"Oculto interés"

3633 Words
Después de dos semanas, casi tres, siendo mayormente evitada por Cristóbal, y recibiendo el mismo trato de su parte, he sobrevivido con un par de baches por culpa de Francisco alias "Cólera", quien no sé cómo lo logra, pero siempre arruina mi día de una manera u otra. —Los veo mañana, muchachos, la semana estará encargándome de algunos pendientes que quedan. No les tengo que repetir que practiquen en sus casas lo más que puedan, saben que la obra sale pronto. —Con sus puños sobre su cadera, la estricta señorita López nos dijo aquello a todos en el salón de danza, mis compañeras y yo pudimos quitarnos las zapatillas de una vez, completamente sudadas y yo especialmente dolorida. —Finalmente. —Me susurró Luisa estirando sus piernas. —Ahora puedes decirme todo lo que sucedió con Cristóbal, ¡A veces odio ya no estar en la prepa! La universidad por ahora apesta. —No fue nada. —Respondí intentando restarle importancia. Miré a Sofía y dije: —Y Sofía debió guardarse el beneficio de decirte. —Ella me miró con ojos de arrepentimiento. —Heaven, soy tu amiga, sabes lo que opino de ese animal, Cristóbal, y que se haya metido contigo me ha puesto muy nerviosa, si me lo preguntas. —La honestidad en Luisa me frustró, tiene razón. —Tú pareces no entender lo que hizo, y me asusto por ti. —No debería estar en la lista de tus preocupaciones, universitaria. —Sonreí cambiando el tema indirectamente. —Pero de todas maneras es él quien me ha pedido alejarme, así que no tengo nada porque temer. —Sí, eso es cierto, en algún cliché me imagino que te hubiera forzado a algo terrible en lugar de esto. —Dijo Sofía en tono inocente. -O que le hubiera parecido perfecto de manera perversa el que seas bailarina. —Puede ser. —Tomé mi mochila con la ropa del uniforme. —Pero de todas maneras no es algo que me extrañe, es decir, si yo hubiera matado, no sé, a un músico, y de pronto me enterara de que el chico al que intento frecuentar es músico mi reacción sería la misma. —Pero te ha amenazado. —Recalcó Luisa con una mueca de preocupación. —No, más bien ha sido solo una advertencia, y cito, "Te lo advierto". —Respondí al momento. —¿Cuál es la razón para que lo defiendas tanto? —Luisa me acarició el hombro maternalmente. — ¿Eh, Heaven? No quiero que salgas literalmente herida de todo esto. —No lo defiendo. —La corté antes de que siguiese con ese tema. —Él mató a alguien.... —No sólo mató a alguien, Heaven, mató a mi amiga, a una de nosotras ¿Por qué no lo ves?  —Sí, sé eso. —Me sentí culpable por no considerarlo lo suficiente, no ponerme en el lugar de Luisa ha sido egoísta.  —No necesito más problemas que suficientes me he creado ya con ese tal Francisco. —¿Yescas? —Preguntó Luisa. —Ay, amiga, de verdad hago falta. ¡Cuídala, Sofía! —Eso se supone que hago, aunque Miguel ya lo hace muy bien. —El teléfono celular de Luisa sonó y ella miró la pantalla. —Ya me dirán que sucede con ese Miguel. —Luisa besó la mejilla de Sofía y luego la mía. Por algún motivo no me gusta hablarles de mis situaciones, o problemáticas a las personas, ni siquiera a Luisa. —Tengo una cita con Paulo y ya llegó. —¿Irás así? —Pregunté señalándola y señalándonos, tenemos sudor en todo el cuerpo y licras. Ella sonrió alzó y bajó las cejas en un movimiento rápido y pícaro y dijo: —Bueno —Luisa nos guiñó el ojo. —No necesitaremos ropa, y si es por el sudor, sudaremos más, de todas maneras. —¡No era necesaria esa información! —Me reí, con desagrado. Luisa finalmente se fue y me le quedé viendo a Sofía de manera desaprobatoria. Ella abrió los ojos bastante preguntándose qué hizo. —¿En serio? ¿"Miguel lo hace muy bien"? —Dije con mis puños sobre mis costados. Ella hizo una señal de vergüenza con su rostro y dijo: —¡Vaya! Se me escapó. —Se burló. Después de eso salí de la academia para esperar a mamá como todos los días. Dos semanas completas y he sobrevivido a los ataques infantiles de Francisco y sus súbditos. La verdad es más fácil de lo que pensé, sin contar que me considero una persona fuerte, muy rara vez algo me afecta. —La buena noticia está en que Cristóbal no se va a acercar más a ti. —Miguel frotó mis hombros suavemente. —La mala es que Francisco se está metiendo contigo y todos le tenemos miedo. —Solo ladra, no te preocupes. —Dije. —De cualquier manera como me busque me encuentra. —Mejor no lo hagas. —Me advirtió Miguel en un tono temeroso. —Te lo digo por experiencia propia, mejor ignóralo, no lo mires a los ojos y pronto se va a olvidar de que te tiene enojo. —No me da miedo y no pienso darle el poder al agacharme cuando pase. —Puse los ojos en blanco. Incluso si me da miedo, demostrar inferioridad es lo peor que uno puede hacer, es alimentarlos. —De todas maneras si me hace algo siempre puedo devolverle el golpe. —No lo sé, Heaven, no dudo que seas fuerte, pero él no deja de ser hombre. Físicamente es más fuerte, y aunque no dudaría en defenderte... Sabes que no me gusta pelear, es preferible evitarnos eso. ¿No? —No intentes defenderme si él me hace algo. Sé que no deseas hacerlo. —Me burlé. El abrió la boca para saltar en su propia defensa, pero escuchamos un grito. —¡Heaven, te buscan en dirección! —Dijo la prefecta Lorena a lo lejos. Miré extrañada a Miguel, pero finalmente me encogí en hombros, le di un beso en la mejilla para despedirme y fui a donde me llamaron. A llegar sentí como empujaron mi hombro con fuerza, mi reacción fue girarme para esperar una disculpa, sin embargo al percatarme de quien es, retiré el pensamiento. —Cuidado con esos pies, Heaven. —Me limité a simular una sonrisa sarcástica, él me la devolvió. —No sucede nada, cólera. —Le guiñé el ojo y me dirigí a donde me llamaron con un sabor amargo en la garganta. Esto huele a que es sólo el inicio. Sé que Miguel tiene razón, pero no pienso doblegarme.  A llegar a la dirección, una señorita me atendió y me dejó entrar a la oficina de la directora. Dentro se encontraban tres personas además de mí. —Señorita Zarcos. —La mujer de figura y pasos aristocráticos sonrió de manera casi robotizada y dijo: —Soy la directora Ávila, pero creo que ya tuvimos el placer antes. —Sí, señora. —Respondí haciendo memoria. —En la junta de padres el año pasado. —Tienes una buena memoria, Heaven. —Me sonrió. —Pero puedes sentarte. —Me señaló un sillón frente a su escritorio color café. Adyacente a donde yo me senté, miré al momento a Cristóbal. Luce ligeramente perdido, como si realmente no estuviese con la directora Ávila y conmigo, como si algo realmente malo estuviese sucediéndole y por alguna razón... Eso me hizo tener una sensación extraña en el pecho. —Cristóbal. —La señora Ávila despertó de su trance a Cris, y éste la miró de manera distante. — ¿Podrías dejarnos a Heaven y a mí a solas? —Preguntó amablemente la directora. —¿Para qué? ¿Para que la llene de veneno? —Cristóbal me miró fugazmente y ahí comencé a sudar frio, ¿Qué deben de creer? Su rostro pasó de distante a uno lleno de rabia. —El señor Chávez de verdad tiene que hablar a solas con Heaven, joven Velarde, así que le agradecería que saliera por su voluntad antes de que algo más suceda. —Cristóbal soltó un bufido lleno de enojo, y volvió de nuevo sus ojos muy apenas a mí. —De todas maneras... —Me miró de pies a cabeza con desdén. —Lo que piense o no Heaven de mí me tiene muy sin cuidado. —Alcé una ceja y me crucé en brazos diciendo sin decir "¿Ah sí, animal?". —Espérame afuera del edificio, Cristóbal. Hablaremos después de que Heaven nos cuente lo sucedido. —¿Sucedido de qué? ¿Qué sucedió? Cristóbal, con su mirada torturada y sus ojos inyectados en sangre miraron directamente al señor de mediana edad con piel morena, detecté más que enojo en él una llamada de auxilio, luciendo como si quisiera gritar alto. —¿Cree que yo podría hacerle daño a ella? —Dijo Cris sin señalarme en lo absoluto, sólo con sus ojos clavados en el señor Chávez. —Soy yo quien está sufriendo aquí, no pueden creer que esto sea posible. —Cristóbal cerró los ojos, negó con la cabeza y volvió a mirarlos. —Ojalá que quede en su consciencia. —Finalmente abandonó la oficina, molesto. La directora y "El señor Chávez" a quien aún no me han presentado, me miraron. —Bien, Heaven. —Noté el suspiro de cansancio de la señora Ávila. —Él es Héctor Chávez, es policía en el área de investigación, y viene a hacerte un par de preguntas. —¿Qué? —Oh... ¿Y por qué estoy yo aquí? —Pregunté con notable molestia e incomodidad. —Sí, entiendo, estuve involucrada incidentalmente un par de veces con Cristóbal, pero no por eso va a hacerme daño ¿Entienden? Es decir, el muchacho no me conoce, yo no lo conozco, no pueden culparlo de algo que ni siquiera ha hecho. —Señorita, si usted me permite, esto es más grave que un... acercamiento romántico adolescente. —Noté risa sarcástica en el tono de voz de Héctor. —Se trata de la desaparición de Marina de Velarde. La madre de Cristóbal. ¿Qué? ¿Cómo? Sus palabras golpearon mi pecho con fuerza. Y yo creía que Cristóbal tendría los ojos así de angustiados por mí, claro que no, a veces olvido que las cosas por las que yo paso a veces no son malas comparadas con las cosas que a otras personas viven a diario. —No, el señor Chávez se refiere a que la señora De Velarde Ha... Ha dejado una carta despidiéndose de Cristóbal. —Dijo la directora, y después de mirar al tal Héctor, continuó: —Seré completamente franca contigo, Heaven, Cristóbal ha llegado esta mañana conmigo a informarme de la supuesta desaparición de su madre. He sido yo quien... ha llamado a la policía y Cristóbal nos explicó a ambos que esa carta no le parece convincente, que quizá algo le pudo haber sucedido. —Pero nosotros no nos creemos esa mentira. —Sonó la voz rasposa y agresiva del señor Chávez. —Menos si proviene de un homicida como él. —Héctor. —Lo reprendió en voz baja la directora. —A lo que vamos, Heaven, es que somos conscientes de que tuviste uno que otro "incidente" con Cristóbal. —¿Y eso que tiene que ver con todo esto? —Con cada palabra de ellos mi humor fue y fue empeorando. —¿Sabes algo? ¿Algo sobre Marina? Suponemos que Cristóbal está detrás de esto y nos mostró esto—Héctor puso una hoja de papel de mi lado, tiene letra cursiva una breve nota. "Lo intente de verdad, pero no puedo vivir así, Cristóbal. Cuídate, no hagas más daño". Cubrí mi boca con mi mano derecha, mis sentimientos frustrantes no pueden evitar sentir un poco de pena, si bien el ponerme en el papel de su madre también es algo que debería hacer, yo fui testigo del trato de Marina hacia Cristóbal, él sólo busca su aceptación, no desaparecerla, sino todo lo contrario. ¿Y si le hizo algo a su madre después de rechazarlo tanto? Todo es posible. —Somos conscientes de que esto no lo ha escrito la madre de Cristóbal, esa natural frialdad solo podría venir de una persona como el hijo de Marina...  Bueno, aquí vamos mi bocota y yo.  —Señor Chávez, tanto usted como yo no tenemos idea de cómo fue o es la madre de Cristóbal, por lo que me veo en el derecho de decirle que usted no tiene motivo alguno en hacer esas conjeturas, y referirse a que es algo imposible la "Natural frialdad" de una madre. —Dije, tomé aliento y continúe. —Tuve el "honor" de ver el trato entre Cristóbal y la señora Marina, y créame cuando le digo que no tiene idea de cómo una madre puede cambiar después de algo como lo sucedido.  —¿Cómo que sucedido? —Preguntó Héctor divertido por la situación. —Sabe a lo que me refiero, señor. —Dije. —Cristóbal mató a una bailarina, sí, ¿Cómo cree que reaccionaría cuando su hijo saliera? Vi con mis propios ojos la manera en la que Cristóbal intentó acercarse a su madre, y también fui testigo de cómo fue rechazado y ¿Saben qué? Qué vergüenza. —Mire a la directora —¿Qué? —Preguntó ella sorprendida por mi atrevimiento. —Principalmente, directora, si bien no me equivoco Cristóbal acudió a usted, confió en que le ayudaría, porque tal vez es lo más cercano que tiene a una autoridad y lo primero que hizo fue llamar a la policía. —Negué con la cabeza y la señora Ávila me miró seriamente inexpresiva. —¿Qué creen que hará Cristóbal cuando sí haga algo malo en serio? ¿Cree que volverá a confiar en usted? ¡Qué equivocación! Ni siquiera yo lo haré. —Furiosa me levanté de mi asiento y con ello la directora lo hizo. —Señorita Zarcos, ¿Puede sentarse y escuchar un momento? —Dijo seriamente la directora. —Tiene un punto, y muy bien visto y dicho... Pero... —¿Qué? —Me reí carente de humor. —Yo tengo un punto, pero usted ¿Qué punto tiene a favor?  ¿Había pensado en que tal vez Cristóbal no tenía a nadie más que a su madre? No, pero claro que no. Todos los demás le tienen este tan natural repudio. —Si habíamos pensado en la posibilidad. —Dijo Héctor. —Pero si queremos encontrar a Marina tenemos que hacer una lista de sospechosos. —El tono de diversión del señor Chávez ya se había convertido en uno tenue y serio. —Ah, sí. —Dije —Entonces su plan maestro es poner en la lista como encabezado al que denunció la desaparición. Son increíbles. -Se sorprendería de la frecuencia con la que ello sucede. -Respondió el oficial con seriedad, por supuesto tiene un punto. —Heaven, evidentemente estas alterada y no estás en condiciones de hablar sobre cualquier cosa relacionada con la desaparición. —Dijo la directora. —Y pido mi más sincera disculpa si hemos ofendido en algún momento tu forma de ver la ética. —No señora, yo no sólo tengo ética, tengo moral. —Dije —Sin embargo, lo que usted no tiene es ética profesional, y es muy diferente. —Cristóbal no es nuestro sospechoso principal, es una forma en la que intentamos ver la situación. Estamos iniciando la investigación, lo natural es investigar a la última persona que trató con el desaparecido. —Se corrigió Héctor de sus pensamientos al comienzo de la conversación. —Bien, porque si no tienen pruebas que evidencien a Cristóbal, tengan por seguro que esto que hicieron, esto que usted, directora, hizo, se va a saber. Salí como rayo pensando al momento en que seré expulsada por mi vocabulario, y aunque no use majaderías, —donde ganas no me faltaron— Ofendí de diferentes maneras a la directora. Alce mi vista a ver a un cuerpo más alto que yo junto a la puerta que da entrada a la oficina de dirección. —Cristóbal. —Se me escapó. —Lo escuche todo, Heaven. —Su voz sonó fría, pero a la vez sus ojos me mostraron un poema de lo que sentía. Cruda tristeza. —Pero no necesito que me defiendas. —Ni siquiera lo hice por ti. —Dije con una mirada fría. —Es lo que haría por cualquier persona que sea agredido y no se lo merezca. —Sólo hacen su trabajo. —El de la directora se debió limitar a ayudarte. —Es lo que hace. —¡Bien! ¡Perfecto! No te voy a defender nunca más. Y de nada.   No hablé con nadie sobre mi pequeña pelea de abogada con nadie, ni siquiera con Luisa, ya que no creo que Cristóbal quiera que sea noticia. Además de que me hirió su manera de actuar luego de que lo defendí. Sola, a la hora de salida me fui caminando por el área de las canchas y me topé con un pecho que golpeó mi hombro con fuerza. —Más cuidado. —Se burló obviamente Francisco. —¿No te cansas de ser un buscapleitos? —Dije. Me percaté un poco tarde de que Francisco está acompañado de dos amigos más. —¿Qué? —Se burló y su par de monos junto con él. —En verdad me sorprendes