Bartolomeo

2211 Words
Cuando el sol se elevó, Olot bajó del árbol de un salto y siguió su camino. A diferencia del día anterior, estaba soleado. Después de una hora más de caminata logró salir del bosque y desde el campo verde en el que continuaba se divisaban montañas a lo lejos mientras que cerca, a poca distancia se alcanzaba a ver el primer poblado. Había un hombre fuera de su casa regando plantas. Olot se acercó a él. —¿Qué tierras son estas? —¿Saliste del bosque de por allá? —Sí, tengo más de una hora caminando ¿Dónde estoy? —¿Cómo es que saliste de ese bosque sin un carromato, muchacho? —Ah, eso. Soy inmortal. ¿Me puede decir en qué reino estamos? —Tu verdugo salió de aquí hace tres horas, se hospedó en la posada de Bartolomeo, pero ya se fue. —Apuntó con el dedo hacia donde estaba el lugar. —¿Cómo sabe que es mi verdugo? —dijo Olot— Y ¿podría responder mis preguntas ya? —A Olot le sorprendió que el anciano no dijo nada acerca de la inmortalidad. —Estás en el reino de Marfil. Cerca del límite con el reino del sol. Este es el pueblo Roko. —Terminó de regar un rosal y se levantó un momento para ver al chico— Sé que es tu verdugo porque viene cada cierto tiempo y termina con la paz de este pueblo, hemos visto múltiples veces que en el carromato lleva a gente para asesinarla. —¿Usted de verdad cree que soy inmortal? —Trate de ignorar eso, seguro estás loco o idiota —respondió con indiferencia. —Era demasiado bueno para ser verdad —susurró entre dientes—. Oiga, ¿Qué le parece si hacemos un trato? —¿Qué es lo que quieres? —Indicaciones, tal vez un mapa, a cambio podría asesinar a Zaddef. —Nuestra esperanza ha menguado demasiado. Dudo mucho que puedas matar a un verdugo de tal importancia. —¿En verdad pierde algo ayudándome con eso, señor...? —dijo esperando como respuesta el nombre del anciano. —Faulkner, me llamo Faulkner. Supongo que no pierdo nada ayudándote con simple información, pero a cambio quiero algo más importante para mí. —¡No tengo dinero! —se apresuró a contestar. —No se trata de eso —respondió serio—. Mi hijo, hace tiempo que se aventuró a buscar a ese maldito para terminar con él. Tuvimos una discusión y se fue solo con una prenda y una espada que encontró en el bosque. Si pudiera tener noticias de él, por lo menos saber si está vivo o muerto, lo agradecería mucho. —Creo que puedo hacer eso ¿Cuál es el nombre de su hijo? —Muchas gracias, chico, su nombre es Jonny. —Enseguida entró a su casa y salió con tres monedas y una camisa negra— Esto es lo que puedo darte, la camisa era de mi hijo así que si la llevas puesta tal vez sea más fácil su encuentro. Acerca de la ubicación de Zaddef no puedo saber mucho, hacía allá está la salida del pueblo, si sigues recto, el camino se divide. Por la derecha encontrarás el pueblo carbón, por la izquierda llegarías hasta glond, pero hay montañas cercanas que podrían ser peligrosas. Si quieres un mapa, Bartolomeo podría tener alguno, te recomiendo ir con él. —Le agradezco las indicaciones, señor Faulkner. —¿Y yo a quién le debo agradecer? —Llámeme Hombre Pala. —Hombre pala no es un nombre muy común, creo que nada común, supongo que serás un héroe anónimo... Acerca de mi hijo, por desgracia, Marfil no es un reino muy seguro a menos que estés en la capital, él podría estar muerto o esclavizado. Pero si los dioses se han apiadado de mí y mi muchacho sigue vivo, dile de mi parte que ya no estoy molesto y que puede volver a casa. —Lo recordaré, si lo encuentro prometo que lo verá. Olot se alejó con lentitud, se sentía extraño e indiferente a la petición del hombre, estaba casi seguro de que su hijo estaba muerto. Dio media vuelta y se dirigió a la posada de Bartolomeo, mientras caminaba veía las casas, algunas no tenían ventanas, otras no contaban con puerta, en la mayoría había agujeros