Capitulo 24 - Lucia

4998 Words
Ya sabía yo que todo esto tenía un trasfondo, pero ya justare cuentas. - Señora Lucia, sé que no es mucho la información que pidió, pero estoy investigando. – me dice el detective que contrate. - No es mucho, pero es buena la información, le pido que siga buscando, también quiero que extienda la investigación un poco más. - ¿Qué tanto? - Quiero saber la vida entera de Emilia Gómez, todo, es más quiero saber hasta el día que su madre se enteró que la traía al mundo. - Eso me llevara un tiempo, pero lo conseguiré. - Tiempo es lo que no tengo, así que enfóquese en eso y si necesita ayuda búsquela de los gastos me encargo yo. - Me dedicare a su caso. - Puede empezar por decirme como adquirió el lugar donde está viviendo. - Esa información se la puedo tener para hoy mismo. - Me parece estupendo. Terminamos de desayunar, cuando se retira quedamos en que esperaría su llamada en horas de la tarde, al salir veo a quien esperaba. - Buen día Nicandro ¿Cuánto duraste esta vez en encontrarme? - Mucho menos que la última vez – lo miro con una sonrisa y se ríe. - ¿Hiciste ejercicios? - ¿Cuándo es el día que usted no me hace correr? - Me extrañabas, admítelo. - Mentiría si dijera que no. - Bien, ya que estas aquí y no tengo ánimos de andar escabulléndome necesito que me lleves a un lugar, pero tu jefe no se puede enterar. - Señora si el señor sabe que la llevo a un lugar y no se lo dije me cortara la cabeza. - No lo hará porque sabe que eres el único que acepto invadiendo mi vida, los demás morirían del estrés. - se ríe. Me subo al coche y le pido que me lleve al Golden Teen Z; hace mucho que no voy a ese lugar, recuerdo cuando me conto de su proyecto soñado y como su padre y socios se negaron apoyarlo y aun así lo hizo; ahora es uno de los mejores clubes de este país. Una vez que llegamos algunos se sorprenden en verme por no decir la mayoría; y no me extraña después de que la prensa se ha encargado de especular, rumorar y decir. - Señora Ziegermman, que sorpresa verla. - ¿Como esta señor Rafael?, mucho tiempo – él es el gerente del club, lo hace muy bien y siempre fue muy amable. - Muy bien, no sabía que había llegado al país. - No tengo mucho tiempo, pero ya era hora de regresar ¿Cómo está todo por aquí? - Como siempre, clientes van y vienen, fiestas, reuniones, eventos, ya sabe. - Me alegra – de lejos veo a la persona que esperaba ver – nos vemos ahora. - Por supuesto, ¿quiere que le mande algo a donde este? - Por ahora no, sigue trabajando. – trato de acercarme a mi objetivo cuando me tropiezo con alguien. - Lucia... - Sabrina – este encuentro no me lo esperaba. – no sabía que estarías aquí. - Es evidente, que sorpresa tverte aquí – dice sorprendida – volviste. - Lo hice ¿cómo has estado? - No, no puedes tratarme como si fuéramos amigas después de lo que hiciste, te largaste sin decirle nada a nadie, dejaste a mi hermano sufriendo como un desgraciado, a mis hijos triste y... no puedes. - Tuve mis razones para irme Sabrina, pero no es el lugar para hablar de eso. - Tus razones me importan poco Lucia, confié en ti, eras una amiga, una hermana para mí, pero me heriste e hiciste sufrir a Gabriel, lo llevaste a un estado que jamás pensé que lo vería y ahora que rehace su vida vuelves para perturbarlo; no es justo, él te amaba y tú lo lastimaste, nos lastimaste. - Te aseguro que si lo lastime no fue más de lo que él me lastimo a mí, pero no pensé en ti, no sabía que me querías tanto. - ¿Ahora culparas a mi hermano? Él no sabe porque te fuiste, duro meses buscándote, su estado era... pensé que perdería la razón y eso no te lo voy a perdonar. - Sabrina estoy cansada de escuchar que no me perdonaran, yo no vine a buscar el perdón de nadie, tu hermano sabe muy bien porque me fui y si se quiso hacerse la víctima con ustedes eso me importa muy poco, pero no te preocupes que yo no vine a perturbarlo solo vine a terminar con esto de una vez, pero me lo está poniendo difícil. - Cuando se entere que estas aquí no lo va a tomar bien. - Ya lo sabe – se sorprende – y me parce que lo tomo bien, como es él. Se que estas molesta conmigo y lo entiendo después de todo conoces la versión de Gabriel y es tu hermano. - Lo vi Lucia nadie me lo conto, sufrió mucho. - Sufrió mucho y tenía como consolarse Sabrina. - ¿Qué significa eso? - Pregúntale a él – de repente la veo con la mirada fija en alguien y está viendo a una mujer, su expresión cambio drásticamente. - ¿estas bien? - No, al parecer hoy es el día de los encuentros desagradables. - En eso te apoyo, aunque tu no entras en los míos, me gusto verte. - Aléjate de mi hermano, está tratando de avanzar, déjalo ser feliz. Se retira sin quitarle la mirada de encima a la otra mujer, ¿Quién será? Vuelvo a mi objetivo y me dirijo hacia la persona que busco. Me siento justo en su mesa y al verme se sorprende. - No puedo creer tu descaro de venir hasta aquí después de lo que hiciste. – empezamos la pelea y yo sin guantes, se acerca el mesero. - Me trae un te bien frio por favor – le digo y se retira. - a mí también me da mucho gusto verla querida suegra. - No me llames así perdiste ese derecho cuando te fuiste. - A no, no; acepto que Sabrina, Sebastián e incluso el señor Gabriel me reprochen porque por lo visto su hijo se ha hecho pasar por una gran víctima, pero a usted no porque usted sabe muy bien lo que sucedió, ¿o también sufre de amnesia como su hijo? - ¿Qué haces aquí Lucia? Mi hijo a seguido con su vida, esta con una buena mujer que está a su nivel, que no está enferma y le puede dar lo que siempre ha soñado; una familia. - ¿Mm, hablamos de la abogadita falsa con actitud de inocente paloma o de la inservible madre de su nieto? Porque tengo gran curiosidad de como maneja la situación. - Lucrecia le dio lo que el deseaba, pero no es la mujer para mi hijo después que lo engaño con tu amiguito, Emilia es lo que él necesita. - Eso me quedo muy claro la última vez que nos vimos. - Gabriel no es el mismo con quien te casaste, ya no está a tus pies. - Ni yo soy la misma con la que él se casó. - ¿Qué quieres para que regreses a dónde estabas? - ¿Que quiero?, ¿sabe lo que puedo quitarle a su hijo si demuestro en tribunales su infidelidad? – me mira con odio esta gente no cambian creen que todo es dinero – su hijo tendría que darme la mitad de todo lo que tiene e incluso mucho más por daños y perjuicios. - ¿No se supone que no te interesaba el dinero de mi hijo? Ya muestras las garras. - Eso era antes cuando lo amaba, ya no me interesa nada de él, pero no soy tonta para salir con las manos vacías después de lo que me hizo pasar su hijo. - ¿Quieres dinero? yo te lo doy, pero vete por donde viniste y no perturbes la paz de mi hijo. - Lo que usted pueda darme siempre será menos de lo que le puedo quitar a Gabriel. - Si él te escuchara ahora se le quitaría la venda de que eres una mujer desinteresada y dócil. - ¿Sabe que es lo que debería escuchar su hijo? Que mientras que el me buscaba como un demente por todos lados, amenazaba a mis amigos y se convertía en un despojo; miserable según lo que me han dicho, su querida, bella y respetable madre sabía muy bien donde estaba y no le dijo nada. – me mira furiosa mirando a todos lados para evitar que alguien escuche– también debería