Punto de vista Cristóbal.
Sus ojos verdes me miran fijamente, una sonrisa cómplice se asoma en sus labios con forma de corazón. –Shhhh, tonto. –Tras poner su dedo índice sobre los labios Estela me hace callar, quiero reír pero me encuentro en peligro.
Su sonrisa es suave y divertida, mientras se pone un calentador sobre su pierna lo hace pasar. – ¡Ya entra, ya estoy visible!
Tras la puerta de madera oscura apareció Franco, con los ojos entrecerrados de manera recelosa.
– ¿Te llevo? –Preguntó. –Vaya, luciérnaga, ¿A qué crees que se deba, eh? El que estés tan agitada, digo. –Su voz sonó sarcástica y más alta de lo común, naturalmente para que yo escuche también. Me acomodé el pantalón torpemente.
–Obviamente se debe a que me hiciste vestirme apurada tocando como loco la puerta.
–¿Y por
