Todo transcurría con normalidad ese día inesperado de regreso a casa con Rosario, casi todo asegurado nos quedaba lo más difícil en ese momento para nosotros, regresar al lugar de donde nos habían echado, sin que mi madre se diera cuenta de ello, por lo que con cierta duda procedí a notificarle a mi padre, para que proveerá de los recursos necesarios, específicamente automóvil para proceder al día siguiente en recoger las pertenecías de Rosario en el lugar donde se quedaron recomendadas y así mismo recuperar los documentos que quedaron en garantía, por lo que procedí a indicarle a mi padre lo sucedido y accedió a prestar su ayuda. Esa misma noche, de mi parte confiado y seguro que Rosario podía descansar segura y aún más en mi hogar, separados por la distancia de las habitaciones, pero se