Capítulo 2

1576 Words
Manejé hacia el pueblo, en busca de algún supermercado.  Anoche se podría decir que no dormí, solo me quedé acurrucada entre mis sábanas con la luz encendida, había veces en que mis ojos se cerraban, pero hacía toda mi fuerza de voluntad para que así no fuera. No sé qué habrá pasado anoche pero tengo que olvidarlo, ahora que viviré allí tengo que estar muy tranquila.  Era la primera noche que dormía sola en una casa y creo que solo fueron los nervios. Más adelante divisé el super, siendo domingo las personas iban a hacer sus compras para la semana, no estaba lleno, solo habían unos cinco coches aparcados. Giré el volante y atravesé el portón, aparqué el coche en un lugar vacío que estaba cerca de la puerta principal y me bajé.  Llevaba puesto un short corto, convers rojos y una camisa corta que hacía visible mi ombligo.  Mi cabello estaba amarrado en un moño desarreglado, quizá me mire desastrosa. Al estar dentro, cogí un carrito y me dispuse a meter lo necesario: leche, huevos, carne, pan, fresas, manzanas, yogurt, unas cuántas bolsas de papas y doritos. También metí soda, unas cuántas cervezas (ahora que vivía sola nadie me diría nada) sonreí para mi misma. **** que harás una fiesta. ***** una voz masculina a mi lado. Elevé mi vista hacia la persona: era un chico tez blanca, cabello algo desarreglado, sonirsa linda, ojos azules. Su camiseta se ajustaba justo a su figura. Y también llevaba short hasta las rodillas y convers. Nada más que los de él eran negros.  *¿Disculpa? *** pregunté, mirándolo y centrándome en él. Sonrió de lado. **** las dos cajas de cervezas.  ******* el carrito. Abrí la boca queriendo decir algo pero de repente no se me ocurría nada. *** una pequeña reunión... ******** misma*. Con unos amigos. *** resté importancia. Elevó las cejas sorprendido y me escudriñó de pies a cabeza. Su mirada se detuvo en mi abdomen y rápidamente me bajé a fuerzas la camisa. Se rió. ****** antes te había visto por aquí.  ********. ** en el colegio tampoco te he visto, y no digas que estudias en otro porque el otro queda hasta la ciudad más cercana. ****** con voz tranquila. *****, más de 100 kilómetros.  ¿Va al instituto también? Qué bien que conocí a alguien de ahí por fin, asi no me sentiré tan sola. *****. Me mudé ayer, el lunes empiezo en el colegio. *********. Asintió para sí mismo. ********. *** detuvo en seco enarcando una ceja en mi dirección para que le dijera mi nombre. **** Hannah, *** estreché mi mano. *** soy Peter. Es un gusto. *** estrechó la mano también.  Nos quedamos viendo por una milésima de segundos hasta que una señora nos interrumpió, diciendo que iba a sacar una caja de cervezas, me aparté un poco y, cuando se fue, volvimos a lo nuestro.  *** tengo que ir, nos vemos mañana, Hannah. *** despidió mientras se alejaba con el carrito.  Le sonreí con la boca cerrada, mientras con mi mano hacía un gesto de adiós.  *** guapo, ¿verdad? *** preguntó una voz femenina detrás mío. Fruncí el ceño al ver a una chica cabello n***o, vestida toda de n***o y un pircing en la nariz. *¿Eh? **********.  Rodó los ojos. *** profesor. **********.  ¿Profesor? ¿qué profesor? *** te entiendo.  ********* confusa. Se rió.  *** chico que se acaba de ir se llama Peter y es nuestro profesor de matemáticas.  ********.  Abrí la boca del asombro pero luego la cerré rápidamente, volviendo a ver por donde se había ido Peter... digo, el profesor y luego la miré a ella. *¿Qué edad tiene? *** pregunté, no creyendo mucho.. Se quedó pensativa. *** si no me equivoco.  ***** con total tranquilidad. ** esta demás decir que ahora todas quieren tomar clases matemáticas.  Hasta las rubias insoportables. Pero el profesor Peter es muy profesional en ese aspecto, apenas comenzó el año pasado. *** explicó.  Peter es super joven, jamás pensé que sería profesor de matemáticas y yo soy mala en esa clase, la odio, la detesto.  **** Anna, por cierto. *** presentó sin estrechar mano ni nada. *** soy Hannah. ***** ajena a la conversación.  *** sé, vives en la casa que está maldita. Eso hizo que la mirara de inmediato.  *¿Qué dices? **********, con el corazón empezando a acelerarse. Resopló. *** casa en la que vives es super vieja, como de 1960 por ahí.  *** acercó un poco más, mirando a los lados como asegurándose de que nadie nos escuchara. ****** las familias que han vivido allí han terminado muertas, la última fue hace unos años y es una lástima porque Ryan era... ***** una pausa* Perfecto.  Enarqué una ceja, creo que a ella le gustaba. Pero ese no era el punto, era todo lo que me estaba contando Anna ¿mi casa embrujada? No puede ser verdad. *¿Encerio? **********, mirando para otro lado. ***, era super guapo, siempre era el rey de las fiestas y... *** paré en seco. Eso no era lo que quería saber. *** hablo de ese tal Ryan, el típico chico popular y mujeriego.  Estoy hablando de la casa. Puso los labios en una sola línea y miró el mostrador, en dónde una chica le hacía seña de que fuera. Creo que era una amiga de ella. *** siento, Hannah, me tengo que ir, hablamos mañana, ¿vale?. *** dio una última sonrisa y se alejó.  Y yo me quedé con esta duda y angustia dentro de mí.  *** Saqué las bolsas del auto y cerré la puerta, caminé unos cuantos pasos pero luego me detuve en seco al creer haber visto una sombra en mi habitación.  La cortina etaba puesta, era color blanca por lo que se miraba perfectamente si alguien pasaba del otro lado. Quedé viendo la habitación por unos cuántos segundos para ver si miraba algo más.  Lo de la sombra creo que fue solo producto de mi imaginación.  Sin embrago, en mi habitación, sentía como que alguien me observaba.  Retiré todos esos pensamientos malos de mi cabeza y me dispuse a entrar a la casa, abrí la puerta, cerrando al estar dentro y me dirigí a la cocina, puse las bolsas en la mesa y abrí la nevera. Saqué de las bolsas todo lo que necesitara refrigeración y lo metí.  Lo demás lo acomodé en los cajones de arriba. Deposité las bolsas en la basurera y subí a mi habitación.  Abrí la puerta con sumo cuidado, mirando hacia los alrededores.  El dormitorio estaba intacto.  Creo que esa chica Anna me sembró la semilla de la duda. ¿Y si era cierto que esta casa estaba maldita? Tendría que averiguarlo.  Busqué mi computador y me senté en el pequeño escritorio. Busqué en google: La casa maldita de Doverdale. Sí, así se llama la ciudad. De inmediato le di buscar: aparecieron varios artículos de cada uno de los casos. Entonces era cierto. Esta casa está maldita. Un escalofrío recorrió mi espalda al enterarme de eso. Di click en el artículo más reciente.  Salió la imagen de una familia.  Había dos señores, una niña, otro señor a la par de la niña y de último esaba un chico.  Tal como había descrito Anna a ese Ryan, pude confirmar que era él.  Me quedé viendo su cara por unos instantes: tenía una sonrisa seductora, su cabello estaba algo revuelto pero, sin embargo, aún así se veía bien. Bajé más y leí parte del artículo: Desde el año 1960, fecha en que la casa fue construida, hasta la actualidad, se han reportado varios casos de asesinato, todos ellos sin una explicación, solamente se han encontrado los cuerpos sin vida. Como en el caso de la familia Stee. La madre fue encontrada muerta en la tina de baño, el padre en la habitación con las muñecas ensangrentadas, el tío, hermano de Betty Stee, fue encontrado en el ático, supuestamente se había ahorcado, la niña estaba en su cama, completamente dormida, como si hubiera muerto asfixiada y el hermano mayor de diecinueve años estaba en su habitación: completamente herido, como si hubiera forcejedado con alguien.  El chico no resistió y murió.  La piel se me erizó al leer ese artículo tan sangriento.  Pero eso no fue lo que me hizo quedar paralizada de terror, escuché el ruido de la puerta abriéndose ¡como si alguien la estuviera abriendo! Las manos me empezaron a temblar y la respiración se me aceleró.  Luego dos golpes en la misma puerta me hicieron girar el rostro rápidamente, solo para confirmar que no había nadie, la puerta estaba abierta y llena de sangre ¡de sangre! ¿Qué es esto?. Me levanté temblorosa y me acerqué a la puerta, habían palabras escritas con sangre o sea lo que sea esa cosa roja, la piel se me erizó y un olor horrible inundó el lugar. Leí las oraciones que no sé quién había puesto en la puerta y cubrí mi boca de inmediato, llena de miedo. La oración decía:   ¡Vete de aquí o serás la siguiente!
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD