En sus aposentos, Johan Black se sentía furioso ¿Pero qué demonios se creía él?, siempre menospreciándolo como si no valiera nada, lo sabía, siempre lo había sabido, el gran Elric Black, primogénito del patriarca, heredero de la familia, el perfecto hijo mayor…maldita sea, odiaba por completo al bastardo, siempre pavoneándose, siempre mirándolo hacia abajo, su madre tenía razón, el debería ser quien herede todo, aunque sabía, aquello, era imposible, el habla nacido después, para gran desgracia suya, aunque igual el estaría a cargo de las empresas en España no le parecía justo que su legado familiar otorgará el patriarcado al hijo mayor.
Dejándose caer en la enorme cama meditaba sobre todo, estaba de nuevo en esa vieja mansión, recordaba su más tierna infancia viviendo en ella, disfrutando molestar a Adam, correteando por los grandes jardines y deseando usar aquel columpio bajo el sauce, tocándose inconscientemente la mejilla izquierda recordó también aquel día en que su hermano mayor lo golpeó cuando intento treparse en aquel columpio, nunca lo dejo jugar en él, lo veía pasar sus largos días sentado frente a él, mirándolo como hipnotizado pero nunca balanceándose, jamás comprendió el porqué de esa absurda conducta, siempre que preguntaba a su madre, su padre, incluso la servidumbre, todos guardaban silencio y le evadían el tema, solo recordó que su madre solía reír cada que veía a Elric en ese trance, maldición, odiaba ese lugar, odiaba recordar que una vez tan solo quiso que su hermano mayor lo mirara, que jugará con él, se sentía estúpido por haber deseado eso, tratando de ignorar aquellos pensamientos, finalmente, Johan, se quedó dormido.
Elric, por su parte, trataba de calmarse, nunca era agradable tener a su hermano cerca, su sola presencia le recordaba a la maldita bruja Brianda , le gritaba en cada hebra de cabello n***o, en cada resplandor dorado en los ojos del menor de los Black, que su padre había reemplazado a su madre, sumergido en sus pensamientos finalmente escucho su celular sonando con insistencia, la pantalla marcaba cinco llamadas perdidas, finalmente respondiendo la llamada esperando recibir la información que había solicitado semanas atrás esperaba ayudarse a olvidar el gran malestar que sentía al saber que su hermano dormía plácidamente a dos puertas de la suya.
— Sr. Black, perdone la demora, pero encontrar información de la señorita White no fue tan sencillo como espere que fuera — dijo una voz masculina al otro lado de la línea.
— Solo te di 24 horas, pero dejaré pasar este retraso solo por esta vez, ahora suelta lo que tienes para decirme — respondió con molestia el adonis pelinegro, agradeciendo internamente por recibir la llamada en un momento tan problemático.
Un nuevo día comenzaba, todo parecía más abarrotado de lo que recordaba, y no había trascurrido demasiado tiempo desde la última vez, voces resonando una y otra vez se distorsionaban las unas a las otras haciendo que aquel barullo se tornará bastante molesto, estudiantes caminaban presurosos entre los muchos corredores de las diferentes universidades del campus, era el primer día del semestre, nadie quería llegar tarde a la primera clase, Melissa soltaba risitas que ponían más de los nervios a Rebecca, Stefany y Eimy, ¿Que de divertido podría tener estar en medio de aquella avalancha de jóvenes apresurados? Además, el calor no lo hacía más tolerable.
— ¿De qué rayos te ríes? — finalmente pregunto Rebecca ya con los nervios alterados.
— Siempre es lo mismo la primera semana, todos quieren llegar a tiempo, pero será como cada semestre, el próximo lunes recordaran que son ricos, que realmente no tienen necesidad de tomarse todo tan en serio y que solo asisten para complacer a sus padres, y entonces finalmente, los que estamos por beca o porque en realidad queremos salir adelante, podremos caminar tranquilamente, así que no perderé la paciencia como ustedes lo están haciendo — dijo riendo la bella azabache.
— Tienes razón — respondió Stefany suspirando.
— ¡Mis niñas hermosas! — gritó un Adrien acalorado que acaba de escapar de una avalancha de estudiantes y corría a abrazar a Stefany.
