La mano que apretaba la suya, se movió para posarse en su rostro, él lo permitió, sintiéndola muy fría. Luego volvió a tomar esa mano, la sostuvo poniéndole uno de sus anillos. Adrik la miró sonriendo también.
—Me ayudarás a darle lo que se merece. —Explicó tomando una de las sábanas menos sucias para envolverla mientras susurraba varias palabras.
—¿La llevaremos con nosotros? —Preguntó Magno con voz ronca.
—Mi padre al menos de toda la mierda que me otorgó hay una que sí me gusta.
Magno respiró hondo. Adrik llevaba en sus brazos el cadáver de Alysa. Magno lo miró con preocupación.
—¿Tu cuerpo ya permite que eso se manifieste en ti?
—Sí, ese fue el acuerdo a cambio de que mi padre dejara todo esto. Soy la puerta y también quien puede abrirla. Alysa me acompaña todavía no quiere d
