Pdv Franco
El sonido del reloj no me ha dejado dormir en días; escuchando mi respiración me quedé viendo el techo, contando estrellas a través del tragaluz, suspiré pensando en que sólo será otra noche más sin poder conciliar el sueño.
Cuando llegó la hora de levantarme, cosa que esperé ansioso desde las tres de la madrugada, salté de la cama, y abrí la ventana, un prematuro sol yace detrás de un par de montañas. Los domingos parecen siempre tener el sol más brillante de todos.
Salí de mi habitación, entré a revisar la habitación de mis padres, vacía como siempre; en el cuarto de empleados mamá Barbara descansa. Esa señora se ha quedado a pesar de que hemos estado en momentos innecesariamente duros, en crisis en las que no podemos pagarle. Si no fuera por mamá Barbara, la fiel ama de ll