saber quién me ayudo a salir del país sin que él se enterara. - No te creería. - Posiblemente, pero seamos sincera, yo soy experta en hacer que Gabriel use la lógica y el razonamiento que pierde cuando está rodeado de víboras como su madre y sus mujercitas de poca decencia. - Tienes prohibido... - No querida suegra, usted a mí no me prohíbe nada, mejor aclaremos ciertos puntos; vamos a empezar con algo sencillo: primero me baja el tono de voz y se dirige a mí con educación y amabilidad aunque le hierva la sangre, segundo mientras me decido o no firmarle a Gabriel el divorcio usted me va dar mi lugar lo que significa que de ahora en adelante nada de defender a sus ex y futuras nueras en mi presencia y por ultimo tiene prohibido meterse en mi vida; porque se me pueden cruzar los cables y decirle a Gabriel que no solo me ayudo a irme del país, que sabia donde he estado todo este tiempo, si no que le puedo decir que gracias a usted fue que me entere que tenía un hijo, que me era infiel con su abogada, que compro a su investigador y tiene bajo su dominio a su abogado. - Yo no voy a caer en tus chantajes, puedo hablar con Gabriel y decirle muchas cosas que lo hagan odiarte, no subestimes mi capacidad de convencimiento y mucho menos de madre, hice que te odiara una vez. - Si lo recuerdo muy bien y también recuerdo que cuando Gabriel se enteró que todo eso era mentira la perdono porque yo se lo pedí; y no subestimo su capacidad de convencimiento si fue capaz de convencerme a mí que me fuera, pero usted tampoco me subestimé; como bien le dije, no soy la misma de antes. - ¿Cuánto tiempo te vas a quedar? - Lo suficiente para hacerla irritar, por lo que le aconsejo que no se estrese tanto, pida más té, respire profundo y pida más hora de yoga. - ¿Para eso viniste, para hacerme saber que estas aquí? - No, vine para tres cosas, la primera ya se la dije, la segunda es que use ese poder de convencimiento para que Gabriel firme el divorcio bajo mis exigencias, la tercera decirle a su amiguita Emilia que deje de introducir la anulación del matrimonio en los juzgados, ¿se imagina como reaccionaria Gabriel si se entera que su novia y su madre están manejando su vida sin que él se entere? – respira profundo – exacto. - Si que has cambiado. - No tienen idea. – me levanto de la mesa y la vuelvo a ver – por cierto, muchas gracias por hacerme llegar los papeles del divorcio, pero si me hubiera conocido un poco debería saber que ese acuerdo no lo iba aceptar. - Tenías una buena manutención, te quedabas con un buen apartamento, un carro y mi hijo a gastado mucho dinero en tu enfermedad lo mínimo es que se lo retribuyeras. - Ay suegrita con solo poner en el papel que no me dejaba nada era suficiente, pero me hizo enojar, y aquí estamos. - Debiste haber muerto, pero tienes más vida que un gato dos veces al borde de la muerte y aquí estas. - ¿dos veces? – Ese corazón no quiere dejar de latir, aunque hayas reducido su porción de vida y ni así valió la pena. - ¿Cómo lo sabe? - Estas aquí, por los menos los médicos no se equivocaron en algo, sigues siendo una mujer incompleta que no puede darle hijos. - ¿Se lo dijo a su hijo. - No, ¿por qué hacerle perder la cabeza y hacerlo sentir culpable si te morías?, suficiente estaba lidiando contigo y tu enfermedad, pero el destino me escucho lástima que solo se llevó a uno – maldita bruja, me acerco y le susurro al oído. - Otro golpe a mi favor suegrita no queremos que su hijo sepa que me fui con su hijo en el vientre ¿verdad? – me mira desafiándome. - Debiste morir con él. - Pero no lo hice, ahora olvidemos ese tema si no quiere verme realmente