Ella lo quiere, de una manera incapacitante y abrumadora que nunca ha experimentado. Tan cerca como han crecido, él todavía es esquivo. Todas las noches que ella está allí, la besa de forma desesperada y hambrienta, hasta que siente que cada centímetro de ella está cantando. Y cada noche él se retira, plantando besos de disculpa más pequeños en sus labios hasta que se para y la ve a la puerta. Sus toques breves y tiernos nunca pasan de eso. Su creciente frustración se refleja en sus ojos. Ella sabe que él también la quiere. Pero él nunca le dice por qué se está conteniendo y hasta ahora, ella ha tenido miedo de preguntar. Eso no significa que esté dispuesta a rendirse. Una noche, se sientan uno frente al otro en la mesa, beben su té habitual y hablan distraídamente sobre el hospital y e