por el tejado o por las paredes. Había poca gente afuera, y lo poco que veía Olot era tristeza en sus rostros. Llegó a la posada, era la edificación más grande en el pueblo y se conservaba en buen estado. Encima de la entrada había un letrero que decía: BARTOLOPOSADA. La puerta estaba abierta, Olot entró. Había conversaciones y gritos por todos lados, había mesas en las que la gente comía y bebía, meseros yendo de un lado a otro y huéspedes bajando y subiendo a sus habitaciones. Olot se sentó en la barra y al instante se le acercó un hombre de su estatura, el tono de su cabello era un azul tan oscuro que parecía n***o a simple vista, era rizado, corto y espeso, hacia combinación con un prominente bigote. A pesar de su peculiar mostacho no parecía tener más de veinticinco años. —¿Qué le puedo ofrecer, apuesto y desconocido hombre? —dijo el peliazul. —Hola, busco a Bartolomeo. —Habla con él, yo soy Bartolomeo, dueño de esta posada. ¿Quién pregunta? —Soy el hombre pala, ¡vengador de ancianos y asesino de lobos, levantado de la tumba! Y lo extendería más, pero hoy estoy de buenas. —¿Lo dices por la pala? —Y porque vengaré a un anciano... Y porque asesiné a un lobo anoche... Y porque antes de eso salí de una tumba. —Interesante... Significa que a ti te iban a matar Zaddef y Bob. —Así que así se llamaba el desgraciado al que le robé la ropa. —Sí, estaba a punto de preguntar por ello, que bueno que no robaste el chaleco y la camisa, eran bastante feos. —De hecho sí se los robé, pero un anciano me dio una camisa para evitar vestir eso ¿Pero las botas tienen estilo, no? —Por supuesto, señor. —dijo Bartolomeo—. Pero basta de halagos ¿Se hospedará aquí? —No, tengo un largo camino. Planeo matar a Zaddef. Pero ya que estamos aquí, ¿podrías servirme un poco de ese guisado de pato? —¿Te refieres a lo de la olla? Te diré un secreto. —Bartolomeo se acercó a Olot y susurró en su oído— Es de rata. —Bueno, a juzgar por los platos de las mesas, son ratas grandes. —Sí que lo son, amigo. —Bueno, prefiero una de esas a no comer. Bartolomeo le sirvió el plato de estofado junto con un vaso de agua y continuó con su plática. —Me mencionaste que quieres matar a Zaddef, ¿cierto? —Es correcto —Le dio un trago al agua e hizo una pausa— Es la mejor rata que he probado, hombre, no había probado ninguna antes, pero dudo poder probar una que sepa mejor que esta de aquí —dijo apuntando con el dedo a su plato—. Pero bien, quiero matar a Zaddef y me dijeron que se hospedó aquí en la noche. —Supongo que quieres saber hacia dónde se dirige. —Sí, un mapa me ayudaría mucho, puedo pagar por él. —No tengo un mapa, pero si me permites acompañarte puedo servir de guía por el camino. —¿Por qué harías algo así? —Necesito encargarme de muchas cosas y necesitaba una oportunidad de viajar así. —¿Qué pasaría con este lugar si te vas? —Tengo segundos al mando. Pueden vivir sin mí. Además, gran parte de los huéspedes no pagan por cortesía mía, esto se mantiene en pie a base de ayuda mutua.  —¿No crees que te extrañarán aquí? —Si saben que ayudaré a nuestro héroe no creo que haya problema alguno. "Héroe". Siendo el hijo de la muerte era demasiado extraño ser llamado héroe, pero era una sorpresa más que le otorgaba su lado humano. —Entonces, partiremos hoy mismo, ¿no es así, Sancho? —¿Quién es Sancho? —Era una broma, Sancho eres tú —dijo Olot viendo a Bartolomeo con expresión seria. —Pues a mí no me causa puñetera gracia, pero bueno. Vayámonos —Bartolomeo rio y subió a su habitación por sus maletas. "Tal vez esa referencia no pertenece a esta línea temporal" —pensó Olot. Bartolomeo bajó con dos grandes maletas. —No tenemos caballos como para llevarnos todo lo que tienes ahí, compañero —Oh, creo que es cierto. Supongo que tendremos que irnos sin equipaje. —Vaya que sí. Olot esperó a que