Evan Suelto un suspiro al estar frente al edificio donde está el apartamento que compartía con Leilah, debo ser firme y sé que no va a ser nada fácil, porque estoy consciente de que sacar mis cosas, significa un nuevo comienzo para ambos y debo admitir… que tengo miedo. A lo que vendrá, a arrepentirme de todo esto… a perderla para siempre. —No seas cobarde —hablo en voz baja, dirigiéndome a la puerta con el número doce, tocando el número con dedos trémulos, antes de abrir la puerta y encontrar a Leilah echada sobre el sofá. Sé que no está dormida, puedo escuchar sus sollozos desde aquí y siento que mi corazón da un vuelco doloso y las manos me tiemblan. "No claudiques ahora", me conmina mi mente. Había decidido llevarme las pocas cosas que me pertenecen y habían quedado en ese lugar,