"Ver el lado bueno, aunque no exista"
Angy.
La noche se me hizo tan placentera sobre aquella cama cubierta de telas finas y con la compañía de Marcus, aún más. Pues, el chico no se separaba por nada del mundo de mi lado ya que según él había peligro en cada parte de la casa, ya que; sus padres los días en que llueve sangre tienen la costumbre de hacer reuniones con sus futuras víctimas.
— ¿Cuando...— El peliblanco alza la mano para callarme y coloca la oreja pegada a la puerta. Sus ojos negros cambian de color a rojo y trago un nudo de la garganta cuando las voces que hasta hace poco se escuchaban lejanas ahora están mucho más cerca de nosotros.
— Marta, Máximo su casa de verdad que es muy hermosa — se escucha una voz sutil y femenina desde donde estamos y me hago un lado en la puerta viendo justo frente a los ojos de Marcus y él a los míos.
— También quiero saber. — Susurro ante su gesto de fatiga.
Pasos se escuchan subiendo por las escaleras y en el vano intento de suspirar mi compañero me tapa el rostro haciendo que me sienta asfixiada por el poco aire en mis pulmones.
— Oh, querida muchas gracias. — Se escucha algo quebrarse y me siento sin fuerzas casi a punto de perder el conocimiento. Marcus quita su mano y me hace seña con su dedo índice sobre los labios para que haga absoluto silencio mientras trato en lo más posible de aliviar el dolor en mi pecho consumiendo oxigeno lento.
— ¡Mira cómo se ahoga con la sangre, amor!— grita una voz tenebrosa y escucho que la persona que espía a mi lado murmura un "esa es mi madre" —La muy ingrata creía que se uniría a nuestro linaje puro, que desperdicio pudimos haberla usado como sacrificio en el torneo para los superiores.
— Si, ya lo sé...— esta vez se le une una voz masculina y veo su sombra bajo la ranura de la puerta, es extraño pero es como si una bestia con cuernos, forma de lobo y con garras tomara la figura de un hombre. — ¿Marcus, estás aquí? — dice al dar dos toques en la puerta y hace que del pánico saliera corriendo a esconderme bajo la cama.
El grito que emito pudo haberse escuchado por toda la ciudad o el mundo quizás, al levantar la sábana y encontrarme con c*******s de mujeres que parecían frescos. La puerta se abrió de una patada que le dieron y ambos rostros perfectamente moldeados me observaron con sus ojos completamente negros, como dos pozos sin fondo debido a la falta de los iris.
Marcus colocó una mirada de pocos amigos y cuando los dientes filosos de la pareja se hicieron presente, bajé la mirada topándome con la imagen del c*****r de una chica abierto de par en par con las vísceras fuera, asustada busco una forma de escapar y veo como en las manos del hombre se encuentran los órganos faltantes.
No sé en qué momento sucedió pero todo se volvió borroso, luego oscuro y caí sin ser atrapada.
* * *
Desperté con un dolor de cabeza agudo y las risas a mi alrededor levantaron cada vello de mi cuerpo, busqué con la mirada a Marcus encontrándolo en la mesa donde por muy extraño que suene, yo también estaba sentada.
Tenía sangre seca cerca de sus labios, como si hubiera comido algo hace poco y frente a él estaban Marta y Máximo. Ambos se ven muy jóvenes como veinteañeros y sus cabellos son plateados, ojos de color n***o y piel pálida como su hijo; hablaban entre sí hasta que se giraron y sonrieron en mi dirección, logrando así que Marcus girara a verme.
— Ya despertó la bella durmiente.— escuche y gire para ver a Marco que estaba a mi lado derecho, vestido de n***o, jugando con su tenedor fútbol con lo que resultaba ser un ojo.
— Hola, Angy. — comentó Marta, trate de responder o mover algún musculo pero mi cuerpo no parecía reaccionar y mi voz no salía. Por lo visto los cuatro seres que me miraban atentos lo notaron y confundidos dirigieron la mirada a Marcus.
— ¿Qué le sucede?— preguntó el padre pero su hijo no respondió, en cambio se puso en pie y metió su dedo en mi boca pero esta no parecía abrir y ejerciendo fuerza logró hacerlo, pero recibió un mordisco al cerrarse sin previo aviso.
— ¿¡Que mierdas!? —gritó enojado viendo la sangre caer. — Estas loca, trataba de saber qué te pasa.
Trate de hacer uno que otro gesto pero mi cara no deseaba responder y Marco, el menor lo entendió. —Parece no tener voluntad sobre su cuerpo— dijo, una lagrima bajo por mi rostro de momento a otro empecé a convulsionar sobre la silla mientras era espectáculo de los seres oscuros.
* * *
Luego de vagar por un camino sin rumbo en mi mente, desperté en la sala de la casa nuevamente siendo el centro de atención de Marcus y su familia que se estaban sentados frente a mí en un sillón n***o para cuatro personas.
— Parece que este de aquí —señaló a su hijo mayor— se le olvidó por completo decirle a tú novio allá afuera que te encuentras en nuestro mundo. Así que como consecuencia del estado crítico en el que estas ellos aplicaron lo que llaman "electrochoques" para reanimarte por la fuerza.
— Ya veo...— digo colocándome en pie y tambaleándome un poco. — Me disculpo entonces por la escena de antes.
— Oh, no te preocupes ya las hemos visto muchas veces — sonríe la mujer de forma espeluznante. — Nuestras víctimas lo hacen mucho, llenas de miedo o cuando pierden sangre en gran cantidad.
Asiento no muy convencida del estado mental de estas personas y trato de colocar mi vista en el compañero de vida de Dylan, pero este parece estar muy enojado con no sé qué porque aprieta sus puños sobre los vaqueros negros que lleva puesto.
— Entonces, ¿Qué te trae por aquí? —Indaga Máximo, respiro hondo y respondo.
—La muerte, supongo.