Capítulo 1
Pov. Romina.
Sus palabras se siguen repitiendo una y otra vez; en mi cabeza, aún me pregunto qué pasó, no sé qué me faltó, que no hice o qué hice mal. Que no le di.
“SIEMPRE VA A HACER ELLA” mi mente me repite una y otra vez, esas malditas palabras que calaron muy hondo en mi pecho.
Tantas preguntas que jamás tendrán respuestas porque no hay manera de que las quiera, ya no y sobra decir que él nunca me dará un cierre o una explicación.
Y para ser sincera a esta altura del partido, ya no quiero saber nada de él desde que me corrió de nuestro hogar, él murió para mí y mis hijos.
Menos mal, nunca quise ceder a querer deshacerme de mis cosas, bueno prácticamente las escondí de él.
Con su complejo de macho proveedor no dejo que ejerciera mi carrera, pero desde ahora todo será diferente, él nunca más podrá tomar una decisión por mí, ni opinar por mí
Mis pensamientos me llevan nuevamente al día en que firmé los papeles de divorcio y en las últimas palabras que le ladré, pero ahora sé que fue lo mejor.
Tú sabes que, con esta firma, pierdes a la única mujer que te ama a ti, no a tu dinero. Ten feliz vida.
Y de aquel día han pasado ya 4 años desde que me fui de sus vidas.
Nuevamente despierto por las malditas pesadillas, ese día en que él me echó de su lado. Siempre me pregunto qué habría pasado si mis hijos hubieran sido verdaderamente sus hijos, ¿él me abría engañado o no?
Sacudo esos pensamientos y miro a mi costado y me relajo al ver a mis hijos dormir sin preocupaciones. Quien como ellos. Sin preocupaciones o esas cosas.
Dejo las tonterías y me froto mis ojos, miro a mi costado y me doy cuenta de que ya son las cinco de la madrugada, porque, si mi rutina empieza tempranísimo, porque con dos niños, es difícil ser una mujer empoderada. Pero gracias a Dios, en mi camino me he terciado con muchos ángeles.
Salgo de lo acogedor de mi cama para ir a ducharme, pero antes tomo la ropa que me pondré hoy, ya lista y dispuesta para un nuevo día, bajo al primer piso y me dispongo a preparar sus bolsos, ropa y todo lo que les piden en su guardería.
Cuando ya tengo todo listo, sus bolsos y mi lonchera, me preparo mi café para no caerme de sueño y cómo de costumbre a mitad de él, mis hijos hacen acto de presencia en la cocina, miro el reloj y como siempre a las 6:30 tan puntuales.
Hacemos el saludo correspondiente, los abrazo y los beso, les doy su desayuno. Apenas terminan, corren a su dormitorio, se cambian su pijama por su ropa abrigada, ya que hace mucho frío. A las 7:25, como de costumbre, tomamos las cosas y salimos de nuestro hogar.
Nos montamos en mi automóvil, bueno tengo que reconocer que no tiene buen aspecto, que es un poco viejito, pero desde que lo compre hace ya casi 4 años, jamás de los jamases me ha dejado tirada.
Y espero siga así.
Siempre el que me conoce me pregunta por qué no cambiarlo por algo más bonito o moderno y siempre doy estás dos respuestas….
.— Cuando tuve a mis bebés, ja, ja, ja, tuve que ir sola conduciendo a urgencias porque no tenía a nadie a mi lado. Cuando llegaron las enfermeras, no lo podían creer.
Y mi chiquito no me dejo sola.
.— La segunda y más importante para eso se necesita dinero y cuando eres mamá soltera, tu sueldo debe ser eterno.
Llego a las 8:15 a la guardería, las maestras recién están llegando y como de costumbre reciben a mis angelitos.
Los dejo y debo reconocer que me cuestan más dejarlos a mí que a ellos, y como todos los días les repito a las maestras que no duden en llamar.
Subo a mi chiquito y emprendo mi viaje a mi trabajo. Debo decirles que yo soy diseñadora de interiores y mi trabajo es bueno, ya que me permite contar con un horario bastante flexible, así puedo tener tiempo para mis hijos.
Al llegar de inmediato, ni bien pongo un pie en la oficina me informan que hay un cliente nuevo muy importante y me hacen entrega de la lista de sus requerimientos y tengo que resaltar que es inmensa.
Así que empiezo a crear y dejar volar mi imaginación y diseño, todo con base en las especificaciones que el cliente especificó. Mi mañana transcurre tranquilamente entre mi computador y la lista del cliente. Hasta que mi jefa, la señora Sonia Cárter, mi queridísima jefa y dueña de la empresa de diseño, ella entra a mi oficina para avisarme que el cliente, el señor Richter, está por llegar.
Él solicitó conocer a todo el equipo de trabajo, yo solo asiento.asi que tomo mis cosas.
— Libretas para tomar apuntes.
— Cartas de colores.
— Muestrario de telas.
— Mi computadora.
Llegué a la sala de reuniones y aún no ha llegado nadie, así que tomo asiento y continuo con mi trabajo.
No sé cuánto tiempo pasa, ya que mi concentración solo está en mi pantalla. No noto que hay una persona a mi lado. Término de hacer las correcciones, guardo el diseño del dormitorio infantil, el cual miro con una pequeña pizca de envidia.
Cuando voy a cambiar la página, un hombre a mi lado me pide que deje la imagen. Saltó por lo ronco de su voz. Al saltar, mi rodilla besa la mesa. Miro a la persona que casi hace que mi corazón se pare por el susto; él solo me mira y apunta la imagen.
Lo miro confundida y vuelve a apuntar mi computadora y en ese momento caigo en cuenta que quiere volver a ver la habitación de los niños.
Pero cuando voy a contestarle, llega Constanza, quien es la otra diseñadora, y si bien es buena, ella ofrece todos los servicios y cuando digo todo es porque se acuesta con todos los clientes.
En resumidas palabras, es la zorra de la empresa.
Me mira de forma despectiva como siempre, pero su mirada se pierde en quien está a mi lado, lo mira y le dedica una sonrisa, y con eso yo solo tomo mis cosas, para cambiar de posición.
Cuando todos terminan de llegar, la reunión empieza, pero ya no me importa. Yo solo sigo con mi trabajo, tratando de avanzar lo más que pueda. Para poder terminar, he ir por mis hijos y dedicarme a ellos.
Todos están conversando animadamente hasta que escucho mi nombre, los miro a todos, y no sé qué están hablando. Hasta que me indican que debo ir a la propiedad para tomar las fotos y ver todo para empezar. Pero cuando estoy por afirmar, la imbécil de la zorra de Constanza dice mirando a todos.
Pero todos sabemos que ella no puede porque debe quedarse con sus bastardos, no ven que, como el padre los abandonó, no podrá rendir en este trabajo.
Yo solo miro a todos y mi mirada recae en Sonia, que no dice nada, y el Sr. Richter parece que no entendió lo que la estúpida esa dijo. Yo tomo mis cosas y me disculpo, y saliendo de la sala, me dirijo a mi oficina, tomo mis cosas y me marcho.
Cuando voy a salir por las puertas de la empresa Rosa, la recepcionista me mira y sabe que algo pasa y antes que pregunte le respondo…
—Estaré bien, no te preocupes. Si preguntan por mí, diles que es mi hora de salida.
— Ok, pero a penas salga iré a tu casa, llevaré vino. Me dice, pero yo solo asiento y me marcho.
Camino a mi auto y solo en ese momento me permito botar una lágrima. Hago ejercicios de respiración porque debo ir por mis bebés, ellos me dan la fuerza que necesito a diario.
Una vez llegó a la guardería, espero unos minutos los veo salir sonriendo y con eso todo lo que me hace daño queda en un segundo plano. Los abrazos y vamos al carro, los acomodo en sus sillitas y nos vamos a casa, pero de camino recibo la llamada de Sonia, la cual decido ignorar, por majadera; después entra una de rosa y de la oficina.
Cuando estoy estacionando nuevamente, me llama Sonia, esta vez si decido responder.
Estaba manejando, por eso no te respondí. — No te preocupes, lo imaginé, querida.me. —me contesta ella.
¿Qué pasa, Sonia, preguntó y ella responde? — Disculpa, pero Constanza llevará el proyecto, ella tiene el tiempo y es dedicada.
Claro, tan dedicada que hasta salta en las pollas de los clientes.
Pero al cliente le gustaron tus ideas y, antes que diga lo que yo estoy pensando, le respondo que no, y que si es tan buena diseñadora y le dieron un proyecto de varios millones que trabaje y haga algo más que chuparles la v***a a los clientes y sin más corto.
Corto sin esperar respuesta y puede que esto me cueste mi trabajo, pero esta mujer no me deja tranquila, yo ni la topo, pero desde que ingresé a trabajar con ellos hace 5 años, me ha hecho la vida imposible.
Ella podría brillar si estuviera dispuesta a trabajar y no abrir las piernas para conseguir proyectos.
Llegué a mi casa, la cual es mi hogar, mi refugio, el que siempre quise. Bueno, no está completo, pero al fin y al cabo es un hogar.
Mis niños ingresan como si de un huracán se tratase, se descalzan, corren a la cocina, ya que hoy, como todos los viernes, es día de pizza. Estamos cenando entre risas y cuando tocan a la puerta, al momento de abrirla, mi quijada está a punto de caer al suelo. — Que de no ser por tenerla pegada, estaría rodando. —
Pero cómo no, de ver quién está parado frente de mí