CAPÍTULO 3.

1106 Words
Esta casa es un ensueño para cualquier diseñadora, cuando salgo de mis sueños, la risa de mis hijos me llama a poner atención. Freya está encandilada con las flores que están por todo el jardín y sus ojos se abren de una manera al ver una casa de muñecas inmensa. Elijah grita y giro mi cabeza para ver que le pasa y un par de autos para niños están cerca de un castillo de niño. Los hijos de este caballero sí que tienen suerte, cuando mis hijos tienen la intención de ingresar, les reviento la burbuja, ya que no deben tocar lo que no les pertenece. El Sr. Richter me mira y le pido disculpas por mis hijos, cuando él quiere decir algo mis hijos llegan a mi lado, lo miran y piden disculpas. Él me mira perplejo, el comportamiento de mis hijos es casi de adultos. Mis hijos toman mis manos y de reojo miran las cosas a su alrededor, sé que es cruel, pero no puedo hacer que se hagan ilusiones con cosas que no les pertenecen, yo ni vendiendo todos mis órganos y mi nueva virginidad, — porque hace casi 5 años no he estado con un hombre. No quiero que ellos se deslumbren con este tipo de cosas, ese punto será importante de tratar con el Sr. Richter. Lo siento detrás de mí y al igual que mis hijos él está con la cabeza baja, como niño regañado, asi se ve más guapo. ¿Por qué?, pienso en eso. Una vez llegando a una de las entradas de la casa me doy cuenta de que la casa no tiene nada, esta tan como fue entregada. Lo miro y él me dice que necesitamos hablar sobre mi trabajo. Le estoy por preguntar por nuestras cosas y me apunta a la encimera del centro de la cocina, donde se encuentran. Me acerco y le entrego sus mochilas donde tienen sus cuadernos. Los toman y se ponen manos a la obra, cada uno se dedica a lo suyo. Freya tiene libros de princesas y hadas donde colorea y un block donde hace dibujos y escribe cosas. Como sus deseos, ella cree que es su secreto, pero yo lo leí y me di cuenta de que ella ansia un padre. Elijah saca sus libros de lectura y matemáticas. Y también un cuaderno donde se hace preguntas y se responde el mismo, es lindo y gracioso a la vez. Una vez estamos en el salón, yo con mi cuaderno en mis manos le pregunto por lo que quiere, sus gustos y lo de su mujer. Él me dice que lo deja a mi criterio, y que necesita todo en 6 meses como máximo. Me tiende un contrato el cual firmo sin revisarlo, él solo me mira y me tiende un sobre donde está una tarjeta American Express Centurión. Lo miro incrédula, él solo me informa que solo hay 10 millones de dólares, no es que tuviera más en esa tarjeta. Miro la tarjeta y luego a él. Y asi sucesivamente. Yo tomo medidas, le muestro colores, pero él me dice que quiere algo hogareño al final. Le indico que necesito revisar el segundo piso. Para tomar medidas, él me pide que la habitación de los niños sea maravillosa y que le quiere participar en todo lo que sea la compra, armado y todo. Solo asiento, cada vez que él me mira a otro lado y me habla mi baba quiere escapar, si no es por mi boca cerrada asi sería. Una vez termino, me doy cuenta de que estoy sola, asi puedo revisar todo con más calma, saco medida de todo y tomo fotos por si acaso, ya que no podre venir siempre a ver detalles. Cuando me toca el dormitorio matrimonial, el cual está al final del pasillo, bueno, lo deduzco porque son puertas dobles blancas. Cuando las abro mi quijada cae porque tiene una vista insuperable y por lo espaciosa que es. Son 2 armarios gigantes, —, son como mi dormitorio. Alguien me habla, me asusto y mis cosas caen al suelo alfombrado. Cuando el Sr. Richter me ayuda mira mi celular con la pantalla trizada, de inmediato le informo que no se preocupe que ya estaba asi desde antes. Me pide disculpas por el susto. Le quito importancia, le informo que ya tengo todo listo, que durante la semana estaré buscando un proveedor para los muebles, un camión para la mudanza y que al finalizar todo se le entregara una carpeta con las boletas, facturas y todo lo demás. Bajamos y mis niños ya están listos, y comprendo el porqué me fue a buscar. Hago que mis niños agradezcan la hospitalidad. De regreso en el auto, mis hijos van conversando de todo lo que vieron, les informo que si muy lindo, pero que ellos no pueden pedir algo tan caro. Hasta que mi hija dice, si papá estuviera con nosotros, el sí nos compraría eso y más. Les pido silencio y me fijo que el Sr. Richter tiene una pequeña sonrisa, muy linda, en su rostro. De mi boca sale que su padre jamás podría comprar eso, porque jamás sabrán quién es, y porque ni yo lo sé. Eso lo digo en un susurro, más para mí, pero sé que el caballero este escucho. Por estar a mi lado. Cuando vamos entrando a la ciudad, mis hijos ven un local de comida rápida y ambos se miran, pero niego con la cabeza, ellos saben qué mamá solo puede comprar comida chatarra 1 vez a la semana. Ya ayer comimos pizza. Ellos asienten. KLaus solo nos mira interactuar y la forma en que sabemos con un gesto la respuesta. KLaus pregunta que sucede y respondo que - NO PASA NADA, solo queremos llegar. Ellos saben que solo podemos darnos el lujo una sola vez, pero me mata cada vez que ellos quieren algo, pero no puedo darles todo lo que quisiera. Llegamos, les digo que se despidan y como de costumbre ambos hablan al mismo tiempo. Les quiero tomar la mano, pero me rechazan. Yo solo le digo un escueto, gracias. Entramos, los hago sentarse en el sofá de la sala y les recuerdo nuevamente que no podemos darnos ciertos lujos y que lo que hoy vieron. Es solo parte de mi trabajo. Los abrazo, les digo que mama hace todo lo posible por tener lo indispensable y de vez en cuando algo más. Ellos asienten y se van a su dormitorio a dormir, yo solo derramo lágrimas, no por pena, sino por impotencia de no poder darles más de lo que se merecen.
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