— Adrien, pensé que no vendrías hoy — río Melissa al observar las mejillas enrojecidas del rubio.
— Tengo que estar aquí presente, no podría dejar a mi Stefany en medio de estos salvajes — respondió chillando el principesco joven.
— Buenos días señoritas — saludaban Erick, aquello era particularmente extraño, Eimy sabía bien que los superiores no asistían a la universidad hasta la segunda semana, y aún más extraño era el saber que Eccheli y Connolly ya se habían graduado tiempo atrás, el semblante de Rebecca se había tornado serio, algo definitivamente no andaba bien.
— Los veré cuando las clases terminen, yo tampoco quiero llegar tarde en mi primer día — río Melissa despidiéndose de todos sacando a Eimy de su intriga.
— Será mejor que también me vaya, mi clase ya debió haber comenzado — dijo la pelirroja que arrastró a Stefany con ella para interrogarla sobre la presencia de los superiores.
Aquello, sin embargo, no hizo falta, los ojos de Eimy y Stefany se abrieron con asombro al ver al joven que les bloqueaba el paso.
Aquel rostro arrogante de ojos verdes felinos, el cabello rubio, dorado como el sol, aquella sonrisa maliciosa que ya conocían demasiado bien y no había para nada echado de menos…estaba allí, aquel hombre que una vez había hecho sufrir a Melissa.
— Señoritas, tanto tiempo sin verlas, ahora, ¿Alguna de ustedes sería tan amable de decirme en donde se encuentra la señorita White? —
Un escalofrío recorrió la espalda de las chicas, apenas era el primer día del nuevo semestre y las tragedias comenzaban, sin embargo, Eimy finalmente comprendía porque los chicos se habían presentado aquel ya nubloso día, estaban allí para proteger a la hermosa azabache.
Melissa recorría apresurada los pasillos, aquello era excitante, era el primer día del último semestre de su universidad, al graduarse finalmente sería médico, entonces encontraría la manera de hacer que Maddox volviera a caminar, aquello era su prioridad, nada más importaba, y este era finalmente el paso cúspide que debía dar para lograr todo aquello que desde muy joven se había propuesto.
Perdida en sus pensamientos no se percató del joven pelinegro que caminaba igualmente distraído con su vista fija en su celular, maldiciendo por lo bajo haber sido despertado por Adam, apenas había alcanzado a dormir un par de horas debido a que su perfecto hermano mayor había pasado la noche en vela armando un alboroto en sus habitaciones, había tenido que colocarse algodones en los oídos debido al molesto ruido que hacía al caminar de un lado a otro sin parar, era un maldito demente que lo había exasperado al punto de casi hacerlo tirar la puerta de su habitación exigiéndole detenerse, por su puesto aquello no había sido la mejor de las ideas, Elric casi logra arrojarlo por la ventana por haberse atrevido a importunarlo, refunfuñando enviaba sus mensajes de texto a Carson, su viejo amigo y compañero de aventuras antes de irse a estudiar al extranjero.
Un estruendoso ruido seguido de quejidos y gritos hicieron voltear a los estudiantes, que, curiosos, rodearon al par de jóvenes que acaban de chocar entre ellos y se maldecían el uno al otro por no prestar atención al caminar.
— Pero que bruta descuidada, ¿Que acaso vienes con los malditos ojos pegados al piso? — gritaba Johan bastante molesto mientras buscaba por el suelo el celular que había volado de sus manos con el impacto.
— ¡Mira quién habla! ¡Yo no soy la que tenía sus ojos pegados en el celular, bruto lo serás tú patán! — decía Melissa apresurándose a recoger sus libros que ahora estaban esparcidos por el suelo.
Levantando la mirada para ver a la niña estúpida que posiblemente ahora le debía un celular, Johan sintió que se quedaba sin aliento.
Ojos color del cielo, piel blanca como la nieve, cabello revuelto, salvaje, del mismo color del ébano, un cuerpo que tenía todo en su lugar, una verdadera belleza que, sin duda, rivalizaba, incluso superaba, a la de su prometida.
— ¿Que acaso se te acabó tu repertorio de insultos idiota? — pregunto Melissa aún molesta.
El chico frente a ella tenía una larga cabellera negruzca, además, guardaba cierta similitud con Jason, sus orbes eran igualmente del color del oro, lucía tan similar y a la vez tan diferente a su amable amigo, que no pudo evitar preguntarse si era otro pariente de su aún esposo, Elric.
— ¿Como te llamas? — pregunto el joven pelinegro ayudándola a levantar en resto de los libros que quedaban en el suelo.
— Soy White, White Melissa — respondió con molestia la bella azabache.
Johan de pronto sintió la necesidad de acariciar esa sonrosada mejilla, tenía curiosidad de saber si sentía tan suave como se veía.
— Gracias, y la próxima vez fíjate por dónde vas antes de lanzar insultos a alguien que no conoces — dijo la azabache tomando los libros de sus manos y caminado molesta hacia su aula.
— ¡Soy Johan Black! ¡Espero que aceptes ir conmigo a por un café cuando las clases terminen, para disculparme! — gritó el joven pelinegro a la chica que sin mirarle siguió su camino apresurada.
— Es hermosa...— murmuró para sí mismo.
— Por supuesto que lo es, la señorita White es una de las chicas más bellas de la universidad de medicina — dijo a sus espaldas un atractivo joven de piel ligeramente bronceada y unos bonitos ojos azul oscuro.
— Carson, ¿Qué haces aquí? — pregunto Johan saliendo del trance en el que se encontraba.
— Pues creo que a partir de hoy estudiamos donde mismo colega — respondió con un deje de sarcasmo el ojiazul.
Carson Yamato era el mejor amigo del más joven de los Black, su familia tenía muy buena relación con la del pelinegro pues varios de los negocios de ambas familias se dedicaban a la industria farmacéutica, y Química era lo que ambos jóvenes estudiaban para continuar sus legados familiares, aunque por supuesto, los Black, eran tan diversos que se decía no sabían ellos mismos de que eran dueños.
— ¿Conoces a esa chica? — pregunto casi esperanzado el pelinegro.
— Por supuesto que la conozco, Melissa es la mejor amiga de mi Rebecca, mi prometida... ¿Aunque no se supone que tú tienes un compromiso con Alexa Sanders? — pregunto Carson.
— Bueno, Alexa no está aquí ahora mismo, está en España viendo los negocios de su familia, así que no pasa nada si quiero conocer a esta chica — respondió Johan.
— No cambias amigo — suspiro el moreno para luego arrastrar a su amigo hasta su edificio universitario.
Elric estaba molesto, no había logrado conciliar el sueño después de hablar con Melvin, aún no podía creer que su esposa tuviera un pasado tan trágico que parecía seguirla aún, había tenido que hacer un par de llamadas, amenazado a todo aquel que pudiera decir algo de la azabache y finalmente había terminado de hablar con el viejo Michael, se sentía mentalmente agotado, sin embargo su jornada aún no terminaba, se había olvidado por completo de su estúpido hermano menor, si llegaba a acercarse a ella podría echar abajo la máscara de Jason que tendría que usar un tiempo más para poder estar cerca de la bella azabache, conducía malhumorado hasta la universidad, allí tomaría al molesto niño y tendría que usar su dominio de futuro patriarca para cerrar la boca de su imbécil hermanito menor, no lograba entender porque debería tomarse tantas molestias por esa mujer, sin embargo, recordar sus sonrisas le hacía entender que debía hacerlo, ya había mandado una respuesta para su esposa, una que no la tendría el mejor humor.
El día finalmente había terminado, Melissa esperaba a sus amigas que sin más, la sacaron casi a jalones y empujones del campus, argumentando estar hartas de la ridícula cantidad de gente que se hallaba en el lugar, Adrien y Erick salían detrás de ella con una expresión molesta en sus rostros, no había tenido siquiera tiempo de contarles que el profesor Connor la había invitado a hacer sus prácticas en su reconocido hospital, todos parecían estar preocupados por algo, sin embargo en su apresurada salida del recinto, pudo ver cómo Jason sacaba a jalones al chico con el que había chocado esa mañana, ambos se gritaban y había alcanzado a ver cómo lo forzaba a subir a su auto, por alguna razón todos parecían estar alterados.
Finalmente habían llegado hasta su cafetería, sus amigos habían insistido en cerrar el lugar solo para ellos a lo que finalmente accedió, ya se sentía bastante angustiada al ver las expresiones de todos ellos, incluso Jhon que no había asistido al primer día, se encontraba allí.
— ¿Me van a decir qué demonios está pasando? — dijo Melissa ya molesta.
— Melissa, será mejor que te sientes — dijo Adrien alcanzando una silla para ella.
Stefany la tomo de las manos y le dijo aquello que ya comenzaba a presentir.
— Está aquí, le hemos visto y te está buscando —
Aquellas palabras lograron formar un nudo en su garganta, todo indicaba que no se graduaría sin tener que enfrentar más problemas de los necesarios…aquel rostro se dibujo en sus dolorosas memorias…él había regresado.
El día había sido largo, sus amigos finalmente la habían dejado en su apartamento con la condición de aceptar al guarura personal de Adrien, ahora el pobre hombre estaba apostado fuera de su hogar, aquello le parecía incómodo, pero entendía el porqué de la preocupación de todos ellos, había preparado una olla de café que le ofreció al hombre que ahora sabía se llamaba Manuel, también le había dejado unas piezas de pan para acompañar, agradeció la protección brindada y se volvió hacia la puerta, entonces noto lo que no había hecho al llegar, en su buzón se encontraba una carta, tomándola sin ganas entro de nuevo a su apartamento.
Elric Black.
Decía aquel sobre, finalmente había llegado la hoja de divorcio pensó, una buena noticia era todo lo que necesitaba en estos momentos, acomodándose en su más cómodo sofá, se apresuró a abrir aquel sobre.
El suelo en sus pies parecía moverse, todo a su alrededor temblaba, ¿o era ella la que estaba temblando? Las lágrimas comenzaron a brotar de sus celestes ojos, y procedió a leer una vez más el contenido de aquel sobre.
"Estimada Sra. Black, la solicitud de divorcio ha sido denegada, recibirá la visita del Sr. Black en los próximos meses, le avisaremos oportunamente de su visita, sin más que decir por el momento estamos a sus órdenes"
Era un párrafo breve de la oficina de su esposo, pero aquellas cortas palabras le habían causado un gran estrago...se había negado a firmar el divorcio...le había negado la oportunidad de ser libre...pero ¿por qué? Ni siquiera se había tomado una hora al día para hablar con ella, no conocía su rostro, no tenía idea de quién era el, podría encontrarlo en la calle y no sabría que es el...no había visto su rostro ni siquiera en fotografías, no había ni rastro de el en la mansión, y aunque mil veces le había preguntado a la servidumbre nadie sabía decirle nada ya que todos los empleados a excepción de Adam eran relativamente nuevos y ninguno conocía el rostro del primogénito de su señor, Adam tampoco le había dicho demasiado, solo que era un joven gallardo y apuesto...todo aquello la frustraba, arrugó aquella carta y la arrojó lejos de ella, ¿porqué de pronto todo parecía volverse en su contra? No tenía ganas de hablar con nadie, sin embargo, tomo su celular y marco el único número que recordó en ese momento.
Jason Black ...
Brillaba el nombre en la pantalla, entonces la gruesa y agradable voz sonó en el celular.
— Melissa...¿Te encuentras bien? —
— Yo...el...se ha negado, se negó a firmar el divorcio...— fue todo lo que dijo...después colgó la llamada.
Elric sabía que le había hecho daño al negar el divorcio, pero no podía perderla, quería conocerla más, ver los colores de su espontánea personalidad, quería que lo llamara por su nombre...sin rencor alguno.
La carta le había comprado tiempo...eso pensaba mirando la pantalla de su celular iluminándose de nuevo con el nombre de Melissa en ella, sin embargo, ninguno sabía, los obstáculos que habían llegado a su puerta, un matrimonio falso que él quería hacer verdadero, y aquel del que ella quería escapar estaba por sufrir el atroz ataque de un feroz enemigo.