Palideció por completo. —Por ahora no, señor obispo, disculpe, debo hacer algo importante. Giovanna caminó por la iglesia con premura, sus pasos eran acelerados, salió al pasillo, se encontró con una religiosa. —¿Vio a alguien salir de la capilla? La religiosa negó con la cabeza. —No, la única persona que entró fue el ingeniero Arismendi, la andaba buscando a usted. Gio