día tras día, ¿Eh Heaven? —Solo déjame ir. —Intenté caminar pero este me detuvo tranquilamente y me devolvió empujándome bruscamente hacia atrás. —¿Tienes miedo? Es decir, somos tres contra un mu.... —Francisco alzó una ceja. —¿Qué eres tú? ¿Mujer? ¿Hombre? ¿Animal? ¿Bestia? ¡Bestia! —¡La bestia tiene miedo! —Gritó uno detrás de mí y me empujó hacia Francisco quien sostuvo mis brazos con una mirada burlona. Al momento pise su pie y él me empujo de vuelta al rubio que antes se burló de mí. —¡Suéltame ya! —Grité pensando en por qué carajo no hay nadie que vea esto y pueda ayudar. —Todos ustedes son unos imbéciles buenos para nada. —Ese pisotón sí me ha dolido. —Dijo Francisco y el rubio me empujo de vuelta al mismo. —Te dije que iba a vengarme. Así que tienes la oportunidad de disculparte, y voy a dejarte ir. —Vete al infierno, Cólera. —Francisco aplastó sus labios en una línea recta y me empujó de nuevo hacia atrás, esta vez caí en un pecho caliente y me di vuelta al momento. —¿Qué están haciendo? —Reconocí su voz y de pronto me sentí a salvo. —Sólo está haciendo mi existencia difícil. —Dije. —Pero puedo defenderme sola. —¿Ah sí? —Cristóbal alzó una ceja, noté un tono de diversión en su voz. —No venía defenderte, de cualquier modo. —¿Lo ves, Heaven? Nadie aquí va a salvarte. ¿Cierto, Cris? —Cristóbal me miró unos segundos con sus ojos azules-grises, con una sonrisa lenta y casi inexistente —Muy cierto, Francisco. —Respondió Cristóbal. Después de lo que hice por él, es un pedazo de imbécil. Siento deseos de llorar, pero mi orgullo se traga cualquier lágrima. —Heaven sólo busca pleitos por todas partes. A mí incluido a pesar de conocer mi fama. —Todos ustedes, créanme que lo más lejos que alguna vez van a llegar, va a ser esto. Intentar molestar y hacerles la vida imposible a personas que de hecho sí tenemos futuro. —Dije —Ya veo que aquí sólo existen cobardes y pocos hombres. —Ese insulto fue dirigido específicamente a Cristóbal y este aun así me vio con la ligera sonrisa. Opté por acomodar mi cabello y empujar con toda la fuerza de mi cuerpo su hombro. Escuché las risas de todos, menos de Cristóbal sobre las canchas. Narrador omnisciente. —Cris, en verdad que eres genial. —Apuntó Francisco. —A veces chicas como Heaven necesitan lecciones como estas para aprender que con tipos difíciles como tú y yo no hay que meterse. Que sepan quien manda.  —Sí, sí. —Asintió Cristóbal con los ojos entrecerrados y clavados en el cuerpo de Heaven alejarse; cuando ya no le vio la sobra a la castaña, dio dos pasos decididos a Francisco, lo señaló con su dedo índice, y entonces dijo: —Tócale a Heaven un vello, aun si es por accidente y te prometo que será lo último que harás. Sólo dame una razón para matarte y no dudes que lo haré.  -P... Pero yo... -Francisco se encontraba impresionado y tembloroso, los músculos contraídos de Cristóbal sólo le provocaban aún más miedo.  Cristóbal miró a los monigotes detrás del joven. -Y si ustedes hablan les espera un futuro similar al que tendrá su querido amigo si molesta de nuevo a cielo... -Cerró los ojos rápidamente y negó. -Heaven. El desconcertó de Francisco no tardó en llegar. Lo más preocupante de la situación, fue como Cristóbal pudo controlar sus emociones sino hasta que vio como Heaven se alejó. Los amigos del brabucón se acercaron a Francisco para ver su estado. - ¿Tú te encuentras bien, viejo? -No me toques. -Pidió él, cuando Cristóbal se comenzó a alejar, con aquella calma tan ajena a lo que normalmente mostraba sintió náuseas. En un segundo ya se encontraba sobre sus rodillas y vomitando.  Cristóbal se fue del lugar al igual que Heaven, hecho una rabia. Siguió con sigilo a la joven hasta la parada de autobús, al verla subir pudo retirarse con calma.
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