Alejandro se derrumba en el sofá en la sala de estar de la suite oficial del apartamento presidencial, sin importarle si arruga su uniforme ceremonial. Está cansado de una manera que le come el alma. Su pueblo siempre será el centro de su corazón, a lo que dedicará su vida, pero el trabajo interminable día a día de ser el líder de una aldea tan grande lo desgasta, especialmente en los días en que está no dormía. Todos los soldados tienen pesadillas a veces, y él no es la excepción. Él sabe que está más cansado de lo que se da cuenta porque ni siquiera la escucha entrar. Ella está allí de repente, su voz suave pero firme. - Alejandro, tienes que dejar que te examine. Se pone un brazo sobre los ojos, su propia voz áspera por el agotamiento. - No. - Tienes meses de retraso con respect