Bartolomeo bajara cuando un hombre delgado y maloliente con la ropa sucia y desgarrada entró a la posada, abrió la puerta de golpe. —Hijo de la muerte, o más bien hijo de perra. El rey de Vaglos no supo como asesinarte, pero yo vengo por ti para terminar lo que el inútil no pudo. Se acercó a Olot mientras sacaba un cuchillo de su pantalón. El vagabundo aleteó su mano de un lado al otro sosteniendo el cuchillo para abrirse paso entre la gente hasta que se encontró con Olot, dirigió una estocada directo a su rostro. Olot interpuso su mano para clavar el cuchillo en ella, cuando lo logró, tomó el mango del cuchillo y con ayuda de su otra mano lo sacó. El vagabundo lucía asustado, Olot le dio un golpe que lo habría dejado en el suelo de no ser porque lo tomó por la camisa y lo sacó arrastrando de la posada. Cuando llegó afuera, lo tiró al piso, pateó su cara y cuando se iba a levantar lo pisó, se acuclilló junto a él y lo tomó por el cabello, posó el cuchillo en el cuello del vagabundo. —¿Quién carajo eres y por qué sabes quién soy? —Sabía que eras un hijo de perra. —Sonrió a pesar de su situación, en su boca sólo restaban cinco dientes. —¡Habla antes de que corte tu cuello! —¿Me perdonarás la vida si hablo? —Sabes bien la respuesta. —Bueno, lo intenté. —Con sus últimas fuerzas tomó la mano de Olot y acomodó el filo del cuchillo hacia arriba, alzó su cabeza y lo último que vio fue el cielo, un momento después cerró sus ojos y azotó su cabeza contra el suelo, la sangre brotó del cuello del vagabundo y la punta del cuchillo salió por su nuca. Pasó todo en un segundo.  Olot se separó del cuerpo, con las manos manchadas de sangre. —¡Maldición! —Pateó la cabeza del cadáver. —Vaya, que brutal —dijo Bartolomeo recargado en la puerta mientras comía un pedazo de pera, en el suelo había una maleta en vez de dos. —¿Ya nos vamos? —dijo Olot limpiándose la sangre en su pantalón. —Si prometes no matarme, sí —le dijo Bartolomeo riendo. —Sí, sí, vámonos. Antes de irse, la gente de Roko se reunió en la BARTOLOPOSADA, sirvieron vino para despedir a Bartolomeo.  "Haremos un festín en sus nombres" decían con alegría. "Y cuando vuelvan habrá mil fiestas más". Bartolomeo abrazó a cada uno de los habitantes de la posada y derramó lagrimas al mirar su establecimiento antes de despedirse. —¡Adiós a todos! ¡Prometo regresar sano para proclamarnos libres de Vaglos! —dijo Bartolomeo llorando. El sendero seguía dibujando una ruta terrosa que se abría paso entre los árboles. Ambos la siguieron. —¿Cuál es nuestro siguiente destino? —preguntó Olot —A estas alturas no alcanzaremos a Zaddef dentro de Marfil a menos que se detenga a descansar durante largos ratos. —¿Significa que tendré que matarlo hasta llegar a Vaglos? —Sí, él tiene caballos, nosotros no. —¿Me acompañarás hasta allá? —Todo el pueblo de Roko confía en mí, y yo necesito este viaje. Lo pensaré en cuanto lleguemos a la frontera. —Te agradezco por eso, ¿contamos con un mapa? —No en verdad —dijo Bartolomeo en tono confiado—. Pero tenemos mi mente y eso aquí en Marfil es muy útil. —Eso espero. Si decides acompañarme, cuando lleguemos a Vaglos yo guiaré. —Entonces sigamos, el camino hacia el puente de Marfil es largo. —¿Puente de Marfil? —preguntó Olot— ¿Qué es eso? —Se me olvida que eres nuevo aquí... El puente de Marfil es una construcción que conecta a tu reino con el mío. Es tan largo que dicen que lo construyeron gigantes. —¿Lo has cruzado antes? —No, para pasar necesitas permiso por parte de las autoridades, pero seguro que nos dejan, Marfil es bastante pacífico en la zona del puente, ahí mismo está el castillo, por lo que la seguridad no es problema. —Espero que no lo sea. Si el rey de Vaglos y el de Marfil son amigos podríamos estar en problemas...
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