Capítulo 2

1076 Words
Lorenzo sale de la habitación, dejándome sola, abro mis maletas y busco un vestido n***o ajustado, creo que será perfecto para ahora. Busco unos tacones de terminación en punta en un tono nude, con un bolso a juego de estos. Ahora miro mi cabello en una coleta , tomo mis planchas y procedo a alisarlo, hasta quedar con una larga melena negra lacia. Observo mi maquillaje, apenas tengo algo en el rostro, solo ando con un toque de máscara de pestañas. Tomo mi neceser y me comienzo a maquillar un poco más. Aplicó algo de base, polvos y rubor, mis labios le doy un toque de color no muy cargado en un tono nude. Maquillo un poco mis ojos grises verdosos en forma almendra, tan solo aplico una sobra en un tono marrón por todo el párpado, haciendo que me vea algo más maquillada. Me acerco a un espejo más grande y miro orgullosa mi resultado, creo que ahora nadie me va a juzgar mal por mí tipo de ropa. Miro el reloj y justo a tiempo termino. Salgo a fuera y veo a Lorenzo sentado cómodo en uno de los sofás de la sala. —Ya estoy lista ¿Nos vamos? —Si…— Siento su mirada encima de mi, parece ser que ahora le agrada más mi forma de vestir. — Vámonos, al señor Rinaldi no le gusta esperar. —Pues vámonos ya ¿Señor Lorenzo, verdad? —Si señorita Martinelli. Ambos caminamos hacia el ascensor, estamos en silencio, parece que este hombre no es de muchas palabras, es tan serio y su rostro no tiene expresión alguna, realmente impone. Una vez estamos abajo miro a la mujer que antes me grito, paso por delante de ella con mi rostro bien alto. Parece que ahora va a estar más tranquila, parece ser que le tiene como miedo o mucho respeto al señor Angelo Rinaldi. La intriga me puede, quiero ver a ese señor, seguro es un hombre mayor no es tan imponente como la gente hace parecer. —Tranquila esa mujer ya no volverá a molestarla, ya me encargue de eso antes. — dice mientras siento una pequeña sonrisa en su rostro. —Gracias supongo. Llegamos hasta el auto, Lorenzo me abre la puerta, yo tan solo asiento y entro en éste. De nuevo estamos en un gran silencio y yo vuelvo hacer lo mismo de antes, miro las ventanas tintadas mirando las calles de Sicilia. De pronto el auto se detiene, justo enfrente de otro lujoso edificio. Lorenzo sale y abre la puerta para que yo pueda salir. Sigo a Lorenzo hasta dentro, estoy nerviosa ahora mismo si que voy a saber quién es ese hombre que todos temen y respetan tanto. Una vez dentro todo el mundo clava las vistas en nosotros, no comprendo bien porque, ahora mismo voy vestida de una manera elegante. Montamos en un ascensor y subimos hasta la última planta. Una vez este se detiene; saliendo a un gran recepción con un escritorio vacío, en su defecto hay unas grandes puertas de madera maciza. —Toma asiento ahí. — Lorenzo me señala unos sillones que hay en la recepción. — Espera un momento , voy hablar con el jefe. —Esta bien. Lorenzo se marcha y desaparece tras aquella puerta, me levanto de aquellos asientos, no me gusta estar sentada ahora mismo, estoy muy nerviosa; así que comienzo a caminar por aquel sitio. Me acerco más a la puerta y puedo escuchar las voces de Lorenzo y creo que la de el señor Rinaldi. —¿Ya está aquí? — pregunta en un tono frío Rinaldi. —Si jefe, está fuera, se va a sorprender al verla. —¿Por qué dices eso Lorenzo? —Ahora cuando entre verá, parece que nuestro amigo Andr… —¿Qué haces ahí? — escucho una voz de una mujer justo, detrás de mí. —Disculpa, estoy esperando para entrar en el despacho del señor Rinaldi, soy la nueva secretaria. —¿Secretaria? — repite de nuevo esa mujer. Es una mujer muy bonita, es como una modelo, cabello pelirrojo con ondas, boquita gruesa, ojos color miel, un cuerpo digno de una modelo. —Si; hoy mismo he llegado encantada, mi nombre es Carina Martinelli. — Le extiendo la mano. —Un gusto Ana Rinaldi. —Dice mientras me toma la mano. — Encantada y disculpa por hablarte así, últimamente hay mucha cotilla por aquí. —¿Rinaldi? ¿Eres su hija? —¿Hija? — Ana comienza a reír como loca, parece ser que dije algo chistoso. — No amor no es mi padre , si no más bien el es… En ese momento las puertas grandes de ese despacho se abren, dejando la vista a Lorenzo. —Señorita Martinelli, pase el jefe la quiere ver. — Lorenzo mira a Ana y sonrie. — Buenos días Ana. —Buenos días Lorenzo ¿Cómo está el inútil de ahí dentro? ¿Inútil? ¿Le dijo inútil? Al final no me dijo que son, yo pensado que era su papá pero no es así ¿Quizás es su hermana? Pero es algo joven, ella tiene que tener más o menos mi edad y no mucho más. —Esta bien, hoy anda de buen genio. — dice en un tono burlón. —Eso es un milagro. —Ana me guiña un ojo. — Tienes suerte Carina, ese hombre siempre anda de mal genio. —Supongo, gracias por tu amabilidad Ana. —No me las des Carina, no vemos por aquí. —¡Odio esperar!— grita una voz dura, y ronca. — Haz que esa mujer entré ya Lorenzo. —Pase señorita Martinelli. Yo solo asiento y entro en aquel despacho, miro hacia en escritorio pero ese hombre anda con su silla girada, sin poder ver cuál es su rostro todavía. —Buenos días señor Rinaldi. — Digo casi con mi voz temblorosa. —¿Carina Martinelli verdad? — pregunta aquella voz tan sexy, no parece una voz de alguien mayor la verdad. —Si esa misma señor Rinaldi, encantada. —Estoy viendo su currículum, tiene buena formación para secretaria, eso sí tengo mis normas y me gusta que todas sean cumplidas como yo ordene ¿Queda claro? —Si señor todo está claro. Miro como lentamente esa silla da la vuelta; dejando a la vista el rostro de este hombre, haciendo que yo misma, quedé sorprendida al verlo….
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