Narra Keyra World
—¿¡Qué!?, pero, pero como, como es posible. ¡Porqué yo! ¡porqué ustedes!
Mi mente no podía asimilar la situación.
—Eres tan inocente. ¿Nunca escuchaste de esto?
—Sí, pero...
—Pues es así, existe. Nosotras somos olvidadas, utilizadas y masacradas por asquerosos que, aunque se vean prestigiosos, son delincuentes. Somos solamente un objeto s****l bajo la esclavitud de estas personas y nos hacen lo que a ellos les plazca. Nunca se puede escapar de aquí, solo salimos de este juego siendo un cadáver.
—No, no, no... ¡porqué!
—¡Qué sentimental eres! —Rechinó los dientes con enojo–. Esto es la realidad. Es la realidad de todas y ahora es la tuya. ¡Acéptalo! seguro ya tienen un propósito para ti.
—No entiendo, no logro entenderlo. —Lloraba sin control.
—Hey, niñita, yo no quiero oír tus lloriqueos. Mantente en silencio. Fueron sus últimas palabras, en tanto me fundí en desesperación.
Me recosté, con la depresión sobre mí. No podía con todo esto... no podía creer en qué clase de situación, había venido a parar. Estaba hecha añicos y llorando simplemente me dormí. Solo me quedaba resignarme y esperar..., esperar lo que sucedería conmigo.
***
Después de algunas horas, los movimientos del lugar me levantaron bruscamente. Eso fue a mi conveniencia, ya que venía teniendo aquella pesadilla que me atormentaba cada día de mi vida: La muerte de mis padres.
Mi mente engorrosamente solía recordar la noche cuando los asesinaron. Apenas tenía ocho años. Sino fuera que mi madre me escondió en el almacén aquel día, tal vez, también estuviera muerta. Y creo que hubiese sido lo mejor. No hubiera pasado tantos años de soledad, sin ellos.
Mi tío se hizo cargo de mí desde entonces, pues no tenía más familiares. Él es el hermano menor de mi padre. Mi único familiar cercano vivo.
A mi parecer esto fue una ventaja en el futuro para mi tío, ya que se empoderó de los negocios más importantes de la familia. Cuando me volví mayor de edad heredé la parte que me correspondía de mis padres, sin embargo, hasta ahora mi tío es el único que aun los maneja. La verdad nunca me dejó saber más sobre nuestros patrimonios y ni siquiera me dio indicio para colaborar. Él decía que me ocupara de otras cosas que solo una pequeña niña podía manejar. Al final, tampoco tenía tanto interés, solo quería vivir mi vida tranquila y solitaria como ya él me había acostumbrado.
Lo que nunca entendí fue que él me crio de esa forma muy poco particular. Me hizo estudiar toda mi vida en privado. Nunca me permitió tener una niñez ni adolescencia normal. También procuraba en mantenerme totalmente aislada de todas las personas, asociados a las empresas. Me hacía entender que nadie me aceptaría, que nadie me querría. "Todos se acercan por interés", es algo que siempre me lo recalcó y que nunca se me quita de la cabeza. Es por esa razón que no sé cómo interactuar con los demás.
En fin, nada tenía sentido, menos respuestas.
Realmente no dejaba de preguntarme si de verdad él me estaría buscando...
***
A los minutos de permanecer sentada con mi enorme disturbo. Sentí un fuerte remezón como si el barco finalmente se hubiese detenido. De pronto, iniciaron a aparecer unos hombres a sacarnos del lugar. A mí me tomaron a la fuerza. Me comporté como un gato asustado tratando de permanecer dentro de aquella jaula. Luché, pero la potencia de ellos pudo con mi débil cuerpo. Luego me vendaron los ojos, como vi que le habían hecho a las demás.
Sentí las cadenas en nuestras muñecas. Íbamos una tras la otra. No nos trataban bien. Nos gritaban y empujaban a su antojo.
Luego de caminar un largo trayecto a ojos cerrados, hubo un momento que sentí que nos soltaron y dejaron solas. Es ahí cuando me quité el vendaje, descubriendo así que me encontraba en un cuarto con dos chicas más.
Nos habían llevado de tres en tres en cada habitación, para mi sorpresa me había tocado con la chica con quien había conversado antes y con una más.