molesta y nos concentramos en lo que nos importa, que Gabriel firme el divorcio para que yo pueda regresar a casa y ustedes vuelvan a su vida y se olviden de mí. - Es un trato, no me costara nada hacer que firme, pero no le dirás nada. - Perfecto. Fue un placer hablar con usted - me retiro y veo al señor Ziegermman. - Lucia, me parecía alucinar, pero Sebastián tiene razón estas más linda. - Señor Ziegermman, que gusto verlo. - A mi igual, aunque estoy un poco molesto por tu partida. - Tuve mis razones. - Lo sé – lo observo – después de la discusión con mi hijo no puedo culparte de haberte ido, pero no era la manera. – por lo menos a alguien sabe la verdad - debieron hablar y solucionarlo. - Tal vez, pero era lo mejor que podía hacer en ese momento. - ¿Te piensas quedar por mucho tiempo? - No mucho , lo necesario para culminar con esta historia. – sonríe. - ¿De verdad crees que esta historia culmine? - Debe hacerlo. Debo irme que tenga buen día. - Podemos hablar con calma otro día, pero debemos hablar – como decirle que no, si el señor siempre fue amable y cariñoso conmigo. - Por supuesto – lo abrazo y me voy. Pasar de diferentes emociones cada cinco minutos no me está sentando bien, tengo una presión en el pecho, me agarro el pecho, duele, busco mis medicamentos y no los traje ¡diablos!, hace mucho que no sentía un dolor tan fuerte, la última vez fue antes de que mi hija naciera. - Lucia...- escucho mi nombre y veo al cliente de Gabo, ¿Cómo se llamaba? recuerda. - Hola ¿Cómo estás? - Creo que mejor que tú, no te vez bien. - Me duele el pecho y no traje mis medicamentos. - ¿Quieres que te lleve al hospital? - No - más dolor – tal vez sí, pero te digo a cuál. - Claro, Vamos. - me ayuda a salir y Nicandro nos ve, sale corriendo donde estoy. - ¿Está bien? Esta pálida – pregunta angustiado. - ¿Usted quién es? - Su guardaespaldas ¿y usted? - Un amigo Benjamín – así se llama. - debemos llevarla al hospital – Nicandro me ve. - Yo la llevo, ¿llamo al doctor Ricardo? - Si por favor, deje los medicamentos en casa. Me monto en el coche y Benjamín va conmigo algo que no le agrada a Nicandro, pero está más preocupado que llegue al hospital que pelearse con un extraño. En el camino Benjamín va haciéndome preguntas rutinarias de un médico. - Necesito un amigo, médicos ya tengo suficientes. - Lo siento la costumbre. - Descuida – que dolor – Nicandro... - Estamos por llegar, el doctor la está esperando. - Benjamín empieza hablarme y hacer algunas técnicas para que me sienta mejor. - Duele - Falta poco. Después de lo que para mí fueron horas llegamos al hospital y Ricardo me ve. - Nicandro ni una palabra al señor. - Esta vez no puedo complacerte – me duele más el pecho y empecé a desfallecer, solo escuche mi nombre en la boca de Benjamín. -*- Todo meda vuelta, escucho voces y empiezo abrir mis ojos tratando de enfocar dónde estoy; escucho la voz de mi médico y la de otro caballero. - Gabo.... - Lucia - se acerca Ricardo. - Hola Ricardo. - ¿Cómo te sientes? - Mejor, me dolía mucho el pecho sentía que se me iba a explotar. - No lo dudo, tenías la tensión alta y taquicardia ¿Tuviste una discusión con alguien? ¿Recibiste una noticia? ¿Te sientes estresada? - Todas las anteriores - veo a un lado - Benjamín. - Hola, me alegra que te sientas mejor. - Gracias, pero no tenías que quedarte. - Por supuesto que sí, que clase de médico soy si te dejo tirada por ahí. - ¿Puedo irme a casa? - le pregunto. - Si, pero no puedes dejar tus medicamentos sabes que son fundamentales además de bajarle al estrés. - Eso es un poco difícil, en este momento he tenido varias emociones en los últimos