Me he aferrado al ballet como si mi vida dependiera de ello, los entrenamientos cada vez son más pesados, no puedo dejar de exigirme a mí misma, sé que puedo ser mejor.
Los profesores comienzan a notar mi empeño y de vez en cuando, solo cuando están libres se sientan a observarme, me hacen correcciones y cuando veo que asienten y sonríen ligeramente siento paz. Es mi momento de paz y nadie puede quitármelo.
El casillero de Estela ha sido ocupado por una nueva integrante, es extraño, al principio a muchas no les parecieron bien pero finalmente todas lo aceptamos.
Es duro comprender lo temporal que es todo, lo pronto que termina y como la vida sigue con o sin nosotros, nada se detiene.
A Franco no lo volví a ver desde aquella ocasión, sé que está mejor que antes, lo sé porque las bailari