Entonces quise ser gentil y me acerqué a ellas... Una estaba sentada en el rincón de la esquina completamente fundida entre sus piernas, en tanto la otra solo estaba apoyada en la pared con los brazos cruzados, como matando el tiempo.
—Sé que no tengo la cordial alegría de saludarlas, por la situación en la que nos encontramos, pero me presentaré ya que estamos juntas en esto. Mi nombre… mi nombre es keyra. —dije esperando una respuesta. No obstante, no fue así. Entonces opté por apresurar mis pasos hacia la chica con la que hablé, y le extendí mi mano como forzando su atención—. ¿Y el de ustedes? —proseguí a morder mi labio debido a la tensión.
La chica sonrió de lado y negó con ironía.
—Keyra… así que te llamas así, riquilla chillona. —Detalló mi mano perfectamente alzada a su posición y se encogió de hombros—. ¡Ok! Mucho gusto. Me llamo Luiza.
Aquel acto de amabilidad me dio un poco de alivio. Me iba dando cuenta que Luiza no era mala, solo tenía un carácter fuerte y distinto a las demás. Ella absolutamente era… única.
—Estoy feliz y tranquila que me tocara contigo. Con lo poco que hablamos, sentí confort gracias a ti. Por favor —apreté su mano con ambas palmas—, tratemos de llevarnos bien, señorita Luiza.
Luiza debido a mi acto, se mostró un poco impactada. Incluso vi un pequeño rubor en sus mejillas. Creo que fue conmovida por mi sutil forma de ser.
Tiró un chasquido y resopló con resignación. Pese a esa fría expresión, juro que veía en sus ojos como si en realidad ella me veía como si estuviese adoptando un nuevo cachorro perdido.
—Eres gentil y educada a pesar de que fui muy grosera contigo.
—No te preocupes. Entiendo perfectamente.
—Lo siento. No suelo relacionarme así de fácil con los demás, fui dura ¿Verdad?
Asentí ligeramente.
–Luiza, tenemos mucho en común a pesar de cómo me ves. Yo tampoco soy amigable, para ser sincera no me gusta estar rodeada de muchas personas, pero tú me agradas. ¿Vez que somos iguales? Tratemos de llevarnos muy bien.
Dicho eso, apreté sus delgadas manos y le brindé la mejor sonrisa que podía darle. Luiza también sonrió y esa fue su primera verdadera sonrisa que me dejó ver. Ambas estábamos conmovidas de la una, a la otra. Era la único que podíamos hacer al momento: Llevarnos bien y hacernos compañía…
—Está bien, Keyra.
Estaba alegre al quedar en buenos términos con Luiza, sabía que nos llegaríamos a comprender mucho mejor. Nunca me había acercado a las personas con primera intención, pero esta vez era diferente. Mi instinto de supervivencia me obligaba a relacionarme con ellas para saber cómo podríamos afrontarlo juntas.
En ese preciso momento, me fijé también en la otra chica. Parecía una niña de aproximadamente quince años. Por más que intenté ser amable también con ella, nunca me respondió. Siempre estaba con la mirada perdida y parecía que se encontraba en su propio mundo.
—No insistas —me silenció Luiza, al ver mis varios intentos fallidos. Ahora me encontraba al lado de la chica, sentada a su lado.
—Pero…
—Déjala, lo haces en vano. Ella nunca te responderá. Supongo que es su forma de ser. Se llama Lyn, y la verdad nunca la he oído hablar desde que llegó. Siempre es así de callada.
—¿Lo dices enserio?
Luiza asintió y arqueo sus clásicas cejas.
—Parece una menor ¿verdad?, por lo pequeña que es, pero oí que tiene sus veinte. Sinceramente no sé nada más de ella. Imagino que enloqueció, espero solo esté equivocándome. Lástima… quién sabe que le habrán hecho a la pobre. Algunas son débiles de mente y otras fuertes como yo. Ojalá tú seas una de las mías, Keyra.
«¡Qué terrible es todo esto!» pienso con angustia y miro a Lyn con enorme nostalgia. A pesar de todo lo que me había dicho Luiza, yo igualmente decidí acercarme a Lyn.
—Lyn, no tienes que responderme, pero si en cualquier cosa puedo ayudarte, acércate a mí. Trataré de confortarte como pueda. De verdad, espero volvernos muy unidas.