días. - Has que sea fácil - reímos. -¿Estás cumpliendo con los ejercicios la alimentación y los medicamentos? - Si aunque me he saltado algunas comidas, el tratamiento se me quedo hoy en casa y desde que llegué no he hecho ejercicio - Desde mañana te quiero haciendo ejercicios, comiendo al tiempo y nada de olvidarse de los medicamentos sabes que los debes tener encima como si fueran tu vida, espera son tu vida. - Lo sé. - ¿Va a estar bien? ¿No necesitamos hacer más exámenes? - Ricardo me mira y luego a Benjamin - No es necesario estamos bien. - le digo. - Por favor, ¿nos puede dejar a solas? - le habla a Benjamín y sale. - ¿Quién es? - Un conocido que apareció en el momento justo. - ¿Tú cómo has estado? ¿Cómo está el milagrito y Esther? - Están bien, ambas están en su chequeo mensual con el cardiólogo y enamoradas una de la otra. - ¿Gabriel sigue sin saber de ella? - afirmo - ¿no crees que es hora de que lo sepa?, la niña va para dos años y no da señales de ser cardiópata. - Eso no es seguro, aún tiene un soplo en el corazón y aunque puede ser fisiológico meda miedo que tenga lo mismo que yo. - Tu desde pequeña tuviste síntomas y signos, ella no. - Lo sé, meda felicidad y esperanzas de que sea completamente sana, pero tengo este miedo, ¿Viviré con el hasta que se me agote el tiempo? - Hablando de eso, te toca los exámenes de rutina en estos días a ver cómo vas. - Estado juiciosa, no había tenido síntomas hasta que regrese, creo que este país me sienta mal. - No tuviste una crisis, pero si se te subió la tensión y asumo que es por estrés. - Rabia, he tenido varios encuentros desagradables en las últimas cuarenta y ocho horas. - Pues modera tu rabia. - Si señor, me voy y nos vemos en unos días. Salgo y encuentro a Benjamín - ¿Lista? - Lo estoy, al parecer la rabia hizo que mi tensión subiera. - No agarres rabias porque una mujer tan bella no lo merece y mucho más si es cardiópata. - ¿Te diste cuenta? - afirma con una sonrisa - ¿Desde cuándo? - Desde que nací, pero me compliqué desde los catorce, me vi muy mal, recibí un trasplante de corazón hace más de tres años. - Vaya, eres una sobreviviente. Ahora me gustas más - directo, se ríe - te vez linda cuando te sonrojas. - Gracias - mejor cambio el tema - cambie tus planes ¿Que hacías en el club? - Tenía una reunión con Sebastián y Gabriel. - Y yo interviene, no debiste dejarlos. - Tranquila, Mateo se encargó de todo ahora por lo que escuche no has almorzado; te invito a comer, aunque no conozco mucho del país puedo improvisar. - Mejor yo te llevo a uno de los mejores restaurantes del país. - Pero yo p**o. - Está bien. Encontramos a Nicandro con los nervios a millón, me le acercó y está tratando de hablar con alguien por teléfono. - Nicandro. - ¿Señora, cómo está? - Bien, no fue nada solo la tensión ¿Con quién peleas? - Con nadie, es que no pude comunicarme con... - El señor. - respiro - No es necesario decirle, tampoco le interesa, debe estar en una reunión no lo molestes mejor llévanos al restaurante de Erick. - Si señora. Una vez llegamos al restaurante quedó impresionado de la fachada. - Es elegante y sofisticado. - La comida es deliciosa y el chef es grandioso. - ¿Lo conoces? - Si, aunque en estos momentos tal vez no sea de su agrado. - ¿Por qué? - Es el mejor amigo de mi exesposo y ya sabes tiene que ponerse de algún lado y es el de él. Cuando la recepcionista me ve me nos deja pasar, empezamos hablar de sus proyectos, hasta que se nos acercó Erick. - Te desapareces sin decir nada y ahora apareces como arte de magia esperando la misma atención de siempre y acompañada - Benjamín lo mira y no le gusta su