Capítulo 1
El comienzo de su sufrimiento.
Las lágrimas de Clara seguían fluyendo, caían por sus mejillas, por lo que parecieron horas. No habían parado desde que el tormento empezó esta noche, dejando rastros de sal en su piel pálida, que estaba herida en varios sitios. Tenía el labio partido y un morado sobre la ceja derecha, evidencia de no haberse quedado quieta y estar llorando como una niña cuando él la atacaba. Cada músculo, cada hueso parecía gritar de dolor mientras trataba de levantarse, recordando el momento en que su esposo, en un estado de ebriedad incontrolable, la había obligado a estar con él nuevamente.
Ese estado no era nada nuevo para ella, puesto que él venía así de tomado varias veces a la semana e incluso en la casa se emborrachaba solo porque sí y luego la forzaba. Aunque parecía odiarla con todo el alma diariamente, todavía su cuerpo respondía a ella y la quería en su cama o donde sea, por lo que cuando estaba ebrio le pedía a sus empleados que la fueran a buscar para que ella lo satisficiera. Así fue como esta noche, mientras ella dormía, fue despertada bruscamente por el mayordomo y enviada a la habitación de Marco. Por más que llorara a los empleados y les suplicara, estos hacían la vista a un lado y le decían que lo lamentaban, pero que de igual forma tenía que ir a la habitación de Marco.
Ahora, después de todo lo que le habían hecho esa noche, ella yacía en la cama al lado de él, quien hace poco había caído completamente dormido y roncaba suavemente. Estaba envuelta en un gran dolor, tanto físico como emocional, que parecía abrumarla casi por completo. La oscuridad de la habitación la empapaba mientras intentaba recuperarse de todo lo que Marco, le había hecho sufrir. Su cuerpo temblaba fuertemente con cada respiración entrecortada que daba, cada movimiento que hacía para poder salir de allí era como mil cuchillas atravesándola. No obstante, tenía que salir de allí, a él no le gustaría verla ahí cuando despertara, por lo que era imperativo que ella se fuera como si el mismísimo demonio así lo quisiera, porque no le gustaría el resultado de sí él, la veía en esa habitación. Ya había sucedido y no fue nada bueno para ella.
La noche estaba envuelta en un tranquilo e inquietante silencio, el cual solo era interrumpido por los ligeros ronquidos de Marco y por los sollozos ahogados de Clara mientras revivía en su mente una y otra vez la sensación de impotencia y desesperación que la habían consumido desde que se casó con ese hombre. La mente de Clara estaba nublada por la confusión y el dolor, luchaba por comprender cómo había llegado a este punto, cómo su amor había sido distorsionado y manipulado en algo tan oscuro y doloroso, que la mataba un poco más todos los días.
—Vamos Clara, ya queda poco.
Se decía ella misma mientras bajaba por las escaleras muy lentamente aguantando el dolor. Al llegar a los pies de esta, pudo distinguir que alguien corría hacia ella desde la sala, era Sofía, una de las doncellas en la casa que al saber que había sido llamada por Marco la estaba esperando para acompañarla hasta su habitación. Ella sabía todo lo que Clara sufría en manos de él y era una de las pocas personas que en esta casa le había tendido la mano.
—Oh, Clara. Mira como estás. Déjame ayudarte…
Dijo Sofía con lágrimas en los ojos, al colocar uno de sus brazos al rededor de la estrecha cintura de Clara.
—Ayúdame, por favor.
—Por supuesto, Clara. Camina despacio, con mucho cuidado.
Le indicó Sofía mientras empezaban a caminar por la sala para ir hasta las habitaciones de los empleados, donde también estaba la de ella. Con mucha dificultad pudieron llegar hasta allí, tratando de que Clara no se cayera en el camino, ya que estaba muy débil.
Al estar rodeada de su entorno conocido, Clara pudo respirar con un poco más de tranquilidad. Era bastante pequeña su habitación y estaba junto a la de los demás empleados de la casa, pero estaba bien lejos de la de Marco, y eso la tranquilizaba. Le gustaba estar lejos de él, cuanto más lejos, mucho mejor.
No pudo evitar recordar las palabras de él la primera vez en esa casa, cuando la llevó a ese dormitorio:
—A partir de ahora esta será tu habitación, si la puedes llamar así…
En ese momento se había enojado por el tono con que él le hablaba, no solo tosco sino también burlón, pero ahora, después de solo unos meses, lo agradecía, porque así no tenía que estar forzada a dormir con el hombre que invadía sus pesadillas.
Con dolorosos pasos, se fue al pequeño baño que tenía en la habitación para poder lavar todo rastro de él, dejando a Sofía afuera. Estando bajo la ducha se puso a pensar en su vida antes de todo esto y no pudo evitar llorar más fuerte al recordarlo.
Clara tenía una cómoda vida antes de conocer a Marco. Con veinticinco años, era secretaría en una pequeña empresa de moda italiana en el corazón de Milán. Con su habilidad laboral, se destacaba entre sus colegas, ganándose el respeto y la admiración de la mayoría; sin embargo, había quienes decían que ella solo tenía su puesto por acostarse con su jefe para subir de puesto. Nada más alejado de la realidad.
Un día como cualquier otro, mientras Clara estaba ocupada organizando la agenda de su jefe, entró en la oficina un hombre mayor que ella, apuesto y seguro de sí mismo: Marco. Como nuevo cliente de mucho dinero, Marco irradiaba poder y un encanto que capturó la atención de todos allí, incluida Clara, quien se hizo la desentendida al principio, pero ese hombre tan guapo captó su atención y aunque lo negara no serviría de nada. Ella no estaba interesada en los hombres, había perdido el interés por ellos, cansada de sentir que solo la buscaban por su cuerpo y algo de sexo. Sin embargo, él logró captar su atención de una manera diferente, despertando en ella cosas que nunca antes había experimentado, como las ganas de sentir a alguien tocándola íntimamente.
A medida que pasaban los días, Clara y Marco comenzaron a cruzarse con más frecuencia en la oficina, ya que él supuestamente tenía muchas citas con el jefe de ella para ultimar detalles sobre el gran pedido que le había hecho a la empresa. En un principio, Clara tuvo intenciones de mantenerse un poco alejada de ese hombre que le había movido el tapete, decidió relacionarse solo profesionalmente con él, pero eso pronto se vio interrumpido con el constante coqueteo de él. Una sonrisa, una caricia y luego el pedido de una cita la llevaron a que hoy en día se arrepienta terriblemente de lo que hizo con su vida y las elecciones tan tontas que tomó.
Marco, quien tenía treinta y ocho años, comenzó a buscar cualquier excusa para pasar tiempo con ella y sutilmente no le dejaba decir no. Ya sea para discutir sobre su encargo o simplemente para charlar durante los descansos para el café, él siempre encontraba un momento para verla. Clara, a su vez, se encontraba sintiéndose cada vez más atraída por Marco, no solo por lo guapo y atento que era con ella, sino también por su naturaleza amable y comprensiva, sin darse cuenta de que tan solo era una máscara para que ella cayera en sus redes.
Con el pasar del tiempo, esa relación que ella veía como bonita y sincera se transformó en una relación romántica, donde ella ponía todo de sí para que funcionara. Se enamoró completamente de él y aceptó ser su novia cuando él se lo pidió en una de las citas que tuvieron. Estuvieron saliendo por cuatro meses cuando él le propuso matrimonio y aunque ella en un principio pensó que era algo apurado, terminó aceptando porque quería dar el siguiente paso con él. Hasta el momento no habían tenido intimidad y ella quería hacerlo con él, quería dar ese paso con él, pero Marco siempre ponía una escusa, alejándola un poco, solo para que ella aceptara ser su esposa.
Lo que ella no sabía era que después se arrepentiría, porque cuando al fin tuvo su primera vez no fue nada como ella lo imaginó.
El día tan esperado para Clara, su casamiento con Marco, lamentablemente fue muy diferente a lo que ella había imaginado. A pesar de que ambos habían planeado una celebración íntima y sencilla, muy pocos invitados asistieron. Ninguna de las personas que ella invitó a la boda se presentó, solo los de Marco. La atmósfera carecía de la alegría que Clara había esperado en un día tan importante para ellos. Solo algunos empleados cercanos de Marco estuvieron presentes para presenciar el intercambio de votos y la firma de los documentos legales, y todos actuaban con una frialdad inquietante que a Clara le puso los bellos de punta, aun así dejo que todo continuara su rumbo porque amaba a ese hombre y quería ser su esposa.
—Como faltaron tantos invitados, es mejor que nos vayamos directamente a la casa, disfrutaras conociéndola.
Le dijo Marcos a su esposa, una vez que las firmas estuvieron estampadas en los documentos y habían salido afuera del registro civil.
—No importa si no están todos, podemos pasar un lindo momento con los que vinieron. Lo importante es que nosotros disfrutemos.
Le dijo ella dándole un beso en la mejilla.
—No, Clara. No celebraré nuestra boda con diez personas. Es estúpido, mejor nos vamos a la mansión ahora.
Antes de que ella pudiera volver a decirle algo, él ya se estaba dirigiendo hasta su auto, por lo que Clara tuvo que correr detrás de él para alcanzarlo.
El viaje en auto fue tan tenso que era palpable en el aire, llenando el espacio entre ellos. A pesar de los intentos de Clara por romper el silencio y el tenso momento, no lo logró. Marco permaneció inexpresivo y reservado durante todo el trayecto, negándose a compartir sus pensamientos o emociones con ella. Incluso desde que entraron en el auto, él no había pronunciado una sola palabra.
Clara se sintió confundida y preocupada por el comportamiento de Marco. ¿Qué había pasado para que él actuara así precisamente en el día de su boda? ¿Por qué la llevaba a la mansión en lugar de celebrar juntos como habían planeado anteriormente? Estas preguntas pasaban en su mente mientras el paisaje cambiaba rápidamente por la ventana del automóvil, pero las respuestas parecían estar más allá de su alcance, por lo que decidió esperar hasta que llegaran a la casa.
A medida que se acercaban a la mansión, el corazón de Clara latía con una mezcla de ansiedad y miedo. No sabía qué le deparaba el futuro ni qué significaba este cambio repentino en el comportamiento de Marco, pero estaba comenzando a pensar que algo no estaba bien. Sin embargo, nada la prepararía para lo que, en realidad, Marco tenía planeado para ella en ese día.