Capítulo 5 Luca Bianchi, el hijo de Marco.

1364 Words
Capítulo 5 Luca Bianchi, el hijo de Marco. Cuando ese joven invitado sorpresa entró a la casa como si fuera el mismísimo dueño del lugar, su mirada se arrastró desde la entrada, observando todo a su vista hasta que se detuvo un instante en Clara. La vio y algo en su pecho se oprimió, aunque no tenía idea por qué, él no la conocía. El porqué respondería de esa manera, era algo ilógico que en este momento Luca no estaba dispuesto a saber. Había llegado a esa casa la cual no pisaba desde hace años con una meta y no se iría de allí hasta lograrla, ya encontraría tiempo para observar a esa linda empleada con más detenimiento, se dijo. Decidió ignorarla completamente, por ahora, e ingresó más en la mansión en busca de Marco. Al llegar a la sala lo vio allí y no dudo en arremeter contra él, preguntando por la famosa nueva esposa de su padre, sin tener idea de que la identidad de esa muchacha que acababa de ver era en realidad la persona que había venido a echar de allí. —¿Dónde está la puta esa? ¿Gastando toda la fortuna de nuestra familia en un shopping? Al escucharlo, Clara, quien había retomado la limpieza de las ventanas, no pudo evitar detenerse y darse cuenta de que la puta de la que hablaban era ella, por lo que volteó la mirada para ver la espalda del joven que había llegado, parado en la sala. —Cálmate hijo. Ella no se está gastando el dinero de la familia. Le dijo Marco levantándose del sillón donde estaba hasta recién tranquilo, disfrutando de un vaso de whisky. Al ver a su hijo llegar así se sintió un poco nervioso porque no había querido que él se enterara de que se iba a casar, pero ahora era evidente de que él ya lo sabía, si no, no hubiera aparecido jamás allí. Hace años que no ponía un pie en su casa, desde que su madre había muerto, solo el enterarse de que se había casado lo hizo volver, lo que no era una buena señal. Clara, por su lado, al escuchar a Marcos decirle hijo a ese joven, se sorprendió. No sabía que Marco tenía un hijo, nunca le habló de él. En una oportunidad incluso ella le había preguntado si tenía y este lo negó, diciéndole que tal vez en el futuro ella le diera ese hijo que tanto deseaba. Marco tenía treinta y ocho años y ella con veinticinco estaba dispuesta a darle ese hijo que él quería. Qué tonta se sentía ahora al ver que ese hombre le había mentido en otra cosa más. Marco, con paso firme, se acercó a su hijo, notando la expresión de enojo en su rostro, trató de tranquilizarlo y le pidió que hablaran en privado en el despacho, fuera del oído de los empleados. Le colocó una mano en el hombro tratando de decirle que todo estaba bien, pero su hijo se la sacó de inmediato, no queriendo sentir su toque. Marco solo pudo asentir aceptando la decisión de su hijo y empezó a caminar, mientras Luca lo seguía hacia el despacho para conversar. Los dos entraron en el despacho en completo silencio y tomaron asiento uno frente al otro, en el escritorio. Marco, tratando de parecer despreocupado frente a su hijo, le ofreció a Luca una bebida, pero este declinó tajantemente. —No quiero una maldita bebida, quiero que me hables de tu matrimonio, carajo. Al escucharlo, Marco asintió comprensible y dejó la botella de whisky a un lado, centrando en su hijo. Un silencio tenso llenó la habitación mientras se miraban el uno al otro, hasta que, finalmente, Luca rompió el silencio volviendo a hablar. —Necesito saber qué sucede contigo. He estado escuchando rumores sobre tu supuesto matrimonio y me pregunto por qué no me informaste al respecto. ¡Te has casado, maldita sea y le estás dando a otra mujer la vida de mi madre! Dijo Luca en un fuerte