tono. - Permíteme un momento - le digo a Benjamín mientras agarro a Erick hasta a una esquina. - Eso es un descaro doctora, vienes con otro mientras mi amigo sufre por ti, no pretendas tener los mismos privilegios de antes porque no los mereces agradece que no te mando a sacar. - Yo no quiero que me atiendas como una Ziegermman, sino como un cliente normal, viene almorzar a uno de los mejores restaurantes del país con un médico de prestigio que quiere invertir aquí y su socio es tu mejor amigo. - me mira sin creerme. - ¿Gabriel sabe que estás aquí? - Si lo sabe, entiendo que lo defiendas, pero te regrese a tu amigo de fiestas, deberías estar feliz. - Lo que me dejaste fue un despojo humano, amargado, malhumorado, que daba pena verlo. - Si lo que dices es cierto se merece lo que le pasó y si quieres saber más pregúntale a él ahora ¿puedes ser el gran chef que siempre has sido? - No, no me agradas que estés aquí, sea los motivos que sean, te fuiste y mi amigo sufrió ahora no puedes volver y amargar su vida. - se va y me deja parada en medio del pasillo. Dame paciencia, respira recuerda que acabas de salir del hospital, vuelvo a la mesa. - ¿Todo está bien? - Si, es... complicado. - Si no te sientes cómoda podemos irnos a otro lugar, lo importante es que la pasemos bien. Veo entrar a Lucrecia al restaurante, este día no puede empeorar. - Estoy bien, mejor almorcemos y háblame de tu proyecto. - Gabriel tiene buenas ideas al igual que Sebastián, son buenos arquitectos. - Lo son, confía que te harán algo grandioso. - ¿Ellos hicieron tu centro? - No, mi centro está fuera del país. - ¿No vives aquí? - No, hice mi vida en otro país. - Pensé que vivías aquí, conoces el país y hablas el idioma muy bien. - Viví toda mi vida aquí, pero circunstancias me hicieron irme. - ¿Dónde vives? - Muy lejos, en otro continente vine fue a resolver algunos problemas. - ¿Con tu exesposo? - Si, y tú porque quieres montar tu centro aquí. - Queremos expandirnos, tenemos varios centros en algunos países y quisimos probar en Europa y se nos dio la oportunidad en Alemania y aquí estamos. ¿A ti te va bien en tu centro? - Si, nos va de maravilla, no pensaba que nos fuera tan bien en poco tiempo, es un gran sueño, como te dije es un local pequeño, damos consulta pediátrica y talleres de lactancia, apoyo a las mujeres con problemas de amamantar y todo eso. - Eso es lo que queremos, aunque no había pensado en un lugar de lactancia, esa idea me gusta. - Deberías, antes de venir me reuní con un doctor gineco-obstetra para poder captar a las mujeres en embarazo e ir preparándolas en el proceso y no esperar a que nazcan el niño, y nos fue muy bien. - Lo consultaré con Mateo, no creo que se niegue ¿te gustaría ser parte de ese proceso? - Me encantaría, pero no vivo aquí. - Yo tampoco - reímos, almorzamos entre ideas y anécdotas. - Tenías razón la comida es exquisita. - Te lo dije, ya puedes decir que almorzaste en uno de los mejores restaurantes del país. - Seré sincero, no soy de estos lugares, soy más de al aire libre, comida rápida y... - Lugares populares - sonreímos - yo también, son las mejores comidas, aunque Erick no cocina mal, pero no podía llevarte a comer a un restaurante popular la primera vez. - Eso quiere decir que habrá más encuentro - eso sonó mal - me gusta la idea. - Voy al tocador, ya vengo. No pensé que volvería estar aquí, tengo un Dejà vú, cuando veo a Lucrecia entrar. - ¿Miren quien decidió regresar? - respira. - No molestes Lucrecia, que la estoy pasando bien. - ¿Por qué volviste? - ¿Será que no existe otra pregunta o se ponen de acuerdo para decir lo mismo cuando me ven? - Jamás pensé que te pondría tan mal saber que le di a Gabriel lo que tú nunca podrás darle - eso no lo apostaría. - No te creas tan importante que tú no fuiste la razón de porque me fui. - No te creó, te enteras de que Gabriel es padre y te desapareces, no es casualidad. - Lucrecia, lo único que lamento de que Gabriel sea el padre de tu hijo es que tú seas la madre porque solo hay que verte para saber que de madre no tienes nada. - Tú que vas a saber de eso, si eres seca- sonríe con cinismo- tengo algo que nunca le darás, está unido a mí de por vida. - ¿Y de que te ha servido? Gabriel no está contigo. Es más, de nada sirvió que te unieras a la loca de Milena para arruinarme la vida porque ni tú ni ella ganaron nada. - Tú no estás con él y eso es ganancia para mí. - Que poco autoestima te tienes, me das lastima, aún a estas alturas persigues a un hombre que no te quiere. - Es cuestión de tiempo, Gabriel será mío de nuevo y ni tú, ni la abogadita me lo van a quitar. - Repetire esto , la señora soy yo así que mientras a mí se me dé la gana ustedes se confirman con las sobras. Ahora apártate que estoy ocupada. - ¿Ese es tu nuevo pretendiente? - ¿Quieres ir detrás de él?, Lo digo porque ya has demostrado que te encanta estar detrás de los hombres que me quieren, Santiago y Gabriel, y lo peor es que ahora ninguno de los dos soporta tenerte cerca. - ¿Has visto a Santiago? - esa pregunta esta nerviosa. - ¿te ha dicho algo? - Que fuiste el peor error de su vida y que odia el día que te le cruzaste en el camino; Santiago y yo tenemos mejores temas que tú. Y no te moleste en ir detrás de él hombre con el que estoy, no le gustan las cosas baratas y fáciles, y Gabo, sigue siendo mio aunque no te guste. - Tu… no me vas a hacer enojar; igual yo gané le di a su primogénito y eso ni tu ni nadie lo va a cambiar. - Te felicito, por lo menos eres feliz con algo. Ahora con permiso que tengo cosas más importantes que hacer. Salí del tocador tratando de calmarme, me estaba sintiéndome mareada otra, juro que esta gente me va a matar un día. - ¿Pediste la cuenta? - le pregunto después que veo la libreta de p**o. - Si, prefiero comer el postre en otro lugar si no te ofende, creo que no estas cómodas en este lugar. - certero. - No me ofende, ya comimos y eso es lo importante. Después de ahí decidí darle un tour a Benjamín por Berlin, fuimos al terreno donde quiere poner su centro, conoció varios lugares y me acompaño a casa. - Pase una tarde increíble, gracias por este día. - Gracias a ti por ayudarme, fuiste lo mejor de este día. - Me gustaría muchos días más así y piensa lo que te dije del centro. - Lo haré, pero no te garantizo nada, puedo aportar una idea si eso te sirve. - Eso es mejor que nada, tengo una excusa para verte – este hombre es directo. Se despide con un beso en la mejilla. - Tienes cinco segundos para explicarme que sucede aquí. – esa voz hace que mi cuerpo tiemble. - Gabriel ¿Qué haces aquí? – pregunta Benjamín. - La pregunta es qué haces tu aquí y besando lo que no es tuyo. - Benjamín gracias por el día, yo me encargo de hablar con el. - ¿No es tarde ya? – me dice y no necesito ver a Gabriel para saber que está echando chispa. - Exactamente lo que significa que debes irte. – le responde este marinero insoportable. - ¿Nos vemos mañana? – le pregunto a Benjamín. - Por supuesto, que descanses recuerda tomarte tus medicamentos. - Lo hará para eso estoy yo aquí – dame paciencia – Nicandro acompaña al señor a casa no vaya a ser que pierda en el camino Intenta darme otro beso y Gabriel se interpone – buenas noches, Benjamín.
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