Mis palabras salían de mi corazón. Lyn se veía muy indefensa, incluso mucho más que yo.
Luiza me miró con admiración. Lyn permaneció en la misma posición, pero sabia que escuchaba cada una de mis palabras.
***
Con los días, me volví un tanto cercana a Luiza, con Lyn intenté hacer lo mismo sin embargo el resultado con ella era lo de siempre: Me ignoraba por completo.
Poco a poco las iba conociendo, sea directa o indirectamente. Luiza, era fuerte y de gran carácter. “Una chica de barrio” como decía ella, pero a pesar de ello, sabía que escondía su verdadera personalidad. Por dentro comprendía bien que esta chica era una maravillosa persona, tan amable y empática. En cambio, Lyn, seguía siendo un misterio para mí. Comía poco y siempre prefería estar en silencio, solo respondía con asentimientos de cabeza o algún otro tipo de señal.
Admiré mucho a Luiza desde el inicio, era una mujer muy fuerte. Un día que estábamos en plena conversación, ella finalmente se abrió a mi por completo. Me contó que llevaba en este tipo de horroroso sistema casi cinco años. Por cierta vida, ella entró varias veces en depresión, sin embargo, me dijo que ni si quiera tenía “el permiso de morir”. Me sorprendí ante ese comentario.
“Valemos dinero para ellos. Nos tienen bien vigiladas.” Me hizo incluso observar las cámaras que nos rodeaban. Y era verdad, estábamos siempre controladas. Ellos actuaban a cualquier movimiento sospechoso de tentar con nuestras vidas.
Profundicé más mis preguntas y le pregunté al respecto de sus golpes. Me sentía preocupada por ella. Luiza solo suspiró y me contó con ira.
“Mira Keyra... en este lugar encontrarás chicas de todo tipo. Conocerás aquellas que ya se acostumbran y aceptan esta vida de prostitución. Gracias a que se acoplan, se podría decir que son las que viven más complacientes aquí. También verás chicas que aún se rehúsan a obedecer, ellas siempre terminan enfrentando a los clientes y luego, resultado de ello, acaban siendo castigadas. Aún permanecen en el trabajo, porque siempre hay clientes que les gusta lo intenso. Cada una es un valor no desperdíciale. Por último, también conocerás a aquellas chicas que pierden la razón; ellas son las más sumisas, pero, depende, hay veces que suelen tener sus ataques e igual resultan siendo lastimadas. ¿Y dime cuál crees que soy yo?”
Cuando me hizo aquella pregunta, de inmediato supe que tipo se consideraba. Era un hecho que ella siempre se mantenía a la defensiva.
Me dijo que efectivamente, “los clientes” eran imbéciles, abusivos y poco impacientes. Eso no le gustaba en absoluto. Debido a su personalidad no aguantaba riñas, y siempre terminaba discutiendo con ellos. Le dije que debería tener cuidado, que un día de verdad podrían lastimarla mucho, pero lo único que respondió fue: “Al final no me importa ser castigada, ya me acostumbré.”
Fue enorme mi asombro. No comprendía, no tenía palabras. Toda mi vida había permanecido alejada de las personas y ahora podía ver con claridad, que yo no era el centro del mundo. Que mis problemas eran nada, a lo que afrontaban otros.
Había sufrimientos que de verdad eran muchos más serios.
Ante su corazón abierto. Luiza me miró y con una tristeza enorme, me hizo saber de como llegó a terminar en un lugar como este.
“Hubo un tiempo que era ingenua como tú, Keyra. Es por eso por lo que fui antipática cuando te conocí. Me hiciste recordar a mi antigua yo, pero a diferencia de ti, yo sí tenía muchos amigos y me confiaba demasiado en la gente. Un día, ¡un maldito día...! Con un grupo de “mis amigos”, salimos a un evento a divertirnos. Era una verbena en otro barrio un tanto alejado. Recuerdo que era la primera vez que probaba alcohol. Todos, un grupo grande, nos divertimos bailando toda clase de músicas. Ya sabes, disfrutábamos el momento. Como jóvenes era algo tan emocionante descubrir nuevas facetas.
» Recuerdo que incluso nos fuimos a casa de uno de ellos y seguimos festejando. Éramos mi amiga, y nuestro amigo, dueño de la casa. Mi resistencia era baja, entonces yo me sentía un poco mareada e incluso pensé ya en irme con ella, pero nuestro amigo insistió para quedarnos un rato más. Nos terminó de convencer otro amigo del festival que luego nos juntó. Estaba indecisa pero el entusiasmo nos ganó y accedí, convenciendo a mi compañera de quedarnos un poco. La verdad fue todo muy extraño, cuando habíamos llegado a esa casa, andaba todo en su lugar. Risas, bailes y conversaciones tras conversaciones nos mantenían activos. Sin embargo, todo se volvió sin sentido después de que bebí lo que nos ofrecieron. Para ser sincera, no bastó pocos minutos y me sentí muy mal. No le presté mucha atención, seguí con mi emocionada fiesta. Al final, ¿Qué podía pasar? Estaba con “mis amigos”. Todo parecía ir bien, ya que tampoco nos encontrábamos solos como para sospechar mal de esos dos chicos. Dentro de la casa había parte de su familia. Tíos, tías e incluso niños, hijos de estos. “Era un lugar seguro. Los adultos cuidarían de nosotros los jóvenes”. Sin embargo, todo tipo de pensamiento absurdo que tuve en ese instante lo odié. Nada era lo que parecía, yo me equivoqué, me dejé llevar por una mentirosa fachada. Era demasiado inocente.
» Vagamente recuerdo que estaba bailando con unas niñas de al parecer 6 años que se encontraban en el lugar. Eran sobrinas del chico y las hijas de su tía que nos observaban risueñas desde el otro salón. Todos aplaudían, nos divertíamos. En fin, me pasé minutos cantando y jugando con ellas en medio de la sala, mientras los demás seguían bebiendo. Ese ambiente me pareció muy normal, era lindo jugar con las pequeñas, cuando de repente, mi cuerpo inesperadamente se sintió desvanecer. Sentía sueño. Y, no sé cómo, como una estúpida, le hice caso a una de las tías.
» Me dijo que descansara en uno de sus cuartos, que me veía muy mal y que necesitaba reposar. Yo supuse que me protegía. Pensaba que estaba al seguro por ellas, entonces la seguí. Mi amiga también sumergida en el ambiente aceptó que me vaya. Ella me esperaría despierta. Estaba bailando y festejando. Luego de entrar a la habitación, todo se puso más borroso, me eché y me dejé llevar por la relajación de mi cuerpo. Después no sé cómo, una aparte de mi llegó a reaccionar, quizás mi cuerpo sentía el peligro.
» Recuerdo sentir un peso sobre mí. Una voz áspera al fondo del oscuro. Es donde sentí toques indebidos. Peligro… estaba corriendo peligro. Comencé a patear todo lo que pude, sin embargo, ya era demasiado tarde. Un manto n***o volvió a cubrir mis ojos. Había perdido. Mi lucha había sido en vano.”
» Cuando desperté me encontraba en un lugar desconocido. Sí, exacto. Así como despertaste tú, lo hice yo. Estaba claramente confundida y disturbada. Pero, no estaba sola, había varias chicas más. Todas apegadas como sardinas dentro de un solo lugar. Algunas dormían, otras recién despertaban asustadas bajo los efectos de las drogas. Era el horror en persona. Resulta que esa familia era parte de estos negocios. ¡Vaya que ironía!, ¡parecían tan normales! Me confíe. Creía en la gente.
» Luego del shock en que me sumergí, pude darme cuenta con facilidad que el dueño de esa casa, ¡mi amigo!, me había violado. Solo tenía dieciocho años, nunca había estado con alguien que me guste, y de esa manera desastrosa me arrebataron mi pureza… mi virginidad de la manera más brutal. Bueno, el resto de la historia ya lo sabes. Dejé mis dos hermanos pequeños, mi madre, mi padre y amigos que me apreciaban. Siempre me preguntaré ¿Qué será de ellos? Espero que bien, porque no creo volverlos a ver en mi vida.”
Lloré… Esa tarde lloré a mares al escuchar toda la historia de Luiza. Sentí mucha impotencia de la injusticia de esta vida. La abracé con todo lo que pude y la consolé, mientras ella solo sonreía tristemente. No derramó ninguna lágrima, creo que ya lo había hecho mucho en esos años.
Después de aquel día, sentí que Luiza formó parte de mí, percibí como ella esperaba tanto tiempo botar fuera lo que había sentido y pasado. Necesitaba desahogarse de esas cosas dolorosas y desagradables. Agradecí que fuera yo la indicada.
Luiza… mi querida Luiza.
Ella se convirtió en la primera amiga que tuve en mi vida.
***
Aquella habitación donde pasamos varias noches fueron fríos y deplorables. Las paredes de concreto se caían a pedazos debido a la fuerte humedad. Sinceramente podía hasta sentir el agua llenándose dentro de mis pulmones.
Dormíamos en camas tan incómodas y duras. La limpieza ni que decir, era desastrosa para todas nosotras. Fue muy difícil acoplarme a ello.
Nos daban de comer siempre ahí mismo. Nos traían vasijas que nos dejaban en la entrada. Al menos tampoco sufríamos con nuestras necesidades. Teníamos un pequeño baño dentro de la habitación.
Nunca nos dejaban salir para nada del lugar. Aquello no era un problema, estando juntas y sin nadie, nos sentíamos mejor. Y, viviendo de esa forma pasaron dos largas semanas.
Una mañana, el brusco sonido de la puerta abrirse nos alarmó a las tres. Unos hombres entraron y nos hicieron salir de nuestras habitaciones a todas, con el fin de asearnos y cambiarnos.
Escuché que era el día en que comenzaba nuestro trabajo, me sentía tan aterrorizada.
Nos pusieron en filas largas, en tanto un hombre se aseguraba de revisarnos por completo.
—Qué joyita... —exclamó él cuando llegó a mí. Sus dedos recorrieron mis mejillas hasta mi cuello de una forma repulsiva—. Eres demasiado bella, si no fuera porque te mueves y respiras, diría que eres completamente una muñeca de porcelana. —Me mostró sus dientes sucios llenos de manchas de cigarrillos. Su mirada era provocadora. Yo retrocedí un poco debido al susto—. Mmm... veamos.
Sus manos iniciaron a moverse de modo descarado. Hasta que casi llegó a mi ombligo donde reaccioné con brusquedad.
—Déjeme, por favor.
—¡Acerté! Eres virgen, ¿cierto? —dijo, acortando su distancia para susurrarme al oído—. Interesante. Tú, de lo que valías mucho, ahora vales el doble. Puede ser que yo te pueda dar una mano…
—Ni te atrevas a tocarla, viejo. —Apareció otro de sus compañeros gritando con mala gana—. Es más, ni la mires. El jefe no quiere que se le acerquen. Esta mocosa tiene un fin especial. Podemos utilizar a todas, menos a ella. ¿Entendiste?
—¡Maldición, Maik! Esta tipa está buena, la quería hacer mía —replicó el tipo apretando mi hombro.
El escalofrío recorría mi cuerpo, definitivamente quería salir corriendo, pero no era una opción.
—Ya déjala. No me vengas con estupideces, prosigue con las otras. Tenemos mucho trabajo que hacer.
El tipo se resignó de seguir tocándome y mirándome de la cabeza a los pies, siguió con lo suyo.
Luego de aquello, nos formaron otros grupos y nos separaron a todas. Luiza antes que se vaya me dijo que no tuviera miedo y que pronto nos juntaríamos otra vez después del trabajo.
Cuando las llevaban en pequeñas filas, pude darme cuenta de que las demás eran chicas de distintas nacionalidades; hablaban diversos idiomas. Observé, también, que le daban una pastilla a cada una. La verdad no sabía que era, pero imagino que algún tipo de droga.
A mí me excluyeron de todo, me apartaron a un lado y por consiguiente uno de ellos me llevó a una habitación.
Mis manos me sudaban y me mantenía con los nervios por no saber que sucedería después.
Al cabo de un instante, se abrió la puerta y entró un hombre vestido tan extravagante como un gánster. Llevaba un trae de color morado, anteojos negros y joyas por cada ángulo de su cuerpo.
Tiró una risita pícara ni bien me vio.
—Mmmm... ¡Señorita Keyra Worlm!
Él se acercó, se retiró los lentes para observarme con más precisión.
—¿Cómo estuvo tu estadía en mis tierras? ¿Estuviste cómoda?
No tenía respuesta ante su ironía. Seguí en silencio observando a la nada.
El hombre al ver mi reacción sonrió relajadamente.
—Estaba esperando tanto este momento. Había escuchado que eras así de hermosa, pero no pensé tanto.
Sus manos traspasaron mis cabellos, los acaricio como si de un trofeo se tratase.
—No me tengas miedo. Yo soy tu amigo. Soy el hombre más respetado en mis negocios, el inigualable Tom Verssadi. —Él abrió los brazos, como dándose grandes aires y luego se giró con elegancia.
Tom… y, en ese momento, recordé las palabras de Luiza. Tom era el jefe de todo ese horrible movimiento de personas.
—No lo conozco —respondí.
El tipo se volteó de inmediato.
—Eso no importa. Tú no me conoces, pero yo sí. Conozco cada detalle de tu vida.
—Si sabes quién soy ¿Por qué me trajiste aquí? Mi tío seguramente debe estar buscándome.
—¿Te das cuenta de que aún no han venido por ti, niña? —Su sonrisa era burlona. Y en parte tenía razón—. Parece ser que tu tío no te aprecia tanto como piensas. ¿Sabes? Tuve negocios con él. Sin embargo, no nos fue tan bien.
—¿Con mi tío?
—Sí —respondió, sentándose en una de las sillas que se encontraban en el lugar—. Estamos en conflictos en este momento. Y bueno, niña, fuiste una presa fácil. Aún no llegamos a ningún acuerdo, mientras tanto te usaré a mi favor. Tu tío de alguna u otra manera pagará su osadía. Tienes un fin por el cuál estás aquí, y me vas a servir de mucho.
Ante sus palabras no podía creerlo. Yo prácticamente estaba en medio de la venganza de este hombre.
—Bueno, querida. ¿Conoces al “famoso”—Con sus manos hizo paréntesis con ironía— empresario Ren Dovstolsky? Tiene una cantidad de empresas de préstamos e inversiones, y, bla, bla, bla...
Nunca había escuchado de una persona así. Era claro porqué…
—No sé quién es —respondí con mucha timidez.
—¡Imposible! ¿En qué mundo vives? Este tipo es muy conocido. —Sus dedos golpearon la silla, mientras me observaba en silencio. Como si sacara conclusiones—. Ya veo… al parecer tu tío te ha tenido aislada de todo, eh... Ok, no te preocupes que lo conocerás pronto y en persona.
Sus dientes perfectamente en blanco exagerado le brillaron a través de su cara. Estaba segura de que estaría por decir algo que no me gustaría escuchar.
—Mi querido Ren Dovstolsky es un empresario que tiene millones, no sabría explicar el valor de su fortuna. Cabe ser, que, aunque es muy joven el bastardo, con solo treinta y dos años, encabeza una de las mafias más importantes de todo Europa. Y adivina ¿Quién tendrá el honor de conocerlo? ¡Bingo! El día de hoy por la noche te encontrarás con él.
—Po-¿Por qué?
—¿Aún no has entendido? Oh, niña, es importante. Nosotros estamos tratando de convencerlo a que sea parte de nuestros negocios, ya sabes. Sin embargo, digamos que es una persona muy difícil de persuadir. Entonces le daremos una prueba de nuestros maravillosos productos. Y esa querida… ¡Eres tú! Tendrás que acostarte con él y con tus encantos persuadirlo para que sea parte de nosotros.
Obviamente escuchar aquello me puso inestable. ¿Yo… yo iba a ayudar a convencer a un tipo para que siga este tipo de trabajo? Era algo repulsivo.
—¿Por qué yo? No podría hacer eso. Yo… yo nunca he estado con nadie.
—¡Qué divertido! No me esperaba tal sorpresa. Muy bien, muchacha. Eso será lo especial. Nuestra carta bajo las manos. Se ganará un producto fino y por estrenar. ¡Oh, que maravilla! Sé que lo convencerás.
—Co, cómo crees que aceptaré hacer algo por el estilo.
—No tienes opción. Como te dije, tendrás que sacar por fuerza tus encantos que tienes dentro de ti y convencerlo. O sino ¡Te la verás conmigo! —habló fríamente y se acercó mostrándome una pequeña navaja. Me lo paso por detrás de la oreja y luego por la mejilla—. Sé buena. No sabes cómo me pongo cuando me desobedecen.
Tragué saliva, en tanto las lagrimas que aguantaban no pudieron más y cayeron.
—Recuerda bien, si no te esfuerzas y todo sale mal, serás castigada por mí mismo. Ahora eres mi posesión y te puede ir de mal en peor.
Inició a rodearme haciendo claro su advertencia.
—Tampoco intentes decirle nada sobre ti, ¿ok? Si lo haces, una a una de las chicas con quien vi que has interactuado, serán asesinadas por mi propia mano y será por causa tuya.
En ese momento pensé en Lyn y Luiza, era obvio hablaba de ellas.
Era un maldito. ¡Un hombre desalmado!
—… Así que niña, pórtate adecuadamente. Él no sabe nada de lo que pasará, esto es una sorpresa de parte mía. Rovstolsky piensa que haremos solo la reunión de los negocios y nada más. Entonces cuando finalice todo, se irá a descansar a una habitación en el mismo hotel. Es ahí donde esperarás tú y harás lo que te he mandado. Serás mi gran regalo para él.
Sus palabras habían sido claras. Me sentía terrible. Gracias a los planes de esa persona estaba por entregarme por primera vez a un desconocido. Tenía miedo, mucho miedo. No quería que le pase nada a esas chicas por mi culpa. No sabía que hacer, estaba totalmente perdida y sin ninguna otra opción.
Llegó la noche y todo procedió como el hombre dijo. Me llevaron a la habitación y esperé ahí.
************************
Narrador Omnisciente
Después de una larga discusión de mandos en la sala de negocios del Hotel, ambos hombres en traje, detrás de la enorme mesa, se miraban con antipatía y fuego en los ojos.
—No me queda nada más que decir, Tom. Considero que todo ha sido resuelto. Nos vemos cuando yo te llame —arremetió el hombre de aura distintiva. Él se puso de pie sublimemente y cerró el botón de su chaqueta.
—¡Hey!, ¡hey! —exclamó Tom, poniéndose de pie. Que, aunque no le gustaba el tipo, debía ser considerado para asociarlo en más negocios—. Mi querido Ren... Yo sé que no hemos tocado el tema, pero ¿Aún no te animas de ser parte de mi negocio estrella? Te aseguro que da buenas ganancias. ¡Más que los negocios de armamento!
El hombre de aspecto frío, lo observó severamente y le contestó.
—Creo recordar, Tom, que te dije que pararas con eso. No aceptaré esa clase de negocios. Lo he repetido miles de veces. No me interesa ser parte del grupo de escorias como tú.
—Hey, amigo, ¿por qué tan a la defensiva? —replicó Tom y alzo las manos con burla—. Bueno, bueno. Nunca digas nunca… espero que pronto cambies de opinión.
—Tú no tienes solución —fue lo único que refunfuño Ren, y con amargura, prosiguió a dirigirse hacia la puerta.
Ren se encontraba cansado de las insinuaciones del hombre, por eso no soportaba pasar más tiempo a su lado. Después de una dura semana de incontables viajes, se había propuesto a descansar un poco, por eso se sentía aliviado que había acabado, al fin, el dichoso día.
—¡Sein! —se dirigió a su secretario ni bien cruzó aquella puerta del salón—. ¿Está todo listo en mi habitación?
—Sí, señor. Todo está como usted lo ordenó.
Licores, baños relajantes... todo estaba pronto para su estadía.
—Está bien, puedes descansar. Yo desde aquí iré solo.
El secretario se detuvo y asintiendo, cumplió los deseos del jefe. Este siguió su camino con tranquilidad.
Ren Dovstolsky, en cada pasillo que transcurría del hotel, derramaba respeto y destello. Cualquier mujer que se le cruzaba no podía dejar de derretirse a su apuesta belleza y aura dominante.
Era por supuesto lo que era: Un macho alfa.
Parecía que finalmente tomaría un respiro de su dura vida, sin embargo, no se imaginó que mientras el se dirigía a sus aposentos de “paz y descanso” una desconocida inesperadamente disturbaría su serenidad.