grito, indignado con el padre que le tocó tener. Todo el problema en sí, tenía un trasfondo y era la madre de Luca y que lo que ella ya no podía disfrutar, otra lo hacía. —Luca, hijo, sé que no te he hablado de esto antes, y estás muy enojado conmigo y no solo por esto, sino por muchas otras cosas que nada tienen que ver, pero hay algo que necesitas entender sobre esto. No me casé con una mujer que amara o que remplazaría a tu madre, me casé con Clara Rossi, la hermana del hombre que causó la muerte de Ana María y de tu pequeña hermana, Lola. —¿Qué? ¿Qué estás diciendo? ¿Te casaste con la hermana del asesino de mi madre y de mi hermana? Preguntó Luca furioso por esta información, incluso golpeo la mesa indignado por lo que escuchaba. —Sí, Luca, me casé con ella. Pero necesitas entender que esto es parte de una estrategia para obtener venganza por lo que le hicieron a nuestra familia. Clara es parte de mi plan para hacer que ese hombre pague por lo que hizo. La manera en que hablaba Marco era siniestra, dejando ver todo lo que le quería hacer a Clara al descubierto. —¡No puedo creerlo! ¿Cómo pudiste hacer algo así? ¿Cómo pudiste casarte con la hermana de ese sujeto? Pero además, ¿por venganza? Ese hombre murió en el accidente, ¿qué más quieres? —Escúchame, Luca. Estoy haciendo esto porque es lo mejor para nosotros. Pronto lo entenderás. Sé que Clara no es culpable de ese crimen, pero eso no significa que no pueda obtener la venganza que merecemos a través de ella. La he estado torturando, haciéndola vivir un completo infierno desde que nos casamos, por lo que su hermano nos ha quitado. Las palabras de Marco estaban cargadas de gozo al contarle esto a su hijo, quien solo lo miraba con asco, por lo que escuchaba. —¿Realmente crees que torturando a alguien, a alguien inocente, vas a devolvernos a mi madre y a mi hermana? No puedo seguir escuchando esta maldita estupidez. Mejor me largo de aquí. Dijo Luca cuando se levantaba de su asiento, listo para salir de esa casa. Al ver a su hijo tan enojado, Marco se levantó y le agarró la mano, tratando de detenerlo para hacerle entender, aunque fue inútil, Luca rápidamente hizo que su padre lo soltara y salió del despacho. Pocos pasos después, con su padre persiguiéndolo de cerca, se detuvo al ver a Clara limpiando la sala ahora. Observando a su hijo que miraba atentamente a Clara limpiando, a Marco se le ocurrió la brillante idea de hacerlo partícipe de las torturas que le daba a ella. Pensaba que de esa manera, siendo Luca participe de alguna forma, no se enojaría con él por lo que le hacía a ella, sino que lo disfrutaría a su lado, como una retorcida actividad de padre e hijo. —¡Ven aquí de inmediato! Le gritó Marco a Clara levantando la voz y ella, asustada por el repentino grito, soltó lo que tenía en la mano y se acercó a él de inmediato, muerta del miedo. —¿Lo ves hijo? Te dije que no estaba disfrutando del dinero de nuestra familia. Al escuchar lo que su padre le decía, Luca entendió que Clara, la esposa de su padre, era esa hermosa mujer con aspecto enfermizo que tenía en frente de él ahora mismo. Aunque al tenerla tan cerca podía notar que su aspecto no se debía a una enfermedad sino a la clase de vida insana que Marco le estaba dando. —¿Esta es tu esposa? No pudo evitar preguntar para confirmar sus suposiciones. Su cabeza era un completo caos al saber la identidad de esa muchacha. —Sí. Ja, ja, ja. ¿No es hermosa? Preguntó Marco, pero Luca estaba tan sorprendido que no pudo contestarle, solo fruncía el ceño. —Este es mi hijo Clara y quiero mostrarle lo hermosa que eres… Sacate la ropa aquí mismo para que lo vea.
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