CAPÍTULO 01

1294 Words
Las personas jamás serán igual a lo que está dentro de la imaginación, quizás parecidas, sí. Pero nunca iguales. Los hombres son tan difíciles de entender cómo las mujeres e incluso más. No son capaces de demostrar sus sentimientos, su ego y orgullo son los que manejan sus vidas constantemente y ¿Por qué?, no lo se. Lo único que hoy en día se es que : Marcus, es real. Muy real. Y es hombre, con orgullo, fuerza de voluntad y un carácter de mierda. *** "Bienvenida al infierno mismo" Angy. No me lo imaginé así. Pensé que el día de mi muerte conocería a Marcus, porque sí, muchas veces pensé en verle más allá de la muerte o tal vez antes pero... No me cabe en la cabeza aun, que estoy a centímetros del suelo, siendo asfixiada por la mano izquierda del chico quien sonríe de una manera tan macabra. — Mar ... Mar ... cus. — Trato de hacer que piense un poco en lo está haciendo, pero me siento cada vez más débil y mi voz por poco y no se escucha. Me cuesta respirar, mi cuello me arde, punza y duele tanto. ¿Qué carajos pasa por la cabeza de este ser?; no más al verme lo primero que hizo fue acortar la distancia y tomarme con una fuerza descomunal por el cuello. — Bienvenida, Angy. — Sisea y me doy por vencida. El olor a azufre inunda mis fosas nasales, siento mi cuerpo sobre algo como y tibio ¿será este el más allá? No, una oleada de calor proveniente de no sé dónde hace que despierte en medio de una habitación invadida por las penumbras. Miro en todas las direcciones en busca del chico o alguien más pero no logro localizar nada. Detallo con calma las cuatro paredes en donde me encuentro. Estoy en un lugar bastante elegante, por lo poco que puedo distinguir lo sé, las paredes están pintadas de un color grisáceo opaco y el suelo es de madera pura, las ventanas cubiertas por una tela de seda color n***o y una cama "donde me encuentro sentada en medio", con telas de seda púrpura y madera pulida; encerada dándole un aspecto lleno de brillo. Hay un cuadro enorme al frente con tres hombres muy apuestos de posturas arrogantes y miradas macabras, bajo el se encuentra un estante repleto de libros y una vela que a penas y lucha por dar luz al lugar. A un lado está una silla con mangos dorados y cuando llego a notarlo bien me sobresalto, porque sentado en ella se encuentra alguien que entre las penumbras se nota expectante. — Así que tú eres, Angy. — La persona se pone en pie y la luz de la vela titila, trago un nudo que se ha formado en mi garganta y ruego a Dios porque sea Marcus y no otro engendro del demonio quien esté en la mis habitación que yo. Mis plegarias al parecer no fueron escuchadas porque ante la cama, a unos simples pasos se encuentra en pie un chico de estatura baja, cabello plateado y ojos de color n***o que sonríe como si estuviera escuchando algún buen chiste. Estoy a punto de decir algo cuando la puerta se abre de forma brusca por una ventisca inusual que hace bailar las sábanas pero no el marco con su paso. — Creo que fui muy claro contigo Marco, cuando te dije que no te quería ver poner un pie en mi habitación nunca.— La piel se me vuelve de gallina, cada vello se ha puesto firme ante la voz arrogante y maliciosa que tiene Marcus. La risa del llamado "Marco" llega a mis oídos y cuando dejo de absorber cada detalle del chico que entró vestido de n***o reparo en la figura que está a escasos centímetros de mi rostro con un cuchillo apuntando a mi ojo izquierdo. — Que aburrido, unos segundos más y me habría deleitado con los gritos de agonía de la humana. — Tan rápido como tomó asiento, así mismo se colocó en pie a un lado del chico molesto. — Unos segundos más y me habría encantado cenar a mi hermano menor, hoy. — Marco le resta importancia haciendo un gesto con el rostro y salió dando un portazo, dejándonos completamente solos o al menos eso es lo que creo. — Consejo para ti — comentó arrojándose en la cama mientras yo me hacia un lado, tratando de no estar cerca de él. — Si Marco se te acerca tienes dos opciones — enumera con los dedos. — Lo matas o huyes, pero como eres un ser humano y no posees la fuerza o rapidez que nosotros es probable que igual hagas lo que hagas, mueras. — Eso no me ayuda mucho, Marcus. — Mi vista vaga por todo su ser, por más que trato de evitarlo no puedo, es algo que tengo en mi y no quiero parar. Quiero detallar a la persona que se encuentra con ambas manos bajo su cabeza, acostado boca arriba y con los ojos cerrados, respirando con calma como sí no hubiera sucedido nada hace poco. Es monstruosamente hermoso. Su cabello blanco, sin rastro alguno de otro color en el. Su rostro fino y delgado, con cejas espesas y pestañas largas. Su nariz perfilada y sus labios gruesos, de color rosáceo. Tiene la barbilla un poco ovalada, su cuerpo está bien formado como sí se ejercitará a menudo y sus piernas largas y musculosas. — ¿Ya dejaste de detallarme o seguirás hasta que te canses? —Comenta con pereza, abriendo sus ojos y mostrándose frió, distante. Por instintos giro mi cabeza en otra dirección, buscando una excusa perfecta o al menos creíble que me saque de este aprieto. — No te estaba detallando, es solo que te pareces mucho al chico del cuadro. —Señalo. Pero él no sigue la dirección con la vista es más la fija en un punto ciego de la pared que está a un lado de la puerta. — Um. Bueno, sí. — Murmura. —Tenemos cierto parecido, por eso me ha tocado su habitación al parecer mis padres no logran superar que nos parezcamos a los fundadores de este mundo que por cierto, son nuestros ancestros. Se ocultaron hace muchos años, por eso cuando nací fue como sí todo se detuviera. —Se detiene y me mira por el rabillo de su ojo. — Tú, te pareces a alguien que mis padres dicen "haber conocido antes" pero aún no me quieren decir a quien. —Ríe por lo bajo y un escalofríos recorre mi espina dorsal. —Me gustara ver su reacción cuando se enteren que estás aquí, presiento que va llover sangre esta noche. — ¿De qué hablas? — Indago. Marcus, se ve calmado y debo aprovechar eso para saber todo lo que pueda sobre él y este extraño mundo al que he parado, quizás después le pregunte sobre el guardián de la puerta y Nina también. — Ya lo verás. —Unos gritos como los que se escucharon en el bosque comienzan de nuevo a inundar el lugar, mi acompañante no parece aterrado ni nada por el estilo. Se acomoda más en la cama y me quita la almohada colocándola bajo su cabeza, casi parece que está disfrutando de los gritos llenos de agonía y sufrimiento a su alrededor. Un sonido no muy duro se escucha sobre el techo. —Ya empezó. —comenta. Y, comienza a escucharse cada vez más el mismo ruido repetidas veces, veo a través de la ventana que esta cubiertas por cortinas de seda negra y al asomarme es como si mi cerebro se quedara en shock. Llueve sangre, de forma